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Día de la madre: mujeres se adaptan a retos de la pandemia

Madres comentan cómo se adaptaron a un nuevo ritmo de vida al triplicarse su carga laboral por delegarles las tareas del hogar, el trabajo remunerado y la educación de los hijos.

Luisa Vidal opina que durante el confinamiento se conectó más con su familia y convivieron mejor. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Luisa Vidal opina que durante el confinamiento se conectó más con su familia y convivieron mejor. (Foto Prensa Libre: cortesía).

La pandemia ha generado un impacto en los hogares guatemaltecos, pero, específicamente, en el ritmo de vida de las mujeres, porque aumentó su carga laboral. Además de su trabajo remunerado, han tenido que hacerse cargo de las tareas del hogar y del área educacional de los hijos, ya sea ayudándoles a recibir las clases en línea o acompañándolos a hacer sus tareas.

Antes de la pandemia, el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, indicó que en Guatemala las mujeres destinaban 36 horas semanales a trabajo no remunerado y 15.9 eran horas remuneradas; mientras que los hombres, 43.1 horas son remuneradas y 5.7 no remuneradas.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) explica que ahora las mujeres tienen a su cargo 76.2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado, lo cual equivale a más del triple que los hombres. Son ellas quienes tienen doble o triple jornada laboral, situación que se ha agravado con las medidas del confinamiento, particularmente en las familias con hijos en edad preescolar o que no pueden asumir de manera autónoma la educación a distancia, según el estudio Covid-19 en la vida de las mujeres, de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM).

“En el último año se ha visto cómo aumentó el agotamiento en las mujeres, porque ya no tienen tiempo de descanso y han tenido que dividir su atención entre varios aspectos.  Una de las causas es que no existe corresponsabilidad entre hombres y mujeres, ni tampoco con el Estado. Además, se cree que estas son tareas de las mujeres, pero no es así. El delegarlas solo al hogar tiene consecuencias negativas en la economía familiar y de país”, comenta Eugenia Close, coordinadora de Empoderamiento Económico en ONU Mujeres.

La mayoría de las mamás extrañan su rutina anterior, tener tiempo para ellas mismas. Sin embargo, este período lo ven como un reto superado que les dio la oportunidad para conocer mejor a sus hijos y saber que, por ellos, siempre se adaptarán a cualquier situación.

“El don de madres nos hace adaptarnos”

Natalia Soto es una mujer con habilidades manuales. Desde hace más de tres años se ha dedicado a su emprendimiento Taly Tela Things, en el que ofrece decoración o accesorios para fiestas de cumpleaños infantiles o artículos para el hogar. Sus clientes potenciales son madres de familia.

Natalia Soto y su hijo aprendieron a ser creativos juntos y ayudarse ambos con las tareas que cada uno realiza. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Antes de la pandemia su trabajo comenzaba después que su esposo y su hijo Santiago, de 8 años, se iban al colegio. Ella se quedaba en casa trabajando. Los viernes por la mañana aprovechaba para ir a comprar los materiales y así estar a mediodía en casa para recibir a su hijo cuando regresaba de estudiar. Por la tarde lo ayudaba a hacer tareas y luego continuaba con su emprendimiento. Sin embargo, desde hace más de un año su rutina cambió. Ahora que su hijo y su esposo están en casa ha tenido que modificar su horario y área de trabajo. “En el taller tenía una mesa, entonces las primeras semanas ahí puse a mi hijo a hacer sus actividades porque solo le enviaban hojas de trabajo, y al lado estaba yo haciendo mis manualidades. Pero, cuando comenzaron las clases en línea tuve que dividir mi tiempo entre mi trabajo y estar pendiente de sus clases porque había que ayudarlo cuando había algún problema de conexión o con las herramientas digitales. Incluso, tuve que aceptar menos pedidos para que me diera tiempo hacer las dos cosas”, relata.

