La historia ha sido la misma en los últimos años: fenómenos climáticos que golpean el país con la pérdida de infraestructura y de vidas humanas. Las autoridades, municipales o del Gobierno central, salen a apagar fuegos y a reparar puentes, calles o carreteras, muchas veces con la implementación de estados de excepción para hacer compras sin licitar.
Pero poco o nada se escucha de planificaciones a largo plazo, por ejemplo, de un rediseño o ampliación de la red de colectores que están bajo las ciudades, cuyo colapso han provocado grandes hundimientos como los del Barrio San Antonio, en 2007, o en Ciudad Nueva, zona 2, en 2010.
Todo apunta a que el colapso de los colectores es la causa del agujero —que cada vez se hace más grande— que se formó sobre el kilómetro 15 de la ruta al Pacífico, en Villa Nueva, y que mantiene con problemas a los usuarios de esa ruta y también a la economía, puesto que por ahí se moviliza un buen porcentaje del producto interno bruto (PIB).
Tampoco se conoce si las autoridades vigilan o monitorean los suelos de las montañas a orillas de las carreteras más transitadas, que contribuiría a tener cierta certeza de en qué lugares podría ocurrir una emergencia con el fin de planificar mejor los trabajos.
Próximos meses
El cambio climático es un fenómeno que lleva siglos de existir, su impacto en las últimas décadas ha sido más visible porque el mundo es habitado por más personas y por el calentamiento global que altera el régimen de las lluvias.
Lo que ocurre en estos días ya se había previsto. El pronóstico del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) detalló en abril pasado que los meses iniciales del invierno traerían lluvias excesivas.
Videos: las imágenes de dron que muestran la magnitud del hundimiento en Villa Nueva
Asimismo, entidades internacionales informaron que se producirían al menos 19 tormentas o huracanes, cuando el promedio de los últimos años ha sido de 14.
Expertos temen que emergencias como las ocurridas en días recientes se repitan o sean peores en la segunda parte de la temporada húmeda, sobre todo si el país siguiera bajo la influencia del fenómeno de La Niña. En cualquier caso, es un hecho de que al menos julio si lo estará.
El ingeniero geólogo Manuel Mota dijo que cada vez son más frecuentes los problemas que las lluvias causan en la infraestructura y que para que esto ocurra, ahora, ya no es necesario un “mega evento”.
La pregunta es, cuestiona el experto, si nuestros sistemas se adecúan a la forma tan drástica y desordenada que se está cambiando el uso del suelo en el país con más construcciones en lugares de riesgo, o nuevos edificios y residencias que presionan más el sistema de drenajes.
“En Mixco, por ejemplo, siguen los fallos en las tuberías y cada año hay hundimientos y problemas, pero ni siquiera se escuchan rumores de si van a hacer un nuevo proyecto cueste lo que cueste en dinero, y siguen parchando sin tener un análisis adecuado”, señaló.
Los drenajes y colectores tienen años de estar funcionado, entonces hay que mejorarlos, ampliarlos o cambiarlos “pero dónde están esos planes”, cuestionó Mota. En la capital se añaden cada año edificios o departamentos ¿Pero se amplían los drenajes o solo se conectan a los ya existentes?, cuestionó.
El experto también pone en duda si las autoridades municipales asesoran la construcción de viviendas en áreas de alto riesgo como en la zona 5, donde un deslizamiento sepultó varias casas el domingo pasado.
Dice que en el lugar ya no se debieran autorizar más construcciones, pero ante la complejidad social del país, al menos debe de darse asesoría y no dejar que las personas hagan lo que puedan sin ningún criterio técnico.
Prevención
Mota afirma que la prevención es la clave para mitigar desastres.
En el deslizamiento ocurrido en el kilómetro 24 de la ruta Interamericana dijo que, aunque no se hubiera evitado el derrumbe —aunque quizás sí—, se tendrían que vigilar estos puntos a lo largo de la ruta. “Pero yo no veo acciones preventivas, veo preparación para la respuesta”, concluyó.
