Los críticos también señalan que la Autoridad para el Manejo Sustentable de la cuenca del Lago de Amatitlán (Amsa) ha pasado de ser, en ese tiempo, una entidad técnica a política y por si eso fuera poco, salpicada por hechos de corrupción.
Hace 10 años, el presupuesto de la institución era de Q80.4 millones, progresivamente disminuyó hasta que en los años 2019 y 2020 llegó a Q29.3 millones.
Sin embargo, no todos los recursos estuvieron a disposición de la entidad, o bien sea no hubo capacidad de ejecutarlos en algunos años. Por ejemplo, en el 2013, de Q71.37 millones solo se ejecutaron Q40.83; y en el 2015, de Q41.72 millones se gastaron Q31 millones.
El peor año fue el 2020 ya que Amsa apenas ejecutó Q22.63 millones.
Última prioridad
El descalabro financiero de Amsa parece que no es casualidad. Los ambientalistas afirman que el tema ha sido relegado durante años por los gobiernos y lo dejan en el último lugar de las prioridades.
Aparte de Amsa, otro ejemplo puede ser el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) que el año pasado ejecutó la cantidad más baja de recursos en cuatro años, Q96.8 millones en total, Q14.3 millones menos que en el 2019; Q7.57 por debajo del de 2018, y Q1.8 millones menos que el 2017.
Idéntica situación ha ocurrido con la Autoridad para el Manejo Sustentable de la cuenta del Lago de Atitlán puesto que pasó de tener un gasto de Q29 millones en 2017 a Q10 millones en 2018 y 2019. En 2020 ejecutó Q8.3 millones de su presupuesto.
Un informe del 2018 de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) da cuenta que Guatemala invierte apenas el 0.2 por ciento de su PIB (producto interno bruto) en protección al medio ambiente.
Marco Cerezo, director de Fundaeco
Estos números son muy similares en la región, con excepción de Panamá cuya inversión en relación con el PIB en protección ambiental es del 0.4 por ciento del PIB.
El deterioro del medioambiente guatemalteco quedó plasmado en el Índice de Desempeño Ambiental 2020 publicado recientemente, que ubica a Guatemala en el puesto 149 de 180 países en el mundo en cuanto al impulso a medidas de protección.
En América Latina y el Caribe está en la posición 31 de 32 naciones, solo por delante de Haití.
Pierde su objetivo
El incendio del vertedero de Amsa es producto de años de abandono de la temática ambiental no solo del actual gobierno, sino desde hace mucho tiempo atrás, coinciden ambientalistas consultados, quienes reclaman que el presupuesto que se destina a la gestión de desechos sólidos es muy pequeño.
Al respecto de Amsa, lamentan que es una institución que en un principio era muy seria y técnica, que incluso contaba con cooperación internacional pero que con el tiempo perdió el rumbo. Se dieron nombramientos antojadizos y políticos, de gente sin experiencia, que trajo como consecuencia el debilitamiento de las capacidades técnicas y la pérdida de personal especializado.
El debilitamiento se empezó a gestar antes del gobierno de Otto Pérez Molina, afirma Marco Cerezo, director general de la Fundación para el Desarrollo y la Conservación (Fundaeco).
“Pasaron funcionarios capacitados, pero en términos generales veíamos gente sin experiencia, sin formación técnica, ni profesional ni especializada, y vimos como se deterioró la institucionalidad de Amsa, su politización y el manoseo del presupuesto”, añade.
Magaly Arrecis, analista socioambiental
Cerezo critica el bajo porcentaje de recursos que los gobiernos le dedican al cuidado del medioambiente que debería ser “como mínimo del 3 al 5 por ciento del PIB”. “Los gobiernos no entienden que no es un gasto sino una inversión para el futuro de todos los guatemaltecos”, dijo.
Estos recursos deben ser utilizados no solo para la gestión ambiental, sino para proteger la naturaleza y los ecosistemas que aún existen también en adaptación al cambio climático.
