En este espacio de 75 kilómetros sobre esta ruta, la CA-2 Occidente, se ubican por lo menos cuatro atascos que son ocasionados por los embudos que se forman en Cocales, San Bernardino, Mazatenango y Cuyotenago. El problema es que las carreteras atraviesan zonas pobladas o bien sea que con el pasar de los años los pobladores invadieron espacios y áreas propiedad del Estado.
Similar situación ocurre, por ejemplo, en la ruta Interamericana donde, a pesar de que con el libramiento de Chimaltenango se solventó el enorme inconveniente que representaba atravesar los 15 kilómetros de la cabecera departamental, el paso en San Lucas Sacatepéquez es ahora un nuevo desafío.
En esta misma carretera, en el kilómetro 187, San Cristóbal Totonicapán, está Cuatro Caminos, un espacio que por años sirvió como un punto de referencia para los automovilistas que se dirigían hacia el occidente y la frontera con México.
La gran cantidad de negocios también se conjugan con el hecho de que en ese lugar es donde confluyen viajantes de Huehuetenango, Totonicapán, la capital y Quetzaltenango, lo cual impacta en el tránsito, y en horas pico generan atascos que pueden tardar más de una hora.
Dentro de las rutas principales con este tipo de problemas también se incluye la CA-9 Norte, ruta al Atlántico, que está en planes de ampliarla a cuatro carriles, pero el proyecto ya cuenta con la aparente oposición de los vendedores que se ubican en El Rancho, San Agustín Acasaguastlán, El Progreso, y que se han apropiado de áreas que corresponden al Estado y ahora se niegan a entregarlas.
En los últimos años también ha surgido el mismo problema en el paso por Los Amates, Izabal, donde se ubica una gran cantidad de ventas informales.
Consecuencias
Los impactos de estos embudos se contabilizan no solo en números, sino también en tiempo. Los automovilistas gastan más dinero en gasolina, mientras que los empresarios afirman que los atascos ocasionan pérdidas y restan competitividad al país.
Otto García preside actualmente la filial de la Cámara de Comercio de Guatemala en Sacatepéquez. Asegura que el embudo que se genera en San Lucas a raíz del crecimiento económico del municipio se ha vuelto “muy perjudicial” para la economía del occidente del país, especialmente para Antigua Guatemala.
“Los fines de semana pasar por San Lucas significa colas de hasta dos horas, y económicamente ha afectado desde hace un par de años para acá porque se ha agudizado el problema”, asegura García, quien afirma que las ventas en la ciudad colonial han disminuido al mismo ritmo que el turismo que se desmotiva por el tiempo que se pierde en el camino.
Los ingresos de los comercios en Antigua Guatemala, según García, han bajado entre 20 y 25 por ciento desde los últimos dos años.
El empresario lamentó que ciertos sectores en las carreteras del país se hayan saturado de comercios e inmuebles pese a que existe una legislación que impide esas prácticas lo cual ha sido propiciado por la “ausencia del estado que imposibilita aplicarla”.
“San Lucas es un ejemplo de que el crecimiento de la economía, incluso formal, se ha dado en la orilla de la carretera”, subrayó García.
Para tratar de solucionar el problema, el CIV planea la construcción de un viaducto en el kilómetro 27.5. Al respecto, en el portal de compras y contrataciones del Estado, Guatecompras, aparece una licitación para la construcción de un paso a desnivel en esa área cuya presentación de ofertas vence el próximo 8 de octubre.
Empresarios y usuarios de la ruta esperan que la construcción comience a principios de diciembre, sin embargo, ninguna autoridad del CIV lo confirmó.
Más tráfico, más estrés
Alfredo Ruano, transportista con 35 años de experiencia y quien presidió la Coordinadora Nacional de Transporte de Carga y de Pasajeros, expuso que las ventas a la orilla de las rutas crecieron rápidamente desde hace unos 10 años, por lo cual desde hace mucho tiempo los pilotos tuvieron que programar con más anticipación sus salidas.
