La devoción y tradición se unen, pues los feligreses elaboran alfombras, generalmente de aserrín pintado con anilina, que anteceden al paso de los cortejos procesionales.
El calor de la época motiva viajes a la playa, lagos, ríos, balnearios y áreas montañosas. Muchos residentes en la capital aprovechan el asueto para visitar a sus familiares en la provincia.
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