Después de su paso, hace 25 años, Mitch sigue siendo considerado el huracán más mortífero en la historia reciente en el Atlántico.
En Guatemala, la tempestad desencadenó deslizamientos de tierra, avalanchas e inundaciones que cobró vidas, principalmente entre los más vulnerables, como niños y ancianos. El saldo trágico se elevó a 268 personas muertas a nivel nacional.
Muchos quedaron sin hogar y se alojaron en albergues, o se vieron obligados a desplazarse. Debido a las inundaciones, unas 46 mil personas fueron evacuadas en Zacapa, Izabal, Alta Verapaz, Petén y Chiquimula.
Además, en la capital, se reubicó a unas dos mil 500 personas que se encontraban en áreas de alto riesgo. Se establecieron 22 refugios en la ciudad y 47 en los diferentes departamentos del país para albergar a los afectados.
Los copiosos aguaceros dejaron incomunicadas a numerosas comunidades a lo largo del territorio, y se reportaron un total de 75 deslizamientos de tierra en las carreteras del nororiente y sur del país, las áreas más afectadas.
Destruyó 37 puentes y hubo pérdidas de cultivos valoradas por más de Q306 millones, provocando un impacto económico a largo plazo.
Mitch en el istmo
El fenómeno se formó como una depresión tropical en aguas del Caribe el 22 de octubre de 1998, y luego se intensificó rápidamente para volverse huracán.
Antes de llegar a Honduras, Mitch azotó a Nicaragua con fuertes vientos y lluvias torrenciales.
La mañana del día 26, alcanzó la categoría 5, la máxima en escala de huracanes, convirtiéndolo en extremadamente peligroso, con vientos fuertes de hasta 305 kilómetros por hora.
Al mediodía del 29 de octubre, Mitch tocó tierra en la costa de Honduras. El país sufrió graves inundaciones, deslizamientos y daños en su infraestructura, y dejó miles de fallecidos.
Al llegar tierra adentro, aunque perdió intensidad, el sistema no se disipó por completo.
Después de atravesar Honduras, el huracán continuó hacia El Salvador y luego impactó en Guatemala entre el 29 y el 31 de octubre.
Su huella de destrucción
Mientras estuvo estacionario en el Caribe centroamericano, fueron destruidas carreteras, puentes y miles viviendas en Guatemala, Belice, Honduras, Nicaragua y El Salvador.
Los primeros días de noviembre del 98, el dolor y la consternación se apoderaron de Centroamérica al confrontar la inmensa magnitud de la tragedia desatada por el huracán Mitch. Poblados enteros fueron arrasados, y miles de personas quedaron damnificadas.
Las escenas de luto y pesar se reprodujeron en toda la región al tomar conciencia de la verdadera dimensión de la catástrofe.
El número de víctimas fatales superó la escalofriante cifra de 10 mil, y casi un millón de personas se encontraron en situación de desamparo.
La devastación fue tan abrumadora que Estados Unidos ofreció el Estatus de Protección Temporal (TPS) a los países afectados. Honduras aceptó esta oportunidad de inmediato, mientras que el Gobierno de Guatemala optó por rechazarla.
A pesar de que han transcurrido dos décadas desde aquel desastre, la región ha enfrentado múltiples eventos climáticos extremos desde entonces. Sin embargo, el nombre “Mitch” se retiró de la lista alfabética de huracanes como un recordatorio constante de la necesidad de no olvidar la magnitud de la devastación que dejó a su paso.