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Fabrizio Feliciani: “La corrupción está en la transacción”

El director regional de UNOPS asegura que las compras que realiza el Estado se pueden transparentar y alejarlas de la corrupción que han marcado el proceso.

Fabrizio Feliciani durante una visita a Guatemala habla sobre los retos como Estado para transparentar los procesos de compras. (Foto Prensa Libre: ONU México)

Fabrizio Feliciani durante una visita a Guatemala habla sobre los retos como Estado para transparentar los procesos de compras. (Foto Prensa Libre: ONU México)

En la compra de bienes y servicios, es común que el estado de Guatemala pague más a los proveedores, sin embargo, el modelo que la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) ha puesto en marcha en la compra de medicamentos del Instituto Guatemalteco de Seguro Social demuestra que este proceso se puede mejorar, incluso ahorrar. En cuatro licitaciones de medicamentos se logró economizar US$138 millones.

Fabrizio Feliciani, director regional de dicha entidad para América Latina y el Caribe, menciona que la “honestidad” es vital para lograr la transparencia y eficiencia en los procesos, y para evitar la filtración de la corrupción. Señala, además, que no se debe satanizar la inversión público-privada.

¿Considera que la forma más adecuada es que exista libre competencia?

Sí. No es que nosotros le pongamos una pistola a la gente de que ofrezca más barato. La pregunta real es ¿cómo será posible que el IGSS compre los mismos medicamentos y ahorre? Quiere decir que antes la plata se iba para otro lado.

Podemos apoyar a otras entidades en el país si nos lo piden.

Somos una entidad rara en Naciones Unidas, no tenemos una bandera política. Hacemos investigación, apoyamos en ejecutar cosas y solo recuperamos costos. No le cobramos nada a la comunidad internacional por existir.

Todos los años en Nueva York le dan un presupuesto a las agencias de Naciones Unidas, pero UNOPS solo existe sí logramos añadir un valor, y por tanto el cliente, como el IGSS, nos permite recuperar costos de lo que hacemos.

¿Tiene que venir la solicitud de un Ministerio o de un Gobierno para que UNOPS le acompañe?

Sí, siempre es una entidad pública de un país. Nosotros nos basamos en la demanda, nuestros dueños son los países, el directivo de la UNOPS son 36 países que están en rotación, son nuestros directores.

Ahora, trabajamos con México. Allí fue el presidente (Manuel López Obrador) quien quiso que la Unops le ayudará para transparentar gastos, es hacer un poco de ahorro. También en medicamentos se ha logrado bastante.

En Guatemala hemos trabajado con el IGSS, con el Ministerio de Agricultura, con el Organismo Judicial, el Ministerio de Educación, el de Salud, Gobernación, muchas cosas.

Este es uno de los países donde más hemos trabajado, la primera oficina de Unops en Guatemala se puso en 1997. No importa cuál fuera el presidente, el partido… diría todos los presidentes desde Vinicio Cerezo para acá.

¿Cómo lograr credibilidad en la gestión estatal? ¿Cuál es la herramienta que UNOPS utiliza para respaldar a Guatemala, donde los proveedores siguen viendo con desconfianza los procesos de adquisición?

Es complicado decirlo, pero tengo la misma respuesta que el presidente de México: la honestidad, es tan sencillo como eso, la ética personal y la ética pública. Y ¿cómo haces para que eso se vea? Con los resultados, porque al final tenés una plata pública y necesitás comprar servicios y bienes públicos, esa es la relación. Cuánto gastas y lo que tenés. En el valor del dinero está todo.

No hay que confundir los medios con los fines, y muchas veces en América Latina, y en particular en Guatemala, sobre todo últimamente, hay enormes debates si fulano robó, si el otro recibió. Todo es sobre trámites, sobre procedimiento. Muy raras veces veo una discusión diciendo: “bueno, se compraron estas mesas, se compraron en tanto, y el aserradero de la esquina las vende a la mitad”.

Los latinos dicen que la administración pública se debe administrar como un buen padre de familia, que dice: “Mijo, no te voy a mandar de vacaciones este año. No hay plata”. Eso hay que hacer.

