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¿Por qué la población joven y de adultos mayores aumentará por igual en unos años en Guatemala?
El crecimiento poblacional en Guatemala se ha ralentizado en los últimos años, debido a una disminución de la fecundidad, en tanto que la edad media de las personas aumentará más de 10 años.
Entre el 2010 y el 2050, la edad media de la población guatemalteca aumentará más de 10 años, es decir, de 24.5 años a 36.8 años. (Foto: Hemeroteca PL)
Para el 2025, se proyecta que la población del país será de 18 millones 80 mil personas con una edad media de 28.4 años.
Según el informe Análisis de situación de población 2024. Guatemala, un país de infinitas posibilidades, de Segeplan y Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) (2024), “Guatemala se encuentra atravesando la tercera fase de la transición demográfica, caracterizada por el descenso de la natalidad y mortalidad que tiene como resultado un ritmo más lento de crecimiento natural”.
“El país experimentó un crecimiento importante de su población desde mediados del siglo XX, pasando de 3.1 millones en 1950 a 16.3 millones de personas en el 2018. Se espera que Guatemala supere los 22 millones de personas para el año 2050. El ritmo de crecimiento poblacional será cada vez menor, que podría alcanzar un crecimiento nulo o negativo en la segunda mitad del siglo XXI”, se añade.
“El principal factor de este cambio es la caída sostenida de la fecundidad, de 5.5 a 2.7 hijos por mujer entre 1990 y 2018. Se espera que esta continúe descendiendo durante los próximos años y atraviese el umbral de reemplazo generacional —2.1 hijos por mujer— para la década de 2030”, expone ese texto.
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Otra característica demográfica del país será una reducción de población joven y un aumento de personas adultas mayores. “Hasta la década del 2000, la proporción de personas de cero a 14 años representaba el 40% de la población”, señala el informe. Hasta 1990, la pirámide presentaba una forma triangular, con una base ancha que representaba a la población infantil y adolescente, y una cúspide angosta, que indica una cantidad baja de población mayor.
“Como resultado de la disminución de fecundidad y el aumento de la esperanza de vida, se observa una reducción gradual de la base de las pirámides para el 2020 y el 2050”, indica el informe, que agrega que la proporción de personas jóvenes y adultos mayores aumentará, en los próximos años, pero de manera lenta, lo cual dará inicio al período llamado del dividendo demográfico, el cual provocará una disminución de la relación de dependencia total y “constituye una ventana de oportunidades para el impulso económico y desarrollo del país, en tanto se reduce el gasto social y el consumo privado en personas dependientes —niños y adolescentes— y se generan las condiciones para el incremento en el ingreso y la acumulación de capital, por una mayor proporción de potenciales trabajadores”.
“Por el momento, debe aprovecharse el bono demográfico que implica la construcción de un entorno favorable para los jóvenes, al dotarles de oportunidades de desarrollo para que no las busquen fuera del país”, refiere Pedro Prado, coordinador del Departamento de Investigación y Consultoría Económica de Asíes. Además, son “evidentes las necesidades en áreas como servicios básicos: agua, transporte o acceso a vivienda, así como educación de calidad y salud”.
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Este período de bono demográfico, que abarca desde el 2005 hasta el 2050, con un incremento entre el 2010 y el 2025, además, favorece el crecimiento del Producto In terno Bruto (PIB) per cápita, cuando en estos últimos años, el aporte a este será hasta del 1.33%, refiere dicho informe.
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Así mismo, la tasa de crecimiento media anual de la población en el país fue de 1.5 en el 2020; será de 1.1, en el 2030, y de 0.6, en el 2050, indica Prado, de acuerdo con datos y proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) el cual muestra una tendencia descendente.
Respecto de la esperanza de vida al nacer, se esperaría un aumento de esta. En 1950-1951 fue de 41.6 años, para ambos sexos; para el 2020-2021, fue 73.2, y para el 2040-2051, será de 76.9, añade Prado. “Estos indicadores demandan una mayor atención por parte de las políticas públicas para los adultos mayores, que constituye un grupo vulnerable de la sociedad. Los servicios de salud cobran mayor relevancia en ese sentido, así como lo programas de pensiones”, señala Prado.
Se espera que el porcentaje de personas de 65 y más años se triplique entre el 2010 y 2050, pasando del 4 % al 12 %, lo que equivale a 2.7 millones de personas. De igual manera, durante dicho período, la edad media de la población aumentará más de 10 años, es decir, de 24.5 años a 36.8 años.
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Fecundidad joven
La tasa de fecundidad en adolescentes fue un poco más de 70 nacimientos por cada 1 mil mujeres entre las edades de 15 a 19 años, en el 2020 y 2021. En el país, más de la mitad de mujeres tiene al menos un hijo entre los 20 y 24 años, en tanto que ocho de cada 10, son madres antes de cumplir los 30 años.
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La tasa de fecundidad en adolescentes ha descendido en el país en las últimas tres décadas, pues se registraron 110 nacimientos por cada 1 mil mujeres entre 15 y 19 años, en la década de 1990. Hubo una reducción de 42.9%, al comparar la tasa de 109.2 nacidos vivos por cada 1 mil mujeres de 15 a 19 años en el 2000, con 62.4, en el 2023.
