Aunque reconocen que el sector donde se encuentra el inmueble ha sido declarado inhabitable, la presión que tienen para desocupar el albergue ha hecho que regresen a recoger parte de sus pertenencias.
En el abismo
Los hijos de Sisimit juegan a la orilla del barranco donde está ubicada su casa, con restos de juguetes que les dejó el desastre.
Contrario a la alegría que otros viven en estas fiestas de fin de año, esas familias aseguran que para ellas no habrá celebración, pues lo poco que tienen lo utilizarán “para colocar un techo seguro”.
“Tengo que ver cómo reconstruyo mi casa. Lo duro es que ahora no habrá Navidad. No tendremos árbol, estrenos, juguetes ni comida especial”, se lamenta Sisimit, entre los escombros de su casa.
Pero el peligro está vigente, porque las viviendas precarias a las que volverán están a la orilla del barranco, donde corren aguas servidas. Sus vecinos también luchan por conseguir materiales —parales y láminas— para armar un techo.
En el albergue les dijeron que tenían que desocupar el salón comunal el 15 de diciembre último, pero ese límite lo trasladaron al 31.
“Las familias buscan cómo regresar a sus casas, pero unas no saben cómo empezar”, dijo Blanca Vásquez, del comité de vecinos de esa colonia.