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En su obra Treinta años de mi vida, Goméz Carrillo -conocido como el Príncipe de los cronistas- se inspiró en las calles parisinas y en la emblemática Catedral que el 15 de abril fue parcialmente destruida por el fuego, para relatar su historia: “Dando vueltas por el centro de la población, evocábamos a cada paso, ante la vulgaridad gris de las calles sin estilo, sin fecha, sin abolengo, la gracia vetusta de nuestro Barrio Latino dominado por las torres de Notre Dame y alegrado por las curvas del Sena”.
Miguel Ángel Asturias, premio nobel de Literatura, quien residió en París, llegó a la Catedral de Notre Dame en 1925, como uno de los invitados de la boda de Guillermo Padilla Castro, un costarricense que luchó por la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social, según el libro Guillermo Padilla Castro, forjador de instituciones.
Pero más allá de esa mención, el propio Asturias hizo referencia del emblemático edificio en varios escritos, algunos se recogen en el libro Miguel Ángel Asturias, París 1924-1933. Periodismo y creación literaria, en los cuales describe desde París la riqueza de la cultura latinoamericana. Algunos de esos textos fueron publicados en el diario El Imparcial.
El premio Nobel habló de la Catedral parisina: “Siguiendo en mis ejercicios de paciencia, fui el último viernes a oír en la catedral de Notre Dame a la Père Sanson, que no por su apellido, ya glorioso y legendario, sino por sus cualidades oratorias, es célebre y seguido de los aficionados a los buenos predicadores…”.
En otro fragmento del libro dice: “Notre Dame bajo la nieve tiene no sé qué emoción de fantasma arrancado de una vieja novela, fantasma, decoración, azucena, nubes de humo”.
Crónicas de viaje
De las letras que resaltan y que evocan la majestuosidad de la catedral francesa están las de la escritora y promotora cultural Irina Darlée, quien en sus columnas en Prensa Libre plasmó crónicas de viaje y su visión de un domingo en París, una ciudad con “miles de matices”, donde Notre Dame tenía una descripción especial.
La autora, que llegó a Guatemala en 1972 proveniente de Moscú, escribió el 19 de junio de 1994 bajo el título Un domingo en París:
“Miro ventanas desproporcionadas pero todas iguales. Paso por varias casas que perpetúan en placas de mármol adosadas a sus muros los nombre gloriosos de los que las habitaron y que dieron fama a Francia. Cerca de nosotras pasa una mujer con cabello amaizado y adornos baratos. Es de las que pecaron a su gusto y que los hombres se limitan a seguir discretamente para entrar en alguna casa de placer”.
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Continúa con: “Un jorobado vendiendo billetes de lotería. La andrajosa figura de un hombre que se va alejando. También todo esto es París, la ciudad luz con la Catedral de Notre Dame, Opera, el Museo de Louvre, Campos Eliseos, Rue de la Paix, plaza Vendôme, etc…”
En Fragmentos de París, columna publicada el 18 de septiembre, Darlée escribió:
“Durante el primero de nuestros tres días en París nuestro infatigable autobús nos situó en la ‘cité’, sobre la isla más grande del Sena, donde se levanta la catedral de ‘Notre Dame’, terminada de construir en 1345. Este templo medieval estuvo a punto de ser derribado en 1793 por la Revolución y fue de nuevo consagrado en 1802. Dos años más tarde “Notre Dame” fue el escenario de la coronación de Napoleón I por el Papa Pío VII”.
Darleé, quien no solo ganó un espacio en el mundo de las letras también lo hizo en el periodismo, continúo su relato con una descripción de los contrastes entre las figuras de piedra mitad hombre mitad animal colocadas en la fachada de esta joya de la arquitectura gótica y las esculturas que se albergaban en el interior:
“Tal vez por haber dormido mal o porque tenía mal humor solo me fije en las fachadas de ese templo con monstruos: figuras grotescas de formas extrañas, estatuas que personifican los vicios y en el interior: Cristo rodeado por apóstoles y mártires, por vírgenes prudentes y vírgenes locas. Las proporciones de ‘Notre Dame’ son imponentes: 130 metros de largo, 50 de ancho y 35 de altura. Hay espléndidos vitrales del siglo XIII, pero durante mi segunda noche en París yo soñada con los monstruos medievales, que interpretaban una danza macabra en el infierno”.
De cerca con el arte
Monsanto es uno de los guatemaltecos que recorrió la Catedral de Notre Dame con ojos de artista. Amante de la historia y de la evolución del pensamiento humano refiere que este monumento “contiene diversidad de objetos, incluso, anteriores a su creación en el siglo XIII, lo que la transforma en una inmensa fuente de información. No deja de conmover el hecho que personas del año mil y poco más hayan visto lo mismo que mis ojos en pleno siglo XXI”.
“Que esa Catedral provenga de un momento en el que el pensamiento humano estaba por iniciar un renacimiento, le da un valor emocional no medible”, agrega el también artista visual, quien conoció este símbolo de la cultura europea “a través la pluma de distintos autores, de distintas épocas”, relata.
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El guitarrista quetzalteco Luis Juárez Quixtán, quien reside en Francia, donde estudió en la Escuela Superior de Música de París y reconocido con la medalla del Senado de Francia para personalidades latinoamericanas residentes en ese país, lamentó la destrucción que ocasionó el fuego en el monumento gótico.
“Es un pérdida enorme para la cultura general para la historia, es algo que duele mucho, cualquier persona que esté interesada en París sabe que es uno de los puntos que hay que visitar obligada por su historia, por belleza, por toda la historia generada”, agrega.
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