En vida, la santa solicitó a las religiosas que al morir la imagen fuera enviada al Nuevo Continente. Sabido de ese deseo, el ermitaño, que había prometido servir a Dios durante su peregrinaje en Tierra Santa, se embarcó en un navío llamado María Fortaleza, el cual llegó a América luego de navegar durante varios meses.
Al llegar al Reino de Guatemala, Corz se estableció en una cueva que halló en el Valle de las Vacas cerca de un río, meses después los vecinos le convencieron de construir una choza para la imagen y luego, con el consentimiento del religioso terciario, se construyó una pequeña capilla en 1613.
Corz obtuvo del obispo Juan de las Cabezas el permiso para que se oficiaran misas en la ermita y pudiera recaudar limosnas.
Corz y la Inquisición
El ermitaño fue denunciado ante el comisariado de la Inquisición o del Santo Oficio en Guatemala, según la Relación de Domingo de Chiapa.
Corz fue denunciado en 1620 por el presbítero Juan Aguilar Suárez. Parte del texto transcrito dice: “Juan Aguilar Suárez, beneficiario del Valle de Mixco en Guatemala, contra Juan Corzo, extranjero, que hizo una Ermita en un monte y publica milagros, y otras cosas”.
Algunas de las acusaciones contra Corz fueron: “Que de su propia autoridad pedía limosna para las almas del purgatorio, que andada a caballo, es mozo, come y bebe bien, y no procede limitación y recato del estado que presenta; que publica que se hacen milagros en la ermita, que los hace escribir y ponerlos debajo del altar”.
El caso fue conocido por el comisario de Mazatenango, a donde Corz fue llevado. El documento de la acusación fue enviado al Tribunal inquisidor en México, donde, según el investigador Ernesto Chinchilla Aguilar, el caso no siguió el proceso formal.
La tradicional oral y las investigaciones con relación a Corz coinciden que Juan Corz nunca regresó a Guatemala.
?Con información de Bruno Frison | La Ermita del Cerro del Carmen?