Pero el reclamo no es primero, y tristemente, no será el último, de acuerdo con expertos en medio ambiente y agua, quienes ven con preocupación que, con el paso del tiempo ni ciudadanos, municipalidades, o gobierno central han tenido la voluntad de resolver el problema de fondo que es el tratamiento que se le da a la basura.
Estudios que se han hecho sobre la problemática permiten concluir que existen al menos tres problemas fundamentales que ocasionan que los ríos, lagos y playas se llenen de basura.
El primero tiene que ver con que no todos los guatemaltecos cuentan con un servicio de extracción de basura; de hecho, según el Censo 2018, el 51 por ciento de la población no lo hace. Muchos de estos desechos son vertidos en botaderos clandestinos o lanzados a barrancos, y al llover son arrastrados hacia los ríos.
Además, según estudios recientes, la recolección de basura en casas solo llega al 65% en el área metropolitana y a menos del 35% en el resto de las ciudades.
El segundo problema es la escasa cultura de reciclaje que existe en el país y que hace que a estos vertederos se lance miles de desechos sólidos —como el plástico— que bien aprovechados podrían ser fuente de ingresos e incluso de empleos.
El tercer factor que propicia la contaminación de los cuerpos de agua es el mal manejo de los desechos sólidos que hace la mayoría de las municipalidades.
No tratan los desechos
Con contadas excepciones, las comunas no tienen planes para tratar los desechos, y los basureros con los que cuentan, que en teoría deberían ser rellenos sanitarios, no son más que depósitos en los cuales ocurre lo mismo que en los botaderos clandestinos, es decir, la basura es llevada a los ríos cuando llueve.
Expertos señalan que el patrón de mal manejo de la basura que derivó en la enorme cantidad de desechos arrastrados por el río Motagua hasta costas hondureños que fue noticia hace unos días, prácticamente es el mismo en todo el país.
“El problema del río Motagua se replica en todos lados, claro, es peor en los ríos en cuyas cuencas hay más población. El río Villalobos, —en el sur de la capital—, el Xequijel que luego va a dar al Samalá, en el occidente, el Pensativo en Antigua Guatemala y el Guacalate, en el sur del país”, expuso Alex Guerra, director del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático.
Los arrastres más grandes suelen ocurrir entre mayo y junio porque las lluvias acarrean toda la basura acumulada durante la época seca, y también en septiembre y octubre ya que son los meses más lluviosos.
En Guatemala son pocas las comunas que intentan manejar de forma adecuada los desechos. En el basurero de la zona 3 hay intentos por hacerlo, según Guerra, puesto que hoy en día se entierran parte de los desechos; sin embargo, por estar ubicado en un barranco por donde pasa el río Las Vacas, tributario del Motagua, la lluvia arrastra gran parte.
“Por desgracia, en el país los barrancos se consideran un lugar apropiado para lanzar basura, no solo por los individuos, sino también por las municipalidades, y son el peor lugar porque en el fondo de un barranco hay un río”, precisó Edwin Castellanos decano del Instituto de Investigaciones de la Universidad del Valle de Guatemala.
Desechos líquidos
Si bien es cierto la basura en los cuerpos de agua preocupa a los expertos y ambientalistas, todos coinciden en que esto es la parte visible del problema. La otra, quizás más preocupante, precisamente porque no se ve a simple vista, son los desechos líquidos, o sea las aguas servidas de los hogares e industrias que caen a los ríos sin recibir ningún tratamiento.
Estudios revelan que apenas el 5% de las comunas tratan las aguas sucias que emanan de sus jurisdicciones, lo que lleva a la conclusión de que por lo menos el 95% del recurso hídrico disponible en el país está contaminado, entre otras sustancias, con heces fecales.
Esto pone en peligro no solo a los miles de guatemaltecos que viven en las cuencas y que aprovechan estas aguas para consumo diario, sino que también amenaza la vida marina, ya que a la suciedad se le suma la basura orgánica que tampoco se trata y que al llegar a los cuerpos de agua consumen el oxígeno con lo cual los peces y otros seres vivos mueren por asfixia.
Por ejemplo, subrayó Castellanos, “si usted se para a las orillas de donde desemboca el río Villalobos es una pestilencia, porque este se ha convertido básicamente en una letrina que recibe los desechos humanos de la mitad de la ciudad”.
¿Qué ha pasado?
Los expertos consultados coinciden en que la contaminación de los ríos es un problema complejo de resolver, que implica para su solución cuestiones culturales, presupuestarias, legales y hasta políticas.
Castellanos afirma que debería comenzarse por hacer campañas masivas de educación no solo a estudiantes, sino también a los adultos, algo que se ha postergado, pero que no puede esperar. Otros países como EE. UU., añade, lo hicieron hace 50 o 60 años y ahora ya ven los resultados.
