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Personaje del año: “Sin el don de servir, el trabajo no sería posible”

La pandemia del coronavirus ha dejado miles de historias para destacar y recordar, entre ellas las de muchos laboratoristas.

Selene González, coordinadora de  la Unidad Central de Referencia para la Vigilancia Epidemiológica del Laboratorio Nacional de Salud, representa a un gremio que, pese a la adversidad, se ha mantenido en pie para servir al país. (Foto Prensa Libre: Fernando Cabrera)

Selene González, coordinadora de la Unidad Central de Referencia para la Vigilancia Epidemiológica del Laboratorio Nacional de Salud, representa a un gremio que, pese a la adversidad, se ha mantenido en pie para servir al país. (Foto Prensa Libre: Fernando Cabrera)

Perteneciente a una familia de médicos que también atiende a pacientes positivos de covid-19, Selene González Velásquez, de 39 años, lleva 15 de desempeñarse  como  laboratorista. Actualmente coordina  la Unidad Central de Referencia para la Vigilancia Epidemiológica del Laboratorio Nacional de Salud (LNS).

El día que la institución se convirtió en la primera en hacer  diagnósticos rápidos para la detección de antígenos de covid-19 en el país, hubo una gran satisfacción en el personal que ahí labora; sin embargo, estaban conscientes de que esto también representaba un alto compromiso que se tradujo en  extensas jornadas de trabajo.

González indica que un laboratorista puede desarrollarse en muchos campos, por ejemplo, los alimentos, exámenes rutinarios de laboratorio, o especializados, así como en áreas de control de calidad y hasta en  cosméticos, pero no tiene duda que lo que más le gusta es el diagnóstico clínico en el contexto de la vigilancia epidemiológica.

Don de servicio

Ser laboratorista y coordinadora de la referida unidad del LNS significa una gran responsabilidad para González, puesto que, afirma, las acciones o decisiones que se tomaron influyeron en una variedad de situaciones.

Entre estas, la búsqueda de cooperantes nacionales e internacionales que les ayudaran a abastecerse en momentos críticos, la necesidad por conseguir insumos que se agotaban en el mundo, así como recibir y procesar más de mil 800 pruebas diarias cuando el pico de contagios estaba en su punto máximo.

Sumado al trabajo, estaba el estrés por atender la gran demanda de información pública y las distintas citaciones de todas las bancadas que atendía en el Congreso de la República.

La pasión por su trabajo radica en que todo lo que hace es por beneficio del país. “No me considero héroe pero siempre busco la salud y bienestar de la población guatemalteca porque a ellos nos debemos. El don de servicio nos permite velar por las necesidades de los demás”, enfatiza.

González indica que el amor, apoyo  y sobre todo trabajar con  todas las medidas de bioseguridad ha sido vital para que ni ella o algún miembro de su familia —que atienden a pacientes covid-19— se hayan contagiado.

Enseñanzas

Conforme avanza la pandemia en el país y la cifra de contagios aumenta  la laboratorista precisa que este año le ha dejado enseñanzas importantes.

La primera, la capacidad que tiene el ser humano  de adaptarse.

“Lo único seguro es el cambio”, expone, mientras narra como ella y todo el personal del Laboratorio Nacional de Salud lograron adaptarse a las circunstancias con vocación, solidaridad y esfuerzo.

Solo así ha sido posible sortear tantos retos como  la sobrecarga de trabajo, estrés y cansancio acumulado, sumado al impacto emocional que, sin duda,  causó la pandemia. Asimismo, varios trabajadores tuvieron que hacer cuarentenas preventivas y dejaron de atender a sus familias, algunas con niños pequeños, por estar de lleno en el trabajo.

Selene González y el resto del equipo del laboratorio utiliza todos los días el equipo de bioiseguridad adecuado, con lo cual han evitado contagiarse de covid-19. (Foto Prensa Libre: Fernando Cabrera)

La segunda enseñanza de la que habla González tiene que ver con el recurso humano que trabaja en el Laboratorio. “Sin todos los profesionales que están dispuestos a servir en esta  pandemia, el trabajo no sería posible”, resalta González.

Con turnos de más de 24 horas, el equipo de trabajo formó una nueva familia dentro del laboratorio, donde las risas, apoyo y no bajar la guardia fueron las claves para trabajar con un objetivo claro: salvaguardar la salud de la sociedad.

La tercera enseñanza, enfatiza,  es cómo puede ser posible fortalecer equipos. Precisa que la pandemia visibilizó las debilidades del sistema de Salud, pero fue una oportunidad para mejorarlo. Como ejemplo, cita que el Ministerio de Salud no contaba con laboratorios de biología molecular y ahora tiene 13.

El agotamiento de este personal que es de la primera línea de combate al covid-19 no se puede ocultar; sin embargo, siguen al servicio del país que prestan con calidad, responsabilidad y pasión con el único fin de salvar vidas.

González junto a más personal que ha trabajado en primera línea contra el covid-19, durante la pandemia. (Foto Prensa Libre: Fernando Cabrera)