En el evento, que se llevará a cabo este 25 de abril en el Hotel Intercontinental, participarán miembros de la sociedad civil, además de panelistas internacionales, una especialista en desnutrición del Banco Mundial, además de representantes de los partidos políticos, para que asuman el compromiso del combate contra la desnutrición crónica infantil y tomen medidas significativas para reducir su impacto en las comunidades.
Homa-Zahra Fotouhi, representante del Banco Mundial, conversó con Prensa Libre acerca de la importancia de abordar el tema, y más ahora que en el país transcurre un nuevo proceso electoral.
¿Cuál es la situación de Guatemala en el tema de la desnutrición crónica infantil?
Hay tasas muy altas, el promedio del país es 46.6 por ciento y en algunos departamentos estamos como a 80 por ciento, Totonicapán tiene 82.
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La idea es replicar lo que pasó en Perú, que logró bajar más de 50 por ciento (la desnutrición) en ocho años, en cuatro gobiernos consecutivos. Bajaron de 28 por ciento a 13 por ciento, y eso es porque la sociedad civil se involucró y exigió a todos los políticos que tenían que hacer de la lucha contra la desnutrición crónica infantil una prioridad de país.
El departamento de Guatemala tiene 26 por ciento. No hay que ir al otro lado del país, acá en la calle se ve, y por eso tiene que ser una lucha de todos. La desnutrición cónica infantil es invisible e irreversible.
Se pueden tener los mejores maestros, las mejores escuelas, los mejores libros de texto, si el niño llega con desnutrición crónica y su cerebro no está desarrollado como debería no va a lograr a aprender, eso realmente afecta a todo el país.
¿Cómo llegamos a esos índices alarmantes en el país?
Lo que se necesita es una atención muy fuerte a largo plazo, y eso no se ha dado acá, porque viene un gobierno por cuatro años y luego viene otro. Por ello, la sociedad civil tiene que involucrarse, porque no puede ser un programa solo de un gobierno, tiene que ser un programa de país, y debe tener continuidad.
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Lo que ha pasado es que ha habido muchos cambios -de ministros- en un mismo gobierno. Lo que se necesita es un compromiso a largo plazo y no lo ha habido.
La sociedad civil se tiene que involucrar, pero ¿cómo presionar para que esto sea un tema de agenda de país?
Pidiendo a los candidatos que se comprometan públicamente, y conocer si realmente entienden lo qué es -la desnutrición crónica infantil- y cómo afecta a la persona, al país. Segundo comprometerse públicamente de que le darán la prioridad que se necesita.
Lo que pasó en Perú fue eso, que salieron los candidatos públicamente comprometiéndose con el tema, con esa lucha y lo lograron.
Los países lo han logrado porque la desnutrición cónica infantil ha sido una prioridad de Estado, una prioridad de país, y el país lo representa la sociedad civil.
El asunto acá es que no hay un entendimiento de cuál es el problema, y eso prácticamente evita que se tome en serio. Hay una tendencia en confundirlo con desnutrición aguda, y se piensa en las sequías y todos eso, apoyamos un poquito y en ese momento ya solucionamos el problema, pero el primer paso para salir de una crisis es entenderlo y en todo nivel nos hemos dado cuenta de que no había ese entendimiento, pero poco a poco ya está posicionado.
La diferencia es que ahora se necesita que todo el aparato estatal funcione bien y siempre, porque no tiene sentido de que en tres años trabajemos muy bien (en el combate a la desnutrición) y volvemos a como estábamos ahora.
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Tenemos que entender que le debemos exigir a quien ejerce el gobierno que no nos ofrezca lo que va a hacer, sino que haga lo que tiene que hacer, y en este caso es la atención desde la Ventana de los Mil Días, que sea integral y completa para toda la población, de lo contrario estamos perdiendo generaciones. Esto ya no se puede enmendar, el niño que nazca mañana sin esta atención ya lo perdimos. Hay que llevar ese dramatismo a la agenda de los políticos.
¿La desnutrición crónica infantil es uno de los problemas vitales a los que se debe poner atención?
