Cristian Dávila, hijo mayor de Otto, ha sido motivo de inspiración para luchar contra un flagelo que acecha la colonia en la que viven. A los cuatro años de pertenecer a las pandillas, Cristian recibió una herida de bala que lo dejó de por vida en una silla de ruedas, circunstancia que hizo emprender a Otto con su propio negocio y de esa forma ayudar a su hijo mayor.
Se trata de la zapatería La Limonada, que hoy en día da oportunidad a jóvenes en riesgo y expandilleros a tener un trabajo y aprender el oficio. Padre e hijo trabajan juntos en la empresa familiar; él salió de las pandillas y ahora realiza charlas motivacionales y de prevención a los jóvenes que llegan a buscar una oportunidad en el taller.
Don Otto, como lo conocen, a parte de brindar trabajo a estos jóvenes, les paga el estudio a dos hermanos de 14 y 17 años que trabajan con él; quienes han perdido a cinco familiares víctimas de las pandillas.
“Yo no doy porque tengo, sino porque sé que es no tener”, afirma Otto.