Irónicamente, para que los niños de esta empobrecida aldea de El Estor, Izabal, estuvieran en la agenda del Estado tuvo que ocurrir una tragedia. Tres soldados fueron ejecutados el 3 de septiembre en circunstancias que aún son investigadas lo que motivó que días después el presidente Jimmy Morales decretara Estado de Sitio en 22 municipios de cinco departamentos.
Aunque la medida fue ampliada por el presidente Morales, perdió vigencia el pasado viernes porque no recibió el suficiente apoyo en el Congreso por lo cual no fue ratificada.
No obstante, el estado de Sitio se implementó durante un mes, y aunque transcurrió entre entre críticas de grupos campesinos y de derechos humanos, y a la vez elogios del Gobierno por las incautaciones de ilícitos, lo cierto es que los pobladores vieron en esa medida un respiro porque “al fin alguna autoridad se acordó de nosotros”.
Semuy 2 junto con otras 63 comunidades cercanas en el área sur de El Estor se convirtió en el epicentro de las noticias a raíz de la muerte de los tres militares.
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Para llegar a la cabecera municipal, los pobladores deben viajar primero hasta Telemán, Alta Verapaz, 59 km; y luego otros 53 km hasta El Estor, alrededor de tres horas de viaje.
Algunas de estas comunidades carecen de energía eléctrica. La mayoría de las familias vive en pobreza, en casas de madera y con piso de tierra. Se dedican a la agricultura, así como a obtener los pocos recursos que les proveen los ríos y riachuelos que atraviesan las aldeas.
También se aferran a la esperanza de trabajar, aunque sea tres o cuatro meses en Naturaceites, empresa que desde hace años funciona en el área y que se dedica a la explotación de palma africana.
Mientras no están contratados, los pobladores tratan de obtener algún ingreso con lo poco que tienen al alcance, ya bien sea, siembra de hierbas, maíz, chile e incluso plátano, pero están conscientes de que esto no alcanza para la subsistencia de todas las comunidades.
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Los líderes comunitarios explican que cuando las familias logran algo de recursos pueden comer los tres tiempos tortillas, frijol y huevos, pero cuando no, deben hacelo con chile y sal.
Difícil acceso
Para llegar a la región sur de El Estor, compuesta por cerca de 125 comunidades, es necesario hacerlo por la Ruta Nacional 7E, que va desde San Julián, Coban, Alta Verapaz, hasta el Río Dulce, Livingston, Izabal.
Al llegar a Telemán por esa ruta se debe conducir 43 kilómetros por una carretera de terracería durante dos horas. También se llega por la ruta al Atlántico en donde al llegar al km 219 se toma un desvío de terracería de 44 kilómetros.
Con excepción de algunas escuelas, la presencia del Estado es casi nula, aseguraron los pobladores a Prensa Libre, que visitó el lugar. Por esas áreas raramente llega la Policía Nacional Civil, y casi nunca el Ministerio de Salud, Agricultura o Economía, mucho menos el de Desarrollo Social.
Además, desde hace años la comuna no ha atendido solicitudes de proyectos de salud, ni alcantarillado o agua entubada, ni caminos vecinales.
Por si eso fuera poco, los vecinos denuncian que la delincuencia común cada vez les afecta más puesto que malhechores asaltan en los desolados caminos a los pobladores, comerciantes y repartidores de alimentos y bebidas; además ha aumentado “si que nadie lo detenga” el robo de animales de corral y otras pertenencias.
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“Que el Ejército entre cuando quiera”
Es precisamente por el aumento de la delincuencia común que los pobladores de Semuy 2 veían con buenos ojos el estado de Sitio. Aseguran que hasta antes de este nunca habían llegado los soldados a la aldea y ahora se siente un ambiente más seguro.
Domingo Mucú es el alcalde comunitario de Semuy 2. Sosteniendo la vara edilicia que lo identifica como líder de la comunidad, y acompañado del resto del consejo comunitario de desarrollo, asegura que ya solicitaron al Ejército que se instale un destacamento militar en el área porque “eso reduciría la delincuencia en la zona”.
La aprobación al Ejército es tal que los mismos pobladores facilitaron dos áreas donde se instalaron los soldados.
Además, agrega, si el Estado, a través del Ejército o la Policía, tuvieran presencia en esas comunidades se podrían evitar hechos lamentables como la muerte de los tres soldados. En ese sentido, Mucú considera que “personas de afuera —de Semuy 2— pudieron aprovecharse de la dignidad de uno o dos aldeanos” para cometer esos hechos, pero es algo que no se atreve a asegurar puesto que, afirma, no le consta.