Esto debe ir acompañado obligadamente con un compromiso de las municipalidades de manejar mejor los desechos y convertir los botaderos a cielo abierto en verdaderos rellenos sanitarios.
No obstante, esto depende de la voluntad política de los alcaldes y concejos algo que se ve cuesta arriba puesto que el tema ambiental no representa réditos políticos, por lo cual los funcionarios prefieren construir un polideportivo o un estadio, o en algunos casos una escuela o centro de salud, algo que es obligación del organismo Ejecutivo.
Castellanos refiere que también se necesitan leyes que fuercen a las comunas a tratar los desechos y las aguas negras.
Por ejemplo, en El Salvador, recientemente el Congreso aprobó la Ley de Gestión Integral de Residuos y Fomento al Reciclaje, mediante la cual se obligaba a las alcaldías a tratar su basura adecuadamente, y aunque generó debate todos terminaron por construir plantas para tratar los desechos.
En Guatemala no ha ocurrido lo mismo. Desde el 2006 que el Gobierno aprobó un acuerdo que obliga a las municipalidades a construir plantas de tratamiento para que las aguas no lleguen con toda su suciedad a los ríos, sin embargo, las comunas argumentan falta de recursos y se amplia el plazo para su construcción.
Investigación de la Universidad de San Carlos, sobre la contaminación del río Motagua y sus consecuencias.
A finales del año pasado el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (Marn) concedió la más reciente prórroga que vence en mayor del 2024.
Por parte del Congreso también se ha notado a través de las legislaturas que el tema ambiental y saneamiento de los ríos no es prioridad, ya que la ley de aguas lleva años engavetada. También han surgido iniciativas para forzar a las comunas al tratamiento de la basura, pero no han prosperado.
Cesar Barrientos, hidrólogo e ingeniero civil, ambiental y sanitario, atribuye la poca priorización del agua y el manejo de la basura al “desinterés de las autoridades y Gobierno Central”, así como a la “ignorancia, inconciencia e irresponsabilidad ciudadana”.
Otro de los factores, a consideración de Barrientos es la falta de cultura de pago por los servicios públicos y los pocos recursos presupuestarios designados a la gestión de los desechos, así como a la baja cobertura de servicios de recolección y tratamiento de la basura.
A todo esto, se suma que los hábitos de consumo han cambiado y la población aumentado, con lo cual ahora generan más desechos; además, la producción industrial y mercadeo “desmedido” de algunos plásticos y otros materiales no reciclables que se vuelven “inmanejables”.
Soluciones
Guerra explica que una forma adecuada de manejar los desechos solidos debería incluir: separación de la basura, transformación de desechos orgánicos en fertilizantes, reciclaje de todo lo que se pueda aprovechar, así como la quema en calderas especiales de todo lo que sea incinerable. El resto, que sería entre 15% y 25% de la basura podría enterrarse.
Estos métodos, explica Guerra, se aplican en países como Alemania que, por habitante, produce cuatro veces más basura que lo que se genera en Guatemala, y a pesar de eso no hay problemas de contaminación.
Castellanos señala que “en los desechos sólidos hay mucho dinero y que cuando los tiramos a la basura, estamos tirando dinero”, puesto que el plástico y muchos productos pueden reciclarse.
Añade que la contaminación de los ríos ha sido responsabilidad de todos. Las comunas por no tratar los residuos y las aguas sucias, pero también de los ciudadanos que no pagan por la extracción de la basura y actualmente tampoco pagan un centavo para la limpieza del agua que ensucian, un tema políticamente muy espinoso y que ningún funcionario se ha atrevido a abordar.
“Hace falta sensibilización ambiental en el manejo de los desechos, así como una cultura de pago por servicios incluyendo recolección y también la disposición de la basura. El que más genera más debe pagar y debe haber subsidios para las áreas empobrecidas”, añade Barrientos.
Postura
El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (Marn) respondió a través de su oficina de Comunicación que se necesita una ley para el manejo integral de los residuos sólidos y un reglamento que permita guiar a quienes generan la basura y a las comunas para su manejo.
Respecto a la necesidad de un cambio cultural para el maneo de los desechos por parte de la población, la oficina expuso que trabajan en “temas de educación ambiental dirigidos a niños y jóvenes” puesto que es “indispensable en nuestro país”.
El Marn añadió que actualmente “analiza” la iniciativa de ley de residuos sólidos y trabajan en el desarrollo del reglamento para el manejo integral de estos residuos para dar lineamientos y guías para su manejo.
Biobardas
El Ministerio de Ambiente de la administración anterior se atribuyó “el logro” de la colocación de biobardas en el río Motagua para retener la basura del río Motagua y extraerla; sin embargo, los analistas creen que son soluciones momentáneas que no solucionan el problema de fondo que es el manejo de la basura, ni tampoco disminuyen la contaminación con desechos líquidos.