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Estos son los cuatro departamentos de país con las tasas más altas de retraso de crecimiento en niños

Siete de cada 10 menores de cinco años en Totonicapán, Quiché y Huehuetenango tienen retraso en el crecimiento, mientras que en Sololá el promedio es de seis. Estos cuatro departamentos reportan las cifras más elevadas del país de niños con una talla menor a la de su edad.

Guatemala ocupa la primera posición de retraso de crecimiento en niños menores de cinco años, entre los países de Latinoamérica. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Guatemala ocupa la primera posición de retraso de crecimiento en niños menores de cinco años, entre los países de Latinoamérica. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Hay otros que tienen un rezago bajo, pero su población infantil está en riesgo, como las Verapaces, Chiquimula, Jalapa, Chimaltenango, San Marcos y Quetzaltenango.

Esta realidad ubica a Guatemala como el país con la mayor tasa de retraso del crecimiento en América Latina, con un 46,7% de niños menores de cinco años en esta condición, que se asocia a situaciones crónicas y prolongadas de carencias de nutrientes, pero también a repetidos episodios de infecciones y malas prácticas de cuidado durante la infancia. En pocas palabras, se habla de desnutrición crónica.

Durante 15 años, en el período 2000-2015, el país alcanzó tan solo una reducción de un 8,5% en este flagelo, según el informe Panorama de la Inseguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2020, que recién fue presentado por varias organizaciones de Naciones Unidas.

Mientras se ubica a Guatemala en la peor de las posiciones de la región, varios países lograron progresos significativos en una década, con una mejora de más del 40%, en la lista se ubica a Bolivia, El Salvador, México, Paraguay, y uno de los casos más alentadores, el de Perú, que otros informes refieren que consiguió pasar del 33% al 12% en el tema de desnutrición crónica.

¿Cómo se ve un niño desnutrido crónico? Es bajo de talla, lo cual es irreversible, porque si no se alimentó lo suficiente y no tuvo condiciones de salud apropiadas durante los primeros años de vida no crecerá como los demás, pero no solo eso, su cerebro no se desarrollará en su totalidad.

“Son niños que repiten los años en la escuela, porque ni su cerebro ni sus funciones cognitivas se desarrollaron bien, por eso decimos que es irreversible, y cuando sean adultos será menos productivos, con menos capacidad de retención, de análisis, de inteligencia. Entonces, la desnutrición crónica es la estatura baja y el cerebro no desarrollado por condiciones no adecuadas de alimentación durante los cinco primeros años”, menciona Paola Cano, Nutricionistas del Colegio de Farmacéuticos y Químicos de Guatemala.

El informe señala que el retraso de crecimiento designa la situación de un niño cuya estatura está muy por debajo del resto de su edad, y se determina entre los 0 a 59 meses de edad.

María Marta Ramos, de la Alianza por la Nutrición, indica que el retardo en la talla es la señal más evidente de la desnutrición crónica, y coindice con Cano en que tiene repercusiones cognitivas. “El cuerpo es sabio, utiliza la mayor parte de los nutrientes que normalmente se usarían para el crecimiento, y los usa para conservar el desarrollo cerebral”, afirma.

La media en el retraso de crecimiento en la región es del 27.6%, Guatemala está por arriba de la cifra. Además, muestra una diferencia del 34% entre los territorios con mayor rezago en el país -Totonicapán, Quiché, Huehuetenango y Sololá- y aquellos donde el atraso es menor -las Verapaces, Chiquimula, Jalapa, Chimaltenango, San Marcos y Quetzaltenango-.

“El área de occidente del país ha sido una de las más afectadas, también el corredor seco, y tiene que ver con el acceso a los alimentos, así como con las condiciones de salud, que son deficientes. Estas son áreas históricamente empobrecidas, y desde que la madre está embarazada no hay buenas condiciones para que se alimente como debería”, dice Cano.

Son las zonas rurales donde el problema es más evidente, allí hay mayor población indígena y los niveles de pobreza son elevados, los ingresos son bajos al igual que la escolaridad, también hay un mayor grado de informalidad de empleo. Otro de los factores determinante para mayor incidencia de desnutrición crónica en los niños en estos territorios rezagados es el poco acceso a los servicios básicos.

“La desnutrición es precisamente es el sello de las desigualdades”, afirma Ramos.