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En Guatemala seguimos con la tendencia de ser más reactivos que preventivos “y actuamos hasta cuando tenemos el agua hasta el cuello”, coincide Alex Guerra, director del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático.
Expuso que en el mundo se sabe que es mucho más efectivo y barato apostarle a la prevención más que a la reacción. “Se sabe que por cada dólar que invierto en prevención me ahorro ocho en los impactos”, subrayó.
En ese sentido, el experto también sostiene que el escenario por el que atraviesa el país hoy ya se conocía; es decir, que las lluvias serían copiosas. Lo preocupante es que las últimas proyecciones indican que “posiblemente sigamos bajo el efecto del fenómeno de La Niña”, agregó.
De confirmarse este pronóstico significaría que durante toda la época lluviosa podrían ocurrir emergencias similares o peores a las que se suscitaron en estos días.
Ante este panorama y luego de décadas de crecimiento desordenado a lo más que se puede apuntarse en el cortísimo plazo es a medidas que mitiguen los efectos de las lluvias, por ejemplo, identificar lugares de peligro, elaborar planes de respuesta y evacuar áreas de altísimo riesgo.
“Lamentablemente las soluciones más efectivas son a mediano, pero sobre todo en el largo plazo”, precisó Guerra.
Cambio climático
El cambio climático ha impactado e impactará en el comportamiento de las lluvias. Para Guatemala, en general se espera que hacia el 2050 haya menos lluvia; sin embargo, la que cae es muy intensa y en muy poco tiempo, eso es dificulta la mitigación de los daños que pueda sufrir la infraestructura.
Lo errático del clima se puede ver en un año y a lo largo de las décadas. Así, puede ser que en un año se pase rápidamente de sequías en mayo que afectan a los agricultores a inundaciones en junio.
Pero estos ciclos de exceso de lluvia y sequía también los observamos a escalas de décadas, explica Edwin Castellanos, director del Observatorio Económico Sostenible de la Universidad del Valle.
El experto en mitigación y adaptación al cambio climático explica que la década de 2000 a 2010 fue de mucha lluvia, con tormentas y huracanes recurrentes. Luego la del 2011 a 2020 fue de sequías, que principalmente se dieron a partir de 2015 años que se caracterizaron por un inicio muy tardío de la época de lluvia y una canícula muy prolongada.
Ahora, en la década del 2021 a 2030 podríamos estar a las puertas de otro período de altas lluvias. “Así nos iremos el resto del siglo, alternando períodos de alta lluvia con períodos secos”, añadió.
Castellanos también cree que habrá más emergencias en este año ya que a medida que avanza la época lluviosa los suelos se saturan más de humedad. En cuanto a la infraestructura, señaló que la actual tiene deficiencias en su diseño y construcción.
“La infraestructura futura debe tomar en cuenta los excesos de lluvia que estamos y estaremos teniendo”, precisó. Para empezar, lo mínimo que hay que hacer es evitar la corrupción en los procesos de adjudicación de construcciones “para que sean las empresas mejor calificadas técnicamente las que hagan las obras”, argumentó.
Cuadros técnicos
Las deficiencias en planificación y construcción hacen pensar si en realidad las instituciones cuentan con el personal calificado para trabajar en estos, sin olvidarse del crecimiento poblacional y los efectos, cada vez más devastadores, del cambio climático.
Mota cree que sí hay suficiente personal técnico para desarrollar planes sin dejar de lado estos aspectos.
Lo que sucede, enfatiza, es que en las instituciones no los priorizan y por lo regular áreas donde debería haber especialistas hay personas con conocimiento limitado que recién se graduaron de la universidad o que “fueron puestos ahí por cualquier razón, menos por su capacidad técnica”.
El ingeniero geólogo afirma que en Guatemala hay “mucho mercado” de expertos, “pero no hay quién los busque”, ni en el Gobierno central ni mucho menos en las municipalidades “donde los intereses son más políticos y pocas veces están orientados a solucionar los problemas que afectan a la gente”.