Muchas veces se pierde el corazón del administrador público porque tiene miedo a toda la parafernalia, o tienes el resultado opuesto, pues ante el exceso de normativa alguien honesto se siente perdido y siente que si hace algo mal lo van a señalar, y muy probablemente así sea, porque si es honesto, lo sacarán para poner a alguien que no sea honesto.

¿Dónde debería comenzar el país a cambiar para no tener más formalismo, dónde está el problema?

Hacer las cosas bien y dar las condiciones, deveras es la honestidad. Nosotros tenemos un sistema de control interno monstruoso, y funciona demasiado bien. Aún si fuera ladronísimo no podría robar, no hay donde, me agarran de inmediato, porque están todos los controles.

¿Esos controles los llevan ustedes?

Nosotros tenemos los auditores externos de Naciones Unidas, auditores internos. Somos permanentemente auditados. Hemos hecho convenios con Acción Ciudadana, de Transparencia internacional, para asegurarnos que todo estará bien.

¿Los procesos en los que ustedes acompañan a AMEDIGSS son sostenibles en el tiempo?   

Sí. Nosotros estamos apoyando también en cambiar cómo funcionan, cómo están organizados.  La ley es ley, bueno, están cambiando la ley de contrataciones, después están los procedimientos, nadie manda al IGSS a que haya 24 etapas para comprar un medicamento, entonces les hemos ayudado a racionalizar esto.

Hemos descubierto que cuanto más complejo es un producto, más lo vas a pagar.

¿Qué tan similares somos con países cercanos como El Salvador o bien Honduras, con los que ya han trabajado? ¿Cuáles son las barreras?

Son parecidos, pero Guatemala es un país rico en Centroamérica, por aparte de Panamá y Costa Rica, por los recursos, la capacidad humana, tiene un potencial enorme que no tiene El Salvador ni Honduras, pero en esto de las compras públicas, de lo público-privado, se parecen, es muy latinoamericano.

Este es un momento importante para América Latina, por eso venimos hablando de gestión pública justa y equitativa.

Más de la mitad de la plata que habría que invertir públicamente para que los Objetivos de Desarrollo Sostenible sean alcanzados es sobre esta estructura, estamos hablando de logísticas, de energías limpias, de infraestructura social, educación, salud.

Se había hecho cuentas de la cantidad de plata que se necesitaría para que América Latina cumpliera sus metas y se necesitaría muchas más platas de lo que hay.

Allí hay que ver cómo se logra canalizar plata privada en la agenda pública. Además, hay que hacerlo bien, más transparente, así es más fácil que después los extranjeros vengan con plata, porque si no, no hay cómo hacer carreteras.

¿Cómo canalizar la inversión privada a lo público, cuando asusta el tema de la privatización de los servicios?

Primero, zapatero a tú zapato, depende de cuál cosa estamos hablando. Pero si se habla de Salud y Educación dudo que se puedan privatizar, se podría privatizar el transporte. Un ejemplo, es Manuel López Obrador. Todo podés decir de él menos que quiera privatizar, más bien, le tiene miedo a eso.

Uno de los proyectos estrellas que tiene el nuevo gobierno de México es el Tren Maya que vale US$8 mil millones, esto lo hará con una sociedad público-privado tratando de atraer la plata, y el sector privado garantiza el contrato, que el servicio va a funcionar, y eso en un gobierno que supuestamente debería ser antiprivatización.

Pero, sí se entiende que debe haber una unión entre el dinero que está en el sector privado con una buena administración pública.

Por supuesto, la relación público-privada siempre está. Cuando hablábamos de comprar medicina, de transporte, siempre en la plata pública hay un proveedor privado y hay que regularlo. Se ha dicho que en lo público está la corrupción, pero la corrupción está en la transacción. Se necesita un actor un público y privado y una sociedad cómplice para que exista la transacción de la corrupción.

Lo público, nunca se puede corromper solito, y el privado tampoco. Una relación público-privada, puede ser buena o mala con corrupción.

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