Totalmente. Un verdadero estadista atacaría esto de entrada y no lo soltaría, porque el país es lo que es su sociedad, sino no vamos a tener la gente con la capacidad de aprender y transformarse. Es un círculo vicioso, por un lado, está el tema del ingreso, pero el ingreso nunca se va a corregir si hay necesidades básicas insatisfechas y que debe hacer la parte pública, ya lo demás viene por añadidura. Si no damos ese primer paso no va a cambiar nada. Podemos hacer las mejores carreteras, podemos tener electricidad en todas las casas, pero en 20 años va a parar con que queremos tener mejores trabajos y no se pude, este es el primer paso.
¿Es posible lograr un cambio en Guatemala, disminuir ese 46.6 por ciento de desnutrición crónica infantil?
Lo es. Otros países lo han hecho y lo que vamos a hablar el jueves es, por ejemplo, de India, Senegal, Vietnam, Brasil, que lo hicieron.
Afganistán que es un país que ha estado con conflicto activo desde los años 1970, tiene 41 por ciento de promedio y Guatemala tiene casi 47… No puede ser. El país no puede tener esas tasas, y en algunos departamentos 70 u 80 por ciento, cuatro de cada cinco niños están desnutridos crónicamente y afectados por el resto de su vida. Es trágico.
¿Hemos avanzado en algo?
Solo que el 46.6 se haya puesto en boca de muchos, es algo. Antes era solo una cita o se desconocía, pero a eso hay que entrarle más a fondo, es como estadios. Creo que este primer reto es quitarle lo invisible al tema, el tema de que los padres son bajos y los hijos tienen que ser bajos, esos mitos los sobrepasaron toda las sociedades que lograron vencer esto. El reto es que caímos en un proceso electoral, ya no tiene que ser solo un tema de eslogan (de campaña) sino que tiene que ser un compromiso.
Por ejemplo, si en campaña me comprometo, tengo que saber cuál es el problema y segundo cómo entrarle, y esto implica que los puestos de salud existan y estén funcionando, que haya disponibilidad de medicamentos, que la extensión de salud llegue y monitoree como están las madres embarazadas, que todos tengan acceso a agua potable y no agua entubada, y condiciones de higiene adecuadas para el consumo del agua.
Queremos ser más competitivos tenemos que tener gente con estudios, pero no solo estudios si no que comprendan y digieran, esa es la primera etapa. El primer estadio es que los niños no estén desnutridos crónicos. De nada sirve invertir en una situación de estas a los 10 años porque ya impacto, no solo es caro sino el impacto es mayor, esto es transformar una sociedad, si no damos ese primer paso en 20 años seguiremos en la misma situación. Eso es crítico.
Asumamos que seguimos haciendo lo que seguimos haciendo y al ritmo que lo estamos haciendo, y los demás países súbitamente dejan de hacer todo lo que hacen, nos llevaría 54 años de llegar al nivel del segundo que es Bolivia, y 120 años al nivel de Costa Rica. Aquí si hay que cambiar lo que estamos haciendo.
¿Cómo lograr el cambio? De eso se hablará en el conversatorio.
La idea de este evento es cómo mantenemos viva esta discusión, hay miles de problemas en el país, pero si no se ataca esto de fondo, no se va a solucionar nada.
No estamos en una situación en la que mejor apaguemos la luz y vámonos, eso es lo que quisiéramos transmitir. Ya sabemos que tenemos un problema, pero es posible combatirlo, y no es tanto la receta sino cómo nos organizamos como sociedad para aplicar la receta. Esa es la clave.
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Homa-Zahra Fotouhi
De nacionalidad iraní, es representante residente del Banco Mundial (BM) para Guatemala, América Latina y el Caribe. Ha trabajado durante 16 años para esa entidad internacional, y se ha enfocado en países pequeños, frágiles y en contextos posconflicto.
Su experiencia abarca países del Caribe y en la Vicepresidencia de Operaciones y Servicios a los Países del BM. Colaboró en Guyana y Timor Oriental, donde fue asesora Especial de la ministra de Finanzas, en calidad de presidenta del grupo de estados frágiles G7+.
Abrió la primera oficina del BM en Yibuti donde fue representante residente.
En Guatemala ha prestado especial atención al combate de la desnutrición crónica infantil.
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