En los últimos meses también le disminuyó la cantidad de pedidos que recibía, por lo que comenzó otro emprendimiento llamado Petit Macramé en el que ofrece productos hechos con macramé. “Todo cambió, antes tenía mi tiempo de concentración para que fluyera mi creatividad, pero ahora he tenido que aprender a hacerlo con mi hijo al lado. Perdí mi tiempo a solas, de desayunar tranquila y luego llamar a mi mamá para platicar. Pero uno siempre se adapta”, dice.

“Sí se puede ser mamá y profesional a la vez”

Los abuelos siempre son de mucha ayuda al momento de cuidar a los hijos. Sin embargo, con la pandemia, al ser la mayoría población en riesgo, tuvieron que resguardarse en casa. Ese fue el caso de Natalia Barrientos, pediatra neonatóloga, quien recibía ayuda de sus papás para cuidar a su hija de 5 años mientras ella trabajaba en la clínica médica.

“Yo estaba a cargo de la Unidad de Recién Nacidos de la Unidad Infantil de Infectología del hospital. Entonces, mi rutina era llevar a mi hija al colegio, me iba al hospital, luego con mi hija nos íbamos a la clínica y regresábamos a casa en la noche. Era fácil porque ella iba al colegio, entonces mientras tanto yo podía hacer varias cosas”, relata.

A Natalia Barrientos la pandemia le enseñó que ser mamá está primero que su profesión. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Sin embargo, cuando inició el confinamiento la situación se complicó porque en el hospital veía casos de covid-19, su hija estaba en casa para hacer recibir clases en línea y ya no tenía la ayuda de sus papás porque ellos también debían cuidarse. “El mayor miedo era que yo pudiera enfermarme y contagiar a alguien. Además, que yo estaba embarazada, entonces me debía cuidar aún más”, afirma.

Cuando se implementó el teletrabajo para empleados, especialmente adultos mayores de 60 años, mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas, Natalia dejó de ir al hospital. Se dedicó a ayudar a su hija con las tareas de la escuela. Luego, en agosto cuando nació su segundo hijo, también se dedicó a él. En esta etapa ya participaron los abuelos porque también hacían teletrabajo. “El estar todos resguardados nos permitió tener esos momentos especiales, que, si no hubiera sido por la pandemia, todos hubiéramos estado separados trabajando”, relata.

“Desde que tenemos hijos perdemos un poco nuestro tiempo a solas. Al no tener a alguien que nos los cuide un rato tenemos menos tiempo. Por eso, para ser mamá, una de las cosas importantes es la organización. Sí se puede ser mamá y profesional. Por ejemplo, ahora que regresé a mis labores alguien me ayuda en casa, pero trato de compartir el mayor tiempo con mis hijos”, agrega Natalia.

“Los hijos no vienen con manual, y hacemos lo mejor que podemos”

“Una de las cosas que más extraño es ver a mis amigas. El que todas podamos coincidir en horarios y reunirnos a platicar. Desde la pandemia ya no hacemos tanto esas actividades de mujer”, dice Rebeca Orellana, directora general en Enlaces Comunicación.

Antes de marzo 2020, Rebeca trabajaba más horas. Sus mañanas consistían en ir a dejar a José y Augusto, de 8 y 6 años, a la parada del bus. Luego ella iba a trabajar, a las 14.30 regresaba a recogerlos. A veces iba de nuevo a la oficina o alguna reunión, pero sus hijos se quedaban con una señora que le ayudaba con los quehaceres del hogar.

“Para mí era de mucha ayuda porque si una reunión se retrasaba hasta las 19 horas, cuando yo llegaba a casa mis hijos ya estaban con pijama, a veces ya habían cenado. Incluso me ayudaba en cosas prácticas como, si quería llevar a los niños a algún lugar, pero si había cola, ella se bajaba con ellos mientras yo iba a estacionar el carro. Pero esa ayuda se terminó durante la pandemia”, comenta.