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Un logro que está en peligro de perderse

El que Guatemala haya logrado reducir en cinco lustros apenas un 8% la desnutrición crónica se debe, según la nutricionista, a que los gobiernos de turno no han abordado con seriedad la situación, es decir, que no se atacan los problemas estructurales, que tiene que ver con inequidad, el acceso a salud y a los servicios básicos, a la educación y a proyectos de alimentación que abarque a población en riesgo de inseguridad alimentaria, otro de los grandes flagelos del país.

La inseguridad alimentaria, dice el documento, es uno de los indicadores para medir la erradicación del hambre, y está relacionada con la falta de acceso a alimentos nutritivos y suficientes por no tener recursos económicos o de otro tipo, y afecta a las poblaciones que están al límite de la pobreza.

Entre el 2017 y 2019, cuatro de cada diez guatemaltecos enfrentaban un cuadro moderado de inseguridad alimentaria, mientras que dos de cada diez se encontraban en nivel grave. La situación podría agravarse con la crisis generada por el covid-19 y el paso de las últimas depresiones tropicales, Eta e Iota.

“Los pocos avances que tuvimos durante los últimos años, ahorita se perdieron, estamos en una situación más crítica que nunca. Me atrevo a decir que aumentará la desnutrición crónica”, dice Cano.

Son las mujeres las más vulnerables a la inseguridad alimentaria, y presenta un daño colateral, pues tiene repercusiones sobre la etapa del embarazo y la lactancia, lo que afecta en la salud de los niños, y acarrea distintas formas de malnutrición como el rezado en crecimiento, el sobrepeso y la obesidad.

“Estudios demuestran que la desnutrición crónica se puede detener si los programas son serios y abordan a toda la población en riesgo durante los primeros mil días de vida. Desde que la madre está embarazada hay que darle la atención suficiente – suministrarle hierro y ácido fólico, por ejemplo-, si está en pobreza hay que darle alimentos nutritivos, e involucrar a las familias en proyectos de desarrollo y trabajo. Al dar a luz hay que atender al niño, apoyarlo con vacunas, micronutrientes, monitoreo de peso y que tenga suficiente alimentación”, esto es parte de la ventana de los mil días, señala la nutricionista.

Comenzar las acciones desde que el niño está en el vientre de la madre es vital para que logre un desarrollo físico y mental apropiado

Si bien durante la pandemia se ha visto un repunte de casos de desnutrición aguda -van 26 mil 420-, y se realizan acciones momentáneas para mitigar el problema, Ramos refiere que no es suficiente, pues estas deben ser sostenidas en el tiempo, y enfocarse en atacar el origen.

La otra cara

Del otro lado de la desnutrición está el sobrepeso y la obesidad, se habla, entonces, de la doble carga de la malnutrición.

Según el informe en la región cada vez hay más niños mayores de 5 años y adolescentes con dicha condición. Más del 30% tiene sobrepeso -50 millones-, con obesidad está el 12% -19 millones- y entre esta población hay riesgo de que desarrollen enfermedades no transmisibles.

El retaso del crecimiento tiene mayor incidencia en las áreas rurales, pero el sobrepeso geográficamente se distribuye de forma más homogénea. Los territorios con mayor rezago están en las zonas urbanas, en poblaciones de mayores ingresos, con menor pobreza, mayor acceso a servicios y formalidad laboral.

Guatemala también tiene rezago alto en el tema del sobrepeso, son los departamentos de Sacatepéquez y Zacapa los que muestran cifras elevadas de población infantil afectada, la prevalencia supera el 8%.

Para Ramos lo que presenta el informe Panorama de la Inseguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2020 es una realidad conocida por muchos, pero es tiempo de realizar acciones concretas para transformar la vida de la niñez más vulnerable del país.

Una de las primeras acciones es dar atención integral y de calidad a los niños durante la primera infancia -0 a 5 años-, y apoyar a las madres dentro de la comunidad.

También se necesita asignar fondos suficientes a programas contra la desnutrición, que se fortalezcan el primer nivel de atención en salud, que los niños tengan accesos a micronutrientes durante la ventana de los mil días, que se haga el monitoreo de peso y talla constante para identificar a niños desnutridos a tiempo, e integrarlos a programa de atención alimentaria para darles alimentos, son las recomendaciones de Cano.

Mientras que el informe presenta diversas soluciones que los países han puesto en marcha para atacar el problema de la malnutrición, entre ellos se puede mencionar la implementación de sistema de protección social, apoyo a los medios de vida de los agricultores, empleo decente, programas de alimentación escolar, políticas de fomento a la desnutrición materno-infantil, alimentación complementaria, agua, saneamiento e higiene, entre otros.

 

 

 

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