Las plagas agrícolas o fitófagas —que se alimentan de plantas—, algunas de las cuales son altamente perniciosos para los cultivos, por su presencia persistente cada año, generan considerables daños económicos y ambientales. Entre estas, las plagas migrantes, como la de la langosta centroamericana, Schistocerca piceifrons piceifrons, que arribó al territorio nacional en julio y que penetra en mangas —grandes agrupaciones de insectos adultos— en cultivos.
Según la Dirección de Sanidad Vegetal, del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga), además de la plaga de langosta, otros insectos o microorganismos que causan daños a productos agrícolas del país son la roya (Hemileia vastatrix) y broca (Hypothenemus hampei perfora), que afectan el café. Daños severos genera la sigatoka negra al banano, en tanto que la enfermedad conocida como Huanglongbing —HLB—, a los cítricos, así como la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster.
Los cultivos que han resultado perjudicados, principalmente, son el café, maíz, tomate, chile pimiento, cítricos, banano, otros árboles frutales, hortalizas y papa.
Según el Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (Oirsa), la mosca blanca (Bemisia tabaci) afecta al frijol, papa, tomate y chiles, en todo el país. En la región del Caribe de Guatemala, las plantaciones de banano y plátano resultan dañadas por la severidad de las pudriciones vasculares causadas por el hongo Fusarium Oxysporum F. sp. cubense, sd y la bacteria Erwinia.
Plátanos y bananos
La marchitez por Fusarium de las musáceas —banano y plátano—, conocida también como “mal de Panamá”, por el impacto que causó en ese país a principios del siglo XX, es considerada una de las 10 enfermedades más nocivas en la historia de la agricultura, según Oirsa.
En las plantas, además de marchitez, desencadena ahogamiento de plántulas y necrosis de órganos y raíces. La raza 1 del Fusarium causó una epidemia en las décadas de 1950 y 1960 que afectó la industria de exportación bananera de América y provocó la destrucción de más de 379 mil hectáreas de cultivos pertenecientes a la United Fruit Company, solo en el Istmo.
La diseminación de la raza 4 tropical de Fusarium, surgida en el sudeste asiático, con rápida diseminación y capacidad patogénica, es una seria amenaza para la industria bananera de la región y del país.
Según el informe Sigatoka negra en plátano y banano, del Centro Internacional de Agricultura Tropicaliat y Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) (2018), la sigatoka negra, causada por el hongo Mycosphaerella fijiensis, representa la principal limitación en la producción de plátano y banano a nivel mundial. Afecta el área foliar fotisintética de la planta y, en consecuencia, los racimos y los frutos tienen menor peso en comparación con plantas sanas.
El desarrollo de la afección se encuentra directamente influenciado por las condiciones climáticas, susceptibilidad de la variedad sembrada y manejo del cultivo.
Café
Las condiciones de temperatura y humedad aumentan la incidencia y severidad de la roya y broca del café. La primera, causada por el hongo Hemileia vastatrix, fue descubierta en el noreste de África en 1861. Hacia 1970, la enfermedad llegó a Brasil, probablemente, en semillas infectadas traídas en barco o avión. De allí se propagó a la región centroamericana en 1976, específicamente a Nicaragua. Fue detectada en Guatemala en 1980.
En el 2012, la roya se manifestó como una epitifia (epidemia) en todos los países de la región, causando daños entre el 30 y 100 por ciento en el 54 por ciento de los cultivos de café. Esta enfermedad amenaza las exportaciones del grano, la generación de empleos e ingresos, y causa perjuicios al medioambiente y a la estabilidad social. Se le considera una de las siete enfermedades más peligrosas que atacan a las plantas tropicales y la más dañina del café.
La broca del café es el principal problema entomológico para los caficultores de Centroamérica. Según el informe Broca del fruto del café, del Centro de Investigaciones en Café (2018), en Guatemala, la plaga se manifiesta en todas las zonas cafetaleras, al causar considerables pérdidas al sector de hasta el 50 por ciento de la producción.