Hasta antes del estado de Sitio nadie visitaba la comunidad, dice Rolando Maas, otro líder comunitario, quien coinciden en que el área ha estado en abandono, no solo del gobierno, sino también de la comuna de El Estor.
“Los alcaldes solo vienen cuando son candidatos para abrazarnos y pedir el voto y cuando ganan se olvidan de la comunidad. Al actual -alcalde- después de que ganó nunca lo hemos visto aquí, como a ningún gobernador y a ningún diputado”, aseguró.
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Historia
Con cerca de 108 familias y 427 habitantes, la comunidad Semuy 2 se instaló a mediados de los años 60 al pie de la Sierra de las Minas. Ancianos cuentan que fueron siete familias queqchies las que llegaron en busca de tierras y comenzaron a poblar el área.
Aunque en principio habitaban en las faldas de las montañas de la Sierra de las Minas, un dictamen de la Conred (Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres) en el 2016 determinó que no era un área segura, por lo que la empresa Naturaceites les donó un terreno más plano, que es el que actualmente habitan rodeados de plantaciones de palma africana.
Los pobladores están de acuerdo con el funcionamiento de la empresa. Fuera de las denuncias de grupos de ambientalistas, resaltan que con ella al menos tienen trabajo, aunque sea unos meses, puesto que, por la alta demanda laboral que hay en la región deben rotarse cada cierto tiempo para que así todos tengan oportunidad de emplearse.
“Confiamos en el Ejército, ellos son nuestras autoridades y vienen a protegernos y no a hacernos mal, eso nos han dicho”, señala Mucú.
“Lo que nos duele es que han dicho que aquí hay crimen organizado que hay narcotraficantes, el mismo presidente Jimmy Morales lo dijo, pero esta aldea no es así. Aquí la gente es pobre, no tiene buenas casas, no anda en carros, ni siquiera en moto”, concluye.
El 1 de octubre pasado, cuando Prensa Libre visitó la aldea, los cientos niños de Semuy 2 y de otras cercanas celebraban su día. Los pequeños corrían felices de un lado a otro. Soldadas les pintaban la cara, payasos llevados por el Ejército los hacían reír, mientras otros les obsequiaban pelotas plásticas.
En otro lugar de la aldea mujeres hacían fila para ser atendidas por médicos y enfermeros del Ejército, algo que nunca habían visto.
Desde hace años, la comunidad clama por servicios de salud, energía eléctrica, un instituto de secundaria, vías de comunicación, escritorios para la escuela y una torre de telecomunicaciones que les permita hablar por celular.
La preocupación de los pobladores es ¿Qué pasará con el fin el estado de Sitio? ¿Acaso volverán al estado de olvido y abandono en que los tenían las autoridades? La restricción de garantías constitucionales fue un bálsamo para las comunidades, en el tiempo que estuvo en vigencia la medida estuvieron tranquilos, algunos hasta felices de que por fin se hayan acordado de ellos.
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El abandono de Semuy 2 se replica en el resto de las comunidades algunas de más difícil acceso que otras; por ejemplo, Chapín Arriba, otra aldea en la cual el Estado ha tenido escasa presencia.
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Gilberto Milla está a cargo de la Escuela Oficial Rural Mixta del caserío Chapín Arriba. En el establecimiento estudian 118 niños y niñas él da clases a unos 27. Asegura que los servicios que ha prestado el Gobierno son “moderados”, mientras que la comuna de El Estor “casi nada” ha apoyado.
Añade que con el estado de los delincuentes temen hacer “cosas malas”, como asaltar a pobladores y visitantes.
A unos cinco minutos se ubica Chapín Abajo, otra de las aldeas de la región sur de El Estor.
En ese lugar vive Albertina Orantes, una comadrona que con orgullo cuenta que ha ayudado a dar a luz a “más de mil mujeres” de casi todas las aldeas y comunidades. La mujer comentó que urgen los servicios, tanto para su comunidad como para el resto.
Por ejemplo, no tienen carreteras, servicios sanitarios, alcantarillas y sobre todo un área para auxiliar a los comunitarios con servicios de salud.
Orantes indicó que en su comunidad hay un pequeño rancho que utilizan para vacunar a los niños, pero está en malas condiciones. Los habitantes de Chapín Abajo sueñan con un centro de Salud, que tenga por lo menos los antídotos necesarios para contrarrestar las picaduras de escorpiones, pero sobre todo de la temible Barba Amarilla, serpiente cuya mordedura puede ser letal si no se atiende a tiempo y de las cuales abundan en esa región.
Cuando hay emergencias, precisó Orantes, una ambulancia de la compañía aceitera auxilia a las personas y las traslada a una clínica que tienen dentro de la finca y si es algo grave llevan al paciente a El Estor, Morales o Puerto Barrios.
