Según la organización internacional Corporación Latinobarómetro en Chile, el catolicismo ha perdido terreno en el país y pasó de ser el 54 por ciento en 1996 al 47 por ciento en el 2013, reduciéndose, además, la brecha en apenas 7 puntos porcentuales respecto de las religiones evangélicas. ¿A qué creen que se debe esto?.
Habría que matizar la tendencia: muchas religiones históricas han pasado por esa dificultad, es algo que afecta a las religiones históricas. Hablo de la iglesia luterana y calvinista. No es que haya bajado la religiosidad, sino que cambia de modos de manifestación. En Guatemala, la religiosidad se mantiene muy alta. Hay estudios que hacen referencia a cómo en América Latina los jóvenes buscan la espiritualidad, después viene la discusión de cómo y dónde se cuaja esa espiritualidad.
También depende en qué continente se vea; por ejemplo, en la India sube el catolicismo, con sus dificultades; en África, en Asia también sube, así que todo depende del punto de referencia, para América Latina se modifica el modo, pero se mantiene la figura de Jesús. Cambia el modo de entender las iglesias, pero la fe está viva.
¿Es posible recuperar a los adeptos que se fueron?
Hay gente que vuelve, porque encuentra en la simbología del nuevo papa, Francisco, más cercanía y sienten que se encuentran caminos de solución para situaciones no fáciles; por ejemplo, los divorciados y estas cuestiones de género.
Esa búsqueda de cercanía define el papado. Toda esa búsqueda que el Papa lanza, esa cercanía que busca lo humano. En Europa, por ejemplo, hay semilla nueva de resurgimiento en los jóvenes.
¿Cuál es el papel social de la Universidad Rafael Landívar, la primera privada y católica del país?
Buscamos ser la mejor universidad para Guatemala y una de las mejores universidades del país, queremos que no haya nada de Guatemala que de alguna manera no nos afecte y ante lo cual nosotros no tratemos de colaborar. Invitamos a los estudiantes a que sean colaboradores de un proyecto de país, a modo de entender la educación.
¿Y cómo involucran a los jóvenes en los problemas nacionales?
De una manera interna, la URL hace que el joven tenga las cuatro “C”: competente, consciente, compasivo y comprometido. Competente: que sepa muy bien lo que ha estudiado. Consciente: que sepa que su carrera tiene una responsabilidad ante la sociedad y ante el país, que el egresado se sienta partícipe de la verdad. Comprometido: que busque aportar lo mejor que sabe, y compasivo: que traté de incorporar algo que pareciera que no es tan fácil incorporar, que implica querer y no solo saber, querer a la gente, querer al país. Nosotros les decimos a nuestros estudiantes que hay que enamorarse de Guatemala, porque solo cuando uno está enamorado, uno acepta sacrificios. Hoy pareciera más sencillo cambiar de país que cambiar el país. Hay que transformar al país.
¿Cómo es la proyección hacia lo externo?
Nosotros trabajamos con agrupaciones que buscan la forma de ayudar a la sociedad. Tenemos danza, para tratar de hacer cohesión con la gente; teatro, que se presenta en escuelas rurales y se les muestra a los niños que tienen derecho a la cultura; colaboramos con grupos de artesanos para que puedan entrar a un mercado.
Hay quienes creen que las universidades no deberían involucrarse en las comisiones de postulación ¿Qué piensa al respecto?
No podemos soslayar algo que ya está en ley. Lo que sí hay que hacer es afinar qué tipo de participación va a tener, de qué manera se puede contribuir en el proceso.
¿Cómo ve a la familia guatemalteca?
La noción de familia ha cambiado mucho y hay que verla en diversos contextos culturales, el modo maya con un modo más occidental y dentro de eso la mezcla de cierta línea que surge. Nosotros hacemos un esfuerzo en reconstruir la familia en donde los hijos encuentren un espacio de cariño y de socialización.
La familia tiene que ser un núcleo que permita construir un tipo de socialización y que invite a encontrar otras relaciones que no son la familia.
¿Cómo comenzó su vida religiosa?
Yo estudié en el Colegio Javier, en Panamá, que es de la compañía. Ahí empezó la vocación y me pregunté en qué quiero servir. Me di cuenta de quién era. Recuerdo que siempre me gustaron las tiras cómicas y miraba una de la imagen de San Francisco de Asís hablando con el lobo. La visión de él no dejaba fuera nada, es un proyecto de servicio.
¿Cómo llegó a la Rectoría de la URL?
Me llamó la antigua decana —Guillermina Herrera— para iniciar un proceso de investigación, y cuando llegué aquí era para construir una vicerrectoría de investigación y proyección. Después, de Integración Universitaria y la Junta Directiva me nombró rector.
“Recuperé el humanismo”
“Cuando vine por primera vez a Guatemala —en 1969— me recorrí la zona 1. Recuerdo que me encantó. Conocí el Paraninfo Universitario, la Catedral”, rememora Eduardo Valdés, rector de la Universidad Rafael Landívar. Desde niño estuvo ligado a los jesuitas porque estudió en el Colegio Javier de Panamá, que pertenece a esa orden.
Hijo de Bartolomé Valdés y Paula Barría, el religioso recuerda su niñez entre el beisbol, voleibol, alpinismo y futbol, y “el deporte que estuviera de temporada”. Afín a las ciencias exactas —álgebra, trigonometría, geometría analítica química, entre otras— y al cine italiano, Valdés asegura que el principal aporte de la orden jesuita es el “sentido de la espiritualidad”. Durante su formación como religioso en centros jesuitas, asegura haber recuperado el humanismo y descubierto la belleza del ser humano.
Indica que el papa Francisco invita a los de la orden a mantenerse alejados de los espacios donde se disputen dignidades, en el sentido de la humildad.
Recuerda a Juan XXIII como el pontífice que se dio cuenta de que “el mundo estaba cambiando y que la Iglesia tenía que responder a ese cambio, pero que los modos de hacer cuajar esa fe tenían que adecuarse”.
Aplaude el hecho de que los jóvenes en América, sin importar la denominación que escojan, son cada vez más espirituales y mantienen la imagen de Jesucristo.
Aficionado a la relectura, Valdés confiesa haber leído Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez, 10 veces en la última década.
Considera que hay que aprender a vivir con las diferencias para evitar que estas se vuelvan confrontación, y que la familia tiene que ser el punto de partida para aprender a construir otras formas de socializar.