El insecto Hypothenemus hampei perfora pertenece al orden coleóptera, con metamorfosis completa en los frutos de café, donde se hospeda la mayor parte de su ciclo de vida.
Proviene de Uganda y llegó a Brasil en 1913, donde se adaptó al ecosistema y aumentó su población con facilidad, debido a las condiciones favorables para su desarrollo y la carencia de enemigos naturales. La putrefacción del grano, los procesos de fermentación y la descomposición del fruto generan pérdidas en peso, densidad y malos olores, afectando la producción.
Cítricos
La enfermedad Huanglongbing, mejor conocida como HLB o citrus “greening” causada por la bacteria Candidatus Liberibacter spp, puede ser transmitida por el insecto vector psilido asiático Diaphorina citri.
A partir del 2008 ha ocasionado drásticas pérdidas económicas en el sector. Esta plaga se ha calificado, según Oirsa, como la más devastadora de cítricos en el mundo. Las hembras de dicho insecto se alimentan de los brotes tiernos de cinco días hasta por dos semanas para cumplir con su desarrollo sexual y oviposición.
El HBL puede causar pérdidas de hasta el 100 por ciento de la producción, capaz de limitar las exportaciones y dejar a miles de personas sin empleo. Sus síntomas son severos, se dispersa con rapidez y afecta a todas las especies comerciales.
Frutas
La mosca del Mediterráneo, Ceratitis capitata, se hospeda en gran variedad de frutas maduras de café en cereza, caimito, naranja agria, guayaba y pera, entre otras. Según el Programa Moscamed de Guatemala, es una de las plagas más destructivas del mundo.
Dependiendo de la ecología del lugar, puede causar fuertes pérdidas en la producción de más de 400 especies de frutas y hortalizas. Esta plaga tiene gran facilidad de adaptación y soporta condiciones climáticas sumamente variables. La hembra pone de 10 a 20 huevos en la fruta.
El primer reporte de mosca del Mediterráneo en Guatemala fue en 1975, en la aldea Trapiche, Asunción Mita, Jutiapa.
La mosca de la fruta o del vinagre, Drosophila melanogaster, se alimenta de las colonias de levadura que crecen sobre manzanas, uvas, plátanos, entre otras frutas dulces, en las cuales, además, las hembras depositan hasta 500 huevos. Cuando nacen las larvas, excavan galerías dentro del fruto, que poco a poco se descompone y acaba cayendo al suelo.
Otros cultivos
A criterio del entomólogo e ingeniero agrónomo Filadelfo Guevara Chávez, investigador y docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala, entre las plagas más devastadoras del país, históricamente, está la mosca blanca (Bemisia tabaci) y la de las frutas.
La mosca blanca causó considerables perjuicios a la agricultura de Guatemala en la década de 1960, y se le considera una de las cien especies más invasoras del mundo. La hembra deposita los huevos en la parte posterior de las hojas de unas cien plantas hospederas. Es vector de más de cien virus de plantas —como geminivirus, closterovirus, nepovirus y carlavirus—.
Este insecto se caracteriza por su velocidad reproductiva y resistencia a insecticidas. Los individuos adultos vuelan entre cultivos y se alimentan de gran variedad de plantas. Se cree que el género Bemisia se originó en Asia, y Bemisia tabaci, probablemente, en la India. Puede causar grandes pérdidas, sobre todo cuando el ataque ocurre en etapas iniciales. Los cultivos con mayor daño son el tomate y chile pimiento.
Los thrips de flores y cogollo, Frankliniella occidentalis, son insectos que afectaron cultivos en Guatemala, especialmente, en la década de 1980, dice Guevara. Al comer hojas, flores y frutos, puede ocasionar necrosis —muerte— de órganos florales; sin embargo, el mayor daño es que transmite virosis al cultivo, en especial del virus de la marchitez manchada del tomate, se indica en el Plan de manejo integrado de enfermedades del tomate en Guatemala, Maga (2015).
