Javier Bolaños, médico que dirigió al grupo de cirujanos que las separaron, en el Hospital Roosevelt, comentó que las niñas evolucionan bien.
“Estamos llegando prácticamente a los tres meses posoperatorios, en el sentido de que están ganando peso, se están recuperando nutricionalmente, sus heridas están casi completamente cicatrizadas. Ha costado un poco con Aída”, indicó.
Agregó que el desarrollo emocional y desenvolvimiento de las hermanas es satisfactorio, y que se han logrado adaptar y acoplar muy bien como dos niñas normales.
Convivencia
“Socializan más, se miran más contentas, interactúan. En fin, se mira un cambio importante en cuanto al desarrollo integral en cada una de ellas”, aseveró.
Ana Rosa y Aída Rosalina comparten la misma habitación y cama, y cada una cuenta con un carruaje para salir a pasear.
Bolaños dijo que trabajarán en el diseño de un corsé, para corregir el problema de escoliosis —desviación de la columna vertebral— de las niñas, causado por la postura que mantenían al estar unidas.
“Todo ese trabajo ya ha dado inicio para esos pasos siguientes y se encuentran ya las dos con una fisioterapia activa, para fortalecer los músculos y permitirles que vayan adaptándose a su nueva vida”, dijo Bolaños.
Añadió que se puede decir que ya no corren peligro, pero siempre deben ser prudentes, ya que, por ejemplo, Ana está saliendo de una infección urinaria, porque aún tiene una sonda como drenaje de la vejiga. Hace algunos días, a las dos niñas les dio diarrea.
Complejo
Al parecer, los padres de las Rositas se mudaron a la capital y las visitan de vez en cuando, comentó el médico.
Respecto de si las pequeñas pacientes volverán con sus padres, el médico explicó que es el tema más complejo y delicado después de la separación, porque tendrán que adaptarse a su familia y esta, a ellas, porque son unas niñas especiales, lo cual representa una carga emocional y económica.
El profesional señaló que ese es un asunto que se ha discutido en el hospital, porque la responsabilidad no termina con la cirugía.