El ambiente queda de último
La analista socioambiental Magaly Arrecis lamenta que “no se ha visualizado la importancia que tiene el ambiente para la vida en general, no solo para los humanos, sino para el resto de seres vivos, el agua y el aire”.
A la vez de señalar que los problemas ambientales son “una bomba de tiempo”, teme que el incendio en el vertedero de Amsa sea una señal de lo que le espera a los bosques en los próximos meses con los incendios forestales, los cuales afectan el ciclo del agua que se utiliza no solo para el consumo diario e higiene, sino también para muchas actividades económicas.
Al tratar de explicar por qué los gobiernos no han priorizado el cuidado del medioambiente, Arrecis coincide con que primero se atienden otros temas y “el ambiente queda de último”, lo cual se entiende, pero no se justifica.
“Siempre estamos trabajando de cara a la emergencia y no ha existido una visión estratégica de que el cuidado de los recursos naturales puede dar oportunidades de desarrollo sostenible”, asevera la analista, para quien el medioambiente puede ser la clave para el desarrollo.
Repensar estrategia
Los entrevistados cree que esta “tragedia ambiental” del incendio del vertedero debe ser aprovechada para repensar sobre la institucionalidad y los presupuestos para la gestión ambiental.
En primer lugar, dice Cerezo, hay que reconocer que el país es uno de los que tiene la carga tributaria más baja del mundo, y con un presupuesto cercano al 10% del PIB el estado apenas tiene capacidad de cumplir con sus responsabilidades en cuando a salud, educación y seguridad por lo cual y el margen que queda para gestión ambiental es muy bajo.
El director de Fundaeco es de la opinión que la institucionalidad para tratar los desechos y las aguas residuales “ha colapsado” y que “el modelo de delegar a los municipios, con pocos presupuestos y capacidades técnicas, la enorme tarea” de manejarlos ya no funciona.
Una propuesta podría ser el que compañías público-privadas se hagan cargo de tratar los desechos sólidos y crear una institución similar al Instituto de Aguas Potables y Alcantarillado que funciona en Costa Rica.
Cerezo, incluso sugiere subir un 1% al IVA para dedicarlo exclusivamente para el tratamiento de la basura para lo cual habría que hacer conciencia ciudadana de que la gestión ambiental tiene un costo.
“La gente está dispuesta a pagar Q150 por el servicio de cable, Q300 por internet y Q180 por teléfono, pero si se les dice que pague Q65 por el manejo de aguas negras o basura protestan”, señala.
Afectación
El humo del vertedero ya ha causado, no solo molestias, sino también problemas de salud en los pobladores que habitan en colonias cercanas, incluso, en el hospital de Villa Nueva que atiende a pacientes con coronavirus los médicos han alertado de que la situación puede complicar la ya de por sí delicada salud de los internos.
El Instituto Nacional de Sismología Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) precisó que en los días recientes los niveles de concentración de partículas en el aire mostraron un incremento, según el medidor más cercano al vertedero, que es el ubicado en el Aeropuerto Internacional La Aurora. La institución solo cuenta con cuatro por cuestiones presupuestarias.
Aunque la medición en los días más elevados muestra una concentración de 154 microgramos por metro cúbico —moderado—, la institución reconoce que en las áreas cercas al vertedero, a unos dos kilómetros de diámetro, las concentraciones pueden ser de entre 300 y 400 microgramos por metro cúbico un parámetro considerado “muy dañino para la salud”.
Corrupción
Amsa no ha estado exenta de figurar en casos de corrupción, el más sonado es el de la limpieza de Lago de Amatitlán que pretendía hacerse con una fórmula especial, pero que resultó ser un fraude al Estado de Guatemala por más de Q22 millones.
De acuerdo con la Fiscalía, la exvicepresidenta Roxana Baldetti, condenada a 15 años de prisión por este caso, lideró la estructura criminal que operaba desde instituciones estatales claves en el tema ambiental y en empresas privadas, con el objetivo de conseguir de forma ilícita la licencia del proyecto.