Rebeca Orellana considera que las madres deben enseñar a los hijos lo que ellas consideren que es importante, sin compararse con las demás. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Uno de los aprendizajes que le ha dejado el último año es aprender a ser más flexible y restar importancia a cosas que no la merecen. “Por ejemplo, había que hacer una manualidad. Yo estaba con mi hijo y la maestra pidió frijoles para pegar en un bote, pero yo no tenía, así que usé botones. En estos meses he aprendido a ingeniármelas para hacer lo mejor que se puede con lo que se tiene, busco ser más práctica y no abrumarme por no tener todo exacto o perfecto. Al final mi hijo quedó feliz con su manualidad, y eso era lo importante para mí”, relata.

Debido a la demanda de tener niños aprendiendo en casa, con su esposo se dividieron el trabajo. Algunos días uno ayuda a los niños en la mañana y el otro los atiende por la tarde, según las actividades que tengan fuera de casa. “Con la pandemia las dinámicas cambiaron y fue necesario dividir las tareas del hogar. Pero debido a que las obligaciones y responsabilidades laborales no desaparecieron tuvimos que encontrar la forma de cumplir con ellas, sin desatender las necesidades de los niños. A veces esto ha requerido hacer malabares como puede ser estar en una reunión con el micrófono de la computadora apagado por si hay que ayudarles o decirles algo”, dice.

“Yo aprendí que lo importante es dar amor. Ninguna mamá es perfecta, y todas hacemos lo mejor que podemos. Nos adecuamos a las situaciones y tenemos pedir ayuda cuando se necesite. Es importante comprender que, si uno está bien, los hijos también lo estarán, así que no hay que olvidarse de buscar esos espacios para darnos un respiro que nos permita sentirnos mejor”, opina.

“Nos conectamos más como familia”

Antes de pandemia, una de las actividades mañaneras de Luisa Vidal, psicóloga clínica y consejera familiar, era preparar loncheras e ir a dejar a sus dos hijos, uno de 14 años y otra de 4, a la parada del bus. Luego, ella iba a trabajar a su preescolar. A las 14.30 horas ya estaba en casa esperándolos y preparada para llevarlos a sus clases extracurriculares.

Desde marzo del 2020 su esposo, sus dos hijos y ella estuvieron en casa confinados, como los demás guatemaltecos. “Cerré el preescolar, entonces daba las clases en línea. Mi esposo trabajó desde casa y mis hijos recibieron allí sus clases. Tuvimos que coordinar los horarios de ruido porque no podíamos estar todos al mismo tiempo. También, con mi esposo, coordinamos la atención a nuestros hijos. Casi que uno de nosotros se hacía cargo de uno de ellos”, comenta.

Para Luisa Vidal, el trabajo en equipo le ayudó a salir adelante y disfrutar a su familia durante las nuevas actividades que hicieron en el último año. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Para Luisa uno de los retos fue entretener a sus hijos estando en casa, ya que el tiempo que recibían clases en línea era menos que cuando iban al colegio. Entonces, se tuvo que preparar con actividades que les llamaran la atención, como preparar pasteles, galletas o plastilina.  “Como mujer, este tiempo también afectó. Ya no se tenía el mismo tiempo para interactuar con otras personas. No había eventos o piñatas para convivir. Entonces, se convirtió en un tiempo para sacar a flote nuestros trabajos y mantener entretenidos a los niños. Procurar que el aprendizaje de nuestros hijos fuera igual de significativo, aunque estuvieran en casa”, comenta.

A pesar de los retos, uno de los aprendizajes que le dejó la pandemia fue el pasar tiempo en familia y conocerse mejor. “Nos conocimos más, nuestras dinámicas y trabajamos en equipo. Como no teníamos quien nos ayudara, entre todos hicimos las tareas del hogar. Ahora nos comprendemos mejor”, indica.

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