Para los conductores del transporte de carga hay un problema más, añade Ruano, y es el hecho de que tienen restricción de horario para atravesar la capital y si no se programa una salida con suficiente anticipación o en la ruta ocurre algún imprevisto como un percance o una manifestación, lo más seguro es que se pierda un día por no llegar a tiempo para ingresar a la Ciudad de Guatemala.
Ruano explicó que el estrés también afecta a los pilotos quienes muchas veces deben correr para hacer las entregas a tiempo, por ejemplo, en los puertos ya que si llegan tarde y la embarcación zarpa se incurre en elevados costos para reprogramarlo. De esa forma se acorta el tiempo que tienen para compartir con la familia y a hasta para comer deben hacerlo de prisa.
Problema de impunidad
Los sectores consultados concuerdan en que, con las invasiones al derecho de vía en las carreteras del país ocurre lo mismo que con la criminalidad que crece porque no hay castigo para los delincuentes, en otras palabras: impunidad.
Amanda Morán, urbanista del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (Ceur), destacó que a través de los años no se ha aplicado la ley que regula las construcciones a orillas de las carreteras, vigente desde 1942, lo que ha derivado en estas invasiones.
Añade que en casos como los embudos en la ruta al Pacífico valdría la pena analizarse la construcción de libramientos, aunque reconoce que esto podría tardar años por las negociaciones que se deben hacer con los propietarios de tierras puesto que la Ley de Expropiación que contempla estos casos tampoco se ejecuta.
Morán precisó que lo ideal es que el transporte de carga no transite por centros urbanos y que, en el caso de la Ciudad de Guatemala, esta debería estar rodeada por un anillo regional.
Juan Carlos Galindo, ingeniero de la Dirección General de Caminos, señaló recientemente que la invasión de las áreas donde el Estado tiene el derecho de vía es algo recurrente en casi todas las carreteras del país, casi una cuestión cultural en donde no solo las personas violan los reglamentos, sino también lo hacen las municipalidades al autorizar construcciones.
El Reglamento de Derecho de Vía de 1942 establece que en rutas nacionales el derecho de vía del Estado es de 25 metros, en las departamentales es de 20 y en las municipales, 15. Además, precisa que en ese espacio “se construirán los caminos con la anchura que la intensidad del tránsito requiera”.
“El problema en Guatemala no es que no existan leyes, sino que no se respetan”, afirma Galindo.
Para el empresario Otto García, los “abusos” que han cometido comerciantes a la orilla de las carreteras se dan porque ha existido pasividad por parte de las autoridades para aplicar la ley.
“Cuando hay cierto grado de permisividad la cultura o forma de pensar de la gente es: si pude hacerlo y nadie me dice nada, entonces lo sigo haciendo”, acotó García, para quien el problema se da con más frecuencia en las rutas del interior por la “necesidad de los vendedores de acercarse a su mercado objetivo”.
Soluciones
Aparte de la construcción del viaducto en San Lucas Sacatepéquez, el CIV también licita la construcción de un paso a desnivel en Cuatro Caminos, km 187 de la ruta Interamericana. El proyecto se anunció en febrero del 2017 y el plazo para presentar ofertas vence el próximo 10 de octubre.
No fue posible conocer si se planea alguna solución para los atascos en Cocales, San Bernardino, Mazatenango y Cuyotenango, puntos ubicados en la ruta al Pacífico. El Ministerio de Comunicaciones no respondió a una solicitud de comentarios que le hizo Prensa Libre.
Esa ruta estuvo recientemente en el ojo del huracán ya que su ampliación a cuatro carriles fue adjudicada durante la administración el Partido Patriota a la brasileña Odebretch, firma que se vio involucrada en casos de soborno en todo el continente. Los trabajos quedaron inconclusos y en Cocales, por ejemplo, se dejó a medias un libramiento.
Por aparte en El Rancho, ruta al Atlántico, las autoridades aseguran que hay oposición de los vendedores a desalojar las ventas para que la ruta pueda ser ampliada a cuatro carriles, esa carretera es de gran importancia puesto que es la única conexión con el caribe guatemalteco, pero pasar por el rancho se ha convertido en un dolor de cabeza que urge de una solución.
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