Las cifras más recientes indican que la razón de mortalidad materna (RMM) tuvo un aumento significativo en el 2021, al alcanzar las 122 muertes maternas por 100 mil nacidos vivos. Los departamentos que registraron un mayor cantidad de decesos maternos por encima del valor nacional en el 2021 fueron Quiché (225), Totonicapán (206), Petén (204), Quetzaltenango (166) y Jutiapa (164).
“Es necesario generar estrategias para que las mujeres y adolescentes puedan recibir consejería y educación integral en sexualidad para que puedan tomar decisiones informadas sobre su sexualidad y reproducción y de esa manera empoderarlas”, indica Mirna Montenegro, directora del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva.
La RMM está vinculada a determinantes sociales de la salud, como condiciones económicas de los hogares y falta de políticas públicas que garanticen el bienestar de la población como servicios de salud básicos, oportunos y de calidad. Las mujeres indígenas tienen una probabilidad tres veces mayor de morir a causa de complicaciones derivadas del embarazo como hemorragia posparto, hipertensión —preeclampsia o eclampsia—, sepsis y aborto.
La reducción de la RMM, expone Mirna Montenegro, directora del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva, se debe a la disminución de las tasas de fecundidad total, uso de métodos anticonceptivos, incremento en la atención del parto institucional y estrategias para reducir el riesgo de hemorragia en el parto domiciliar”. Sin embargo, todavía se produce la muerte de 350 mujeres al año por embarazo, parto o posparto; el 90%, son prevenibles.
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En el Informe Anual 2023. Política de desarrollo social y población, de Segeplan, en el 2023 se reportaron 183 muertes maternas en todo el país, y en el 2022, 198. Se ha establecido la relación entre la falta de escolaridad con un mayor riesgo de quedar embarazada y sufrir violencia sexual, especialmente, entre menores de 14 años. Así mismo, se ha reportado el escaso uso de métodos anticonceptivos por adolescentes y sus parejas, y falta de información para prevenir un embarazo.
Proyecciones
Según el informe Estimaciones y proyecciones nacionales de población. Metodología y principales resultados, de INE y Unfpa (2019), Guatemala ha tenido un descenso sostenido de la fecundidad. Para el 2024-2025, se espera una tasa de 2.3 hijos por mujer, y para el 2050-2051, de 1.7. La tasa de mortalidad de menores de 1 año en 1950 era de 167.8 defunciones por cada 1 mil nacidos vivos; en el 2002, la tasa desciende a 36.8, y en el 2018, a 22.3. Para el 2024-2025 se proyecta que será de 21.4, y para el 2050-2051, de 17.7.
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La esperanza de vida al nacer para el 2024-2025 se proyecta que será de 74 años para ambos sexos, y para el 2050-2051, de 78.6. La edad media de la población para el 2025 será de 28.4, con 18 millones 80 mil habitantes, y para el 2050, de 36.8, con 22 millones 703.3 habitantes.
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Planificación familiar
Según el Programa Nacional de Salud Productiva de la Dirección de Normatividad de los Programas de Atención a las Personas del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, el anticonceptivo inyectable, el implante subdérmico y el método natural son las tres formas de planificación familiar más comunes que se usan en el país. En la red pública de salud se brinda consejería a las personas para que tomen decisiones libres informadas sobre ellos.
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“Todos los usuarios tienen derecho y acceso a estos métodos; sin embargo, existen barreras culturales y geográficas”, señala dicho programa.
Según la Comisión Nacional de Aseguramiento de Anticonceptivos, en el 2023 los tres métodos más utilizados a nivel nacional fueron anticonceptivos inyectables —216 mil 925 entregados—; ciclos orales —201 mil 845—, e implantes subdérmicos —57 mil 332—. Los 3 millones 72 mil 357 condones entregados no se consideran entre ellos, porque también se usan para prevenir VIH o infecciones de transmisión sexual, refiere Montenegro.
Los métodos de planificación familiar en el 2023 evitaron 72 muertes maternas; 299 mil 807 embarazos no planificados y 1 mil 480 muertes infantiles, añade.
Las personas deciden no utilizarlos por “falta de educación, campañas de promoción sobre sus beneficios y acceso en servicios de salud”, expone Montenegro.
“Muchas veces se aduce el aspecto cultural, al decir ‘la gente no quiere’ —planificación familiar—, pero el prestador de servicio es al que no le gusta”, señala Montenegro. “Las estrategias deben basarse en datos e indicadores, no en creencias, para tomar la decisión, que debe ser personal, de utilizar anticonceptivo, tener consejería, acceso a servicios de salud, disponibilidad del método —en Guatemala hay ocho métodos para las mujeres— y la competencia del personal para aplicarlo”, añade.
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Montenegro afirma que no todas las mujeres tienen acceso a ellos por el sistema patriarcal, principalmente, que cree que el cuerpo de la mujer está destinado para la reproducción, y las niñas crecen pensando en ese modelo, además de que no tienen acceso a educación integral en sexualidad y es la pareja quien decide.
“Es necesario generar estrategias para que las mujeres y adolescentes puedan recibir consejería y educación integral en sexualidad para que puedan tomar decisiones informadas sobre su sexualidad y reproducción y de esa manera empoderarlas”, concluye.