No hubo contacto con los niños, pero no podían dejar de llevar alegría a los pequeños con los tradicionales regalos.
Este año don Hugo, acudió a la entrada de la pediatría del Hospital Roosevelt para dejar los regalos con personal encargado del centro asistencial.
Llegó acompañado de su esposa y dos sobrinas, el Santa del Hospital Roosevelt, nos explica que cada año lo apoyan varios amigos y familiares.
También lleva normalmente refacción para las madres y los niños, pero la mecánica tuvo que cambiar con la pandemia y este año solo les llevó los presentes.
Espera que el próximo año el panorama pueda ser distinto y pueda volver a compartir en persona con los niños.
“Me hace mucha falta abrazar a los niños, nos toco este año pero espero que estemos bien para el próximo y les voy a tener que dar triple abrazo a todos los niños que estén enfermitos acá”, indicó alegre.
El origen
La tradición comenzó hace doce años, don Hugo comenzó a hacer esto por algo que le sucedió cuando era niño.
Recuerda que un año para las fiestas navideñas estaba hospitalizado y estuvo esperando a que llegará Santa Claus, pero nunca llegó.
“Recuerdo que tenía nueve años y estuve un 22, 23 y 24 en el hospital por un accidente que tuve en el oído”, explicó don Hugo.
“Deseaba mucho que llegara Santa Claus porque nos habían dicho que llegaba, pero cuando me internaron él ya había pasado, llegó el 24 y no pasó, entonces me puse triste”, explica Donis sobre la anécdota.
Continua su relato recordando que pensó “un día tengo que darle felicidad a los niños junto a mi familia”, indicó el alegre Santa Claus.
Es por ello que año con año, don Hugo se disfraza de Santa para compartir con los niños, de quienes tiene gratos recuerdos.
“Todos los niños aunque estén en camilla me llaman para abrazarme y eso para mí es bastante, me autorizan entrar donde están los niños quemadidos, ellos no se pueden mover, pero solo con el hecho de darles su regalo ellos sonríen”, explica Donis.
Recuerda que lo que más le ha tocado el corazón son los niños con cáncer y del área de quemados.
“Hay unas experiencias en las que incluso Santa saca sus lágrimas, porque eso de ver a un niño enfermo es bastante duro y a la vez nos alegra que sonrían”, agregó.
Don Hugo está convencido que la tradición continuará ya que se la ha inculcado a toda su familia.
Personal de la pediatría del Hospital Roosevelt se encargó de entregar los regalos a los niños.