La reducción de siete puntos porcentuales de la desnutrición crónica en Guatemala, promesa del actual gobierno, se ve lejana a poco más de un año de que el presidente Alejandro Giammattei finalice su mandato.
Es difícil atribuirle a alguna de estas políticas dicha reducción, pues desde el 2014 el gobierno de Guatemala no hace un estudio basal que muestre un avance en el combate a este flagelo.
“Los niños y niñas malnutridas son el gran fracaso de nuestro país, son ni más ni menos el espejo que nos muestra nuestro rostro más terrible”, con esas palabras Giammattei se comprometió a que la niñez sería su prioridad. “No me voy a detener hasta que acabemos con la desnutrición de nuestros niños”, agregó durante la toma de posesión el 14 de enero del 2020, sin embargo, los hallazgos que presenta el Informe final de la línea de base de la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición (GCNN) 2021-2022 no muestra un cambio significativo en los índices, y aquel discurso se quedaría en una promesa inconclusa.
La línea de base fue elaborada por el Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (Incap) a solicitud de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesán) y las autoridades del Ministerio de Salud con el fin de contar con información confiable para el monitoreo y la evaluación de resultados de la estrategia.
En cifras
En el 2014 la desnutrición crónica se reportaba en un 60.6% en los 166 municipios priorizados por el Pacto Hambre Cero, el informe de la GCNN presentado este año señala que el 57.2% de los niños menores de cinco años están afectados por dicha condición en 114 municipios priorizados por el actual gobierno.
El estudio incluyó la visita a 15,270 hogares, de los cuales se obtuvieron datos en 13,721 hogares, lo que representa 86.5% de los 15,859 hogares de la muestra basal.
Para el 2022 el índice de desnutrición es más alto en el área rural pues se reporta una tasa del 58.9%, mientras que en zonas urbanas la prevalencia es 10 puntos porcentuales menor. Al ver el problema por grupo de edad, son los niños entre los 12 y 47 meses los más afectados, con tasas que oscilan entre el 60.6% y 67.3%.
La tendencia histórica de desigualdad en la población indígena y de escasos recursos persiste como se observa en el informe. Muestra de ello es que en los hogares con una condición socioeconómica baja la tasa de desnutrición crónica es del 62.3%, el dato es inferior en el nivel alto, que aparece con 45.6%. Son los niños indígenas los más afectados, en este grupo la tasa es del 60.6%, y entre los no indígenas desciende 20 puntos porcentuales.
En el estudio de la línea de base de la GCNN se evaluó el estado nutricional de niños entre 0 y 59 meses. Son 114 municipios los priorizados en 10 departamentos, siendo estos Alta Verapaz, Chiquimula, Huehuetenango, Quiché, Sololá, Totonicapán, Chimaltenango, San Marcos, Jalapa y Quetzaltenango, los que se eligieron por tener una prevalencia de retardo del crecimiento mayor o igual al 40%.
Persiste flagelo
Aquel 14 de enero del 2020, Giammattei hizo énfasis en que la desnutrición crónica era una “condena a la muerte, a la incapacidad mental” de los niños guatemaltecos, por lo que combatirla se convertiría en el primero objetivo de sus cuatro años de gobierno.
El informe indica que casi cuatro de cada diez de los hogares del área de la GCNN que fueron parte del estudio tenían inseguridad alimentaria moderada y severa, según el índice Food Insecurity Experience Scale (FIES, por sus siglas en inglés). Mientras que seis de cada diez hogares reportaron utilizar estrategias de crisis y de emergencia para enfrentar esta situación.
Dicha condición contribuye a los altos índices de desnutrición crónica que persisten en el país, y que lo ubican en el primer lugar de América Latina y el sexto en el mundo de población infantil afectada por el flagelo, según reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
La Sesán y el Ejecutivo no respondieron a la solicitud de comentarios realizada por Prensa Libre sobre los avances de la GCNN, al menos hasta ayer, al cierre de esta nota.
Los casi tres puntos porcentuales que habría disminuido durante la última década, a criterio de Jorge Pernillo, coordinador del Observatorio del Derecho a la Alimentación y Nutrición (Odan) y catedrático de la Escuela de Nutrición de la Universidad Panamericana, “no es significativo”, ya que en la medición tendría un margen de error del 5%. Entonces, la prevalencia de la desnutrición en el país sigue igual.
Gabriela Lima, de la Instancia de Consulta y Participación Social (Incopas), refiere que la reducción ha sido sostenida en los últimos años, se ha realizado distintas acciones y estrategias, pero no están “causando un mayor impacto” y para este tiempo la disminución debería ser más marcada.
Como sucedió en el Gobierno de Pérez Molina y Morales que pretendían reducir las cifras de niños afectados en un 10% sin lograrlo al final de su gestión gubernamental, la meta de 7 puntos porcentuales que se propuso Giammattei no se logrará al ritmo y cómo actualmente se implementa la estrategia de la GCNN, según proyecta el coordinador de la Odan.
Lima señala que conseguirlo se ve complejo al sumar los problemas sociales y económicos ocasionados por la pandemia, que podrían llevar a un aumento en las cifras de desnutrición crónica en la niñez.
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De acuerdo con Rita Franco, de United Way Guatemala, “es necesario abordar la malnutrición de manera holística, priorizando el tema en la agenda pública. Se necesitan soluciones que enfrenten la desnutrición desde sus causas estructurales, facilitando oportunidades de empleo, y garantizando el acceso a los servicios básicos de salud, higiene y educación”.
Para lograr un cambio es urgente desconcentrar las acciones administrativas que impiden que los servicios cubran a más personas a nivel comunitario y rural, principalmente en los municipios priorizados, aunque no todos los territorios donde la desnutrición lacera a la niñez están incluidos, refiere Pernillo. Aquellos como el Estor y Morales, en Izabal, que tienen efectos directos por el cambio climático quedaron fuera.
Es cuestión de recursos
En el combate de la desnutrición se necesita fortalecer el presupuesto, el recurso humano e insumos y garantizar que estos lleguen a la población vulnerable, a criterio de académico. Pero en este punto hay falencias.
Este gobierno, de manera sostenida, lejos de aumentar la inversión para combatir el flagelo ha reducido presupuesto a los programas contra la desnutrición. En el caso del Ministerio de Salud, en lo que respecta a este año, las acciones para la prevención de la mortalidad de la niñez y de la desnutrición crónica tiene una modificación de Q272.2 millones menos, hasta este 9 de noviembre.
Mientras esto se da, los programas sociales siguen siendo fuente de crítica al no llegan a la población vulnerable, que según la Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) son 3.2 millones de guatemaltecos los que enfrentan una situación de emergencia y crisis para alimentarse.
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Hay un punto más que Pernillo cuestiona y es que la línea de base de la CGNN se realizó ya avanzado este gobierno, y los cuellos de botella y debilidades que se identifican en la implementación de la estratégica no podrán ser mejorados en el tiempo que queda del mandato de Giammattei.
A criterio de Lima esta debió servir para definir las acciones de la CGNN y los municipios a intervenir, por lo que la política se habría implementado un tanto “a ojos cerrados”, y estos resultados servirán más bien para el próximo Gobierno y la estrategia que proponga para el combate a la desnutrición crónica.