Gorgojo del pino
Aunque no ataca cultivos, el gorgojo del pino, del género Dendroctonus, es una especie nociva. De acuerdo con el informe El gorgojo del pino, un insecto pequeño, del Instituto Nacional de Bosques (2019), es una de las plagas más nocivas para las plantaciones de pino desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Nicaragua.
Los árboles más afectados por condiciones ambientales como sequías, incendios forestales o exceso de agua son más susceptibles a este insecto, que tiene la capacidad de colonizarlos, hasta causarles la muerte en un corto tiempo.
En Guatemala se han registrado siete especies de gorgojo en plantaciones de Poptún, Petén; el oriente, las Verapaces y el occidente. Los insectos ingresan en los árboles al penetrar por las grietas de la corteza, donde pasan la mayor parte de su vida, alimentándose y procreándose. Cuando la plaga daña muchos árboles, los efectos económicos y ambientales son severos.
Langosta centroamericana
En la historia de la humanidad, la langosta ha ocupado un lugar preponderante entre las plagas agrícolas, pues siempre se le ha asociado con el hambre y la calamidad, se expone en el Plan de acción para el manejo de langosta centroamericana, de Oirsa (2019). Todos los continentes se ven afectados por al menos una variante de este insecto migratorio. En todo el mundo, en los últimos años han surgido brotes de esta plaga.
El Programa Mundial de Alimentos refiere que el repunte actual de la langosta del desierto, Schistocerca gregaria, que comenzó en el 2019, es el peor de los últimos 25 años en Etiopía y Somalia, y de las últimas siete décadas en Kenia.
En el Istmo, la langosta centroamericana o voladora, Schistocerca piceifrons picefrons, es el insecto acrídido que mayores daños ha registrado, y que constituye una plaga ciclíca que aparece en ciertas épocas, sobre todo en años de intensa sequía, por lo que las autoridades deben tomar medidas para combatirla y contenerla,
La langosta, en manga, puede alimentarse de 30 toneladas de materia vegetal por día y provocar escasez de alimento. Su comida proviene de unas 400 especies de plantas como caña de azúcar, chile, frijol, limón, maíz, tomate, cítricos y plátano, circunstancia que pone en riesgo la seguridad alimentaria de comunidades. En Guatemala, indica el Maga, las langostas no han causado daños severos porque no se han formado mangas y se ha controlado los estados ninfales —vea infografía— para evitar que copulen.
De solitarias a gregarias
Las langostas rebasan los 10 cm de longitud o más y, debido a un incremento de población, cambian de comportamiento, al pasar de la fase solitaria a una gregaria, con variación posterior de color y forma. Además, requieren de una zona geográfica de multiplicación y gregarización definida.
Las plagas de langostas son cíclicas, debido a factores ambientales como lluvias, inundaciones, incendios y vientos, entre otros, indica Sanidad Vegetal del Maga.
“En general, se espera que los brotes de langosta sean más frecuentes y severos por el cambio climático” a escala global, asevera Arianne Cease, directora de la Iniciativa Global de Langostas, en la Universidad Estatal de Arizona, Estados Unidos.
Guevara añade que esta plaga tiene memoria genética para repetir su presencia en el tiempo. Pueden formar mangas y migrar grandes distancias.
El monitoreo constante y el seguimiento de las áreas de crecimiento de la langosta son un eje fundamental de su manejo preventivo, así como los programas de vigilancia.
Control en el país
Las brigadas de fumigación y vigilancia epidemiológica del Maga contra el brote de langosta han tomado medidas para combatirlo, de acuerdo con el Estado de Emergencia Fitosanitaria, declarado según el acuerdo ministerial 127-2020, del 24 de julio, en el que se establece la creación de una comisión específica integrada por funcionarios de esa cartera.
Las medidas para contrarrestar el avance del insecto migratorio se están tomando en Petén y Jutiapa, para evitar que se disperse por todo el país y cause perjuicios en la producción agrícola nacional. Entre las estrategias está la aspersión terrestre con cipermetrina, o fumigación controlada con el insecticida denominado Malathion.
En Petén, según el Maga, se logró establecer que en mil 76 hectáreas hay presencia del insecto, especialmente en pastizales y plantaciones de maíz, ajonjolí y maní.