“Necesitamos proyectos en los que nos podría apoyar la municipalidad, pero en estos cuatro años del actual alcalde no nos ha dado ni siquiera una piedra, por ejemplo, tenemos aquí un centro de convergencia que está abandonado”, expuso la lideresa comunitaria.
Orantes también pide en que al concluir el estado de Sitio se quede en el lugar un destacamento militar, no una estación policial porque, asegura, los delincuentes cuando ven a un agente “no les tienen miedo”.
“Pueblo sin ley”
El coronel Sergio René Samayoa, encargado del contingente militar que se instaló en Semuy 2, comentó cómo ha sido la labor de los soldados desde que se instauró el estado de Sitio. Asegura que este fue “un éxito” por las incautaciones de ilícitos como armas y municiones, además porque se destruyeron cinco pistas clandestinas.
Después de un mes de dirigir el grupo de 450 soldados, si de algo está seguro Samayoa es que Semuy 2 era “un pueblo sin ley”, puesto que no había presencia del Estado. Pero contrario a lo que podría pensarse, la población los ha recibido muy bien, sobre todo porque el Ejército llegó a hacer labor social, por ejemplo, facilitó jornadas médicas, pintaron la escuela de la aldea y la proveyeron de escritorios.
El coronel dice con satisfacción que los habitantes les han pedido que se quede un destacamento en la zona, pero sabe que no es su decisión; no obstante, considera que sería “lamentable” perder los avances alcanzados, sobre todo porque al final del primer mes de estado de Sitio se generó un clima de confianza y seguridad en la zona.
“Nosotros creamos las condiciones para que —las demás instituciones del Estado— vengan a instalarse aquí”, expuso Samayoa, al hacer referencia que hasta antes del estado de Sitio no llegaba ni el Ministerio Público, ni el Maga, Salud, Educación, Policía Nacional Civil o la Sosep (Secretaria de Obras Sociales de la Esposa del Presidente), por lo cual, ahora con un mejor clima de confianza no hay razón para no hacerlo.
Reconoce abandono
El alcalde de El Estor, Rony Méndez, reconoció que el Estado dejó en el olvido a la región. “La gente tiene razón. Como alcalde siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo, el Estado abandonó no solo el área sur, sino a todo el municipio”, enfatizó.
Afirmó que las anteriores corporaciones municipales no hicieron nada por esas aldeas y aunque pobladores aseguraron que ni siquiera la actual se ha acercado a ellos, Méndez garantiza que él ha impulsado proyectos en educación, salud y comunicación, pero por el abandono histórico “la gente no valora el trabajo que hicimos”.
Méndez aseguró que por lo menos el 50% de los maestros son pagados por la comuna, y que, con el apoyo de la compañía aceitera, han construido aulas; además, se han mejorado puestos de salud y caminos vecinales, así como se han impulsado proyectos de agua entubada.
Confirmó que desde años los pobladores han solicitado la instalación de un destacamento militar y que preferirían la presencia militar porque “no confían en la Policía”.
Pocas opciones de empleo
En la región sur de El Estor hay escasa opciones para emplearse formalmente. De hecho, solo la empresa Naturaceites es la que ofrece una oportunidad de trabajo.
En funciones desde 1998, la compañía tiene influencia en aproximadamente 64 comunidades, en donde tiene cientos manzanas con plantaciones de palma africana la cual explota para la producción de aceite.
A través de su Oficina de Relaciones Públicas, asegura que la compañía genera cerca de cuatro mil empleos directos en la región y 16 mil indirectos. Aparte de esta opción, los pobladores solo pueden aspirar a trabajar en fincas ganaderas.
Al mismo tiempo que lamenta la tragedia de los tres soldados muertos, dicen esperar que las instituciones aborden la problemática de El Estor con un enfoque “integral y permanente”. Naturaceites precisó que su relación con la población es “excelente”. Por ejemplo, las han beneficiado con la construcción y mejoramiento de escuelas, puestos de salud, carreteras y puentes, además con el uso gratuito de la carretera que conecta a la Ruta Nacional 7E con la carretera al Atlántico, la cual, buscan donar al Ministerio de Comunicaciones.
Además, asegura que el cultivo de palma africana no es nocivo para el ambiente puesto que dentro de las plantas productoras de aceite es la que más rendimiento proporciona por hectárea sembrada y contrario a las fincas ganadera que funcionaban hasta antes de su llegada a El Estor, la palma africana no genera metano.
También garantizó que Naturaceites es una compañía certificada con el sello RSPO, un estándar internacional que garantiza el aprovechamiento de palma africana de una manera sostenible y responsable.
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