En Atescatempa, Jutiapa, el problema con la langosta voladora es recurrente desde el 2013. Aunque no se ha encontrado insecto adulto, sí en estados ninfales, lo que representa un problema mayor, por lo que trabajan en vigilancia estricta de un área de más de 300 hectáreas de plantaciones.
Son desaconsejables medidas como quema de terrenos, porque favorece la llegada de otros insectos para reproducirse.
Una práctica recomendable, refiere el Maga, es “voltear” el suelo con un arado en áreas agrícolas o ganaderas donde se haya posado una manga y se detecte la presencia de huevos, para que estén expuestos a inclemencias del tiempo, lo cual impide su eclosión. Un cultivo dañado difícilmente se recupera, por eso se insiste en la prevención.
Guevara añade que las barreras físicas, el clima, la ausencia de hospederos —plantas—, la diversificación de cultivos y aumento de enemigos naturales.
Langosta, desde la antigüedad
- La langosta ha sido una plaga para el ser humano desde las antiguas dinastías faraónicas de Egipto, donde este insecto aparece en paredes de tumbas.
- Las langostas no solo han estado presentes en el territorio desde hace más de tres mil años, sino que además fueron temidas y ahuyentadas en los antiguos rituales agrícolas.
- Según el artículo Las plagas de langosta en el área maya: ambiente e historia de una calamidad en la época prehispánica, de Fabio Flores, Unam (2011), hay vestigios sobre plagas de langostas durante la época de los antiguos mayas, quienes llamaban a este insecto saak’.
- El fraile dominico irlandés Thomas Gage (1602-1656), quien viajó por la Nueva España y el Reino de Guatemala, relata cómo se vivió una plaga de langostas en ese entonces: “En el primer año que yo viví allí, Dios envió una de las siete plagas de Egipto, que jamás se había visto: una plaga de langostas… Por todas partes donde se pegaban no se veía otra cosa más que señales de ruinas y desolación, porque no solamente comían los trigos sino también las hojas y frutas de los árboles, a donde acudían en tan gran número que con su peso rompían las ramas donde se paraban”.
- El historiador Abraham Solórzano, investigador del Centro de las Culturas de Guatemala, refiere que en documentos del Archivo General de Centro América se evidencia que, a causa de la influencia de la doctrina cristiana, la población consideraba la plaga de langostas como un castigo de Dios.
- Los sacerdotes, junto con las autoridades de la Colonia, después de haber intentado la eliminación de los insectos mediante una serie de métodos sin ningún resultado efectivo, instaban a los feligreses a hacer rogativas para el cese de la calamidad. Lamentablemente, la plaga continuó y los daños a las siembras fueron devastadores.
- Los enjambres dañaron las propiedades de criollos, así como ejidos indígenas y siembras de ladinos. Aparte de los grupos mayoritarios, también resultaban afectados la Iglesia y el Gobierno, según el artículo Los procedimientos para la eliminación de la plaga de langosta en el reino de Guatemala de 1800 a 1808, escrito por Solórzano.
- Los cultivos más perjudicados en la Colonia fueron maíz, frijol, cacao y jiquilite — añil— , entre otros. Los enjambres arrasaban con todo lo que encontraban a su paso, causando enormes pérdidas en la agricultura.
- En ese entonces no había procedimientos para prevenir los daños provocados por las langostas. La práctica más común consistía en hacer rogativas, pagar misas, reunir personas para espantarlas con ruidos, quemar maleza o golpearlas con ramas verdes. José Cecilio del Valle, consultado sobre cómo acabar con tal plaga, “recomendó emplear vagos de pueblos y ciudades para que las capturaran de noche, cuando la humedad les endurecía las alas y les impedía volar”, según la Historia General de Guatemala.
- Quienes se dedicaban a las siembras eran devotos de San Nicolás de Tolentino, a quien pedían que protegiera sus cultivos. En la citada obra se expone que en el siglo XVII los indígenas no podían pagar tributos por las constantes plagas de langostas.