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¿Quién garantiza que usted no compre o coma carne de perro?

No hay protocolos establecidos para que el Ministerio de Salud y el Maga velen porque no se dé la venta de carne de perro, un acto que está prohibido en la ley, y que es catalogado como “crueldad animal”.

Los controles de posible venta de carne de perro no está del todo clara en el Código de Salud. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Los controles de posible venta de carne de perro no está del todo clara en el Código de Salud. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

La posible venta de carne de perro ha desatado el rechazo de los guatemaltecos. La idea de que la mascota termine en un plato de comida ha causado repulsión en la población, que al final tiene poca certeza de los productos cárnicos que llegan a su mesa, principalmente aquellos que son adquiridos en mercados cantonales, carnicerías particulares y ventas callejeras de alimentos preparados, pues en la ley no está claramente definido qué entidad debe controlar esta práctica que es ilegal.

Al Ministerio de Salud, según el artículo 130 del Código de Salud, le compete la prevención y control del procesamiento, distribución, transporte y comercialización de alimentos “procesados” de toda clase. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga) se ocupa de la prevención y control de enfermedades, producción, sacrificio y transporte de animales vivos o en pie, el almacenamiento de productos cárnicos, importación y exportación de alimentos naturales “no procesados”.

Según, Bernardo Molina, jefe del Departamento de Regulación y Control de Alimentos del Ministerio de Salud, no es “competencia” de la cartera para la cual labora establecer los controles sobre la posible venta de carne de perro. Agrega: “Es un alimento crudo de origen animal, eso es pura competencia del Maga”.

Ángel Alonzo, encargado de Comunicación del Maga, señala que la carne de perro no está “autorizada para su comercialización”, pero “si la carne le está llegando a la gente, esa ya es competencia del Ministerio de Salud”.

De esa cuenta y debido a que el consumo de carne está prohibido y el destace se da en la clandestinidad, no hay una inspección sanitaria para supervisar y decomisar esta carne para evitar que llegue a la población.

Entonces, el riesgo de que las personas puedan consumir productos cárnicos de dudosa procedencia, principalmente los que se venden en los mercados, está latente. Hasta ahora no hay una coordinación entre los entes que deben establecer dicho control. El consumidor está desprotegido, pues aunque la ley sí define hasta dónde llegan las competencias de los ministerios involucrados, no hay protocolos de cómo reaccionar ante este tipo de situaciones.

No es hasta que hay suficientes indicios de que se está comercializando carne de perro que se toma cartas en el asunto. Mario Figueroa, viceministro de Salud, señaló hace unos días  que se coordina “con el Maga y las autoridades municipales para tratar de minimizar este tipo de problemas”, y se comienza a trabajar en conjunto con las municipalidades para “vigilar” y minimizar cualquier riesgo para la población.

Los expendedores de carne de res se han organizado para que la venta clandestina de carne de perro no se dé. “Cualquier persona que veamos o sorprendamos que este vendiendo este producto, lo vamos a denunciar. No es justo que se engañe a la gente”, refiere Estiven Méndez, presidente de la Gremial de expendedores de carne, y menciona que los consumidores se han mostrado preocupados por esta situación y les aconseja: “si no les convence la carne que les dan, no la compren, y denuncien”.

José María Vera, presidente de la Federación de Ganaderos, desconoce sí en los mercados se está comercializando carne de perro; sin embargo, el posible extremo “daña a los productores (de carne de res) al afectar la confianza del consumidor”.

En consumo de carne de res en Guatemala es bajo, según Vera. Anualmente un guatemalteco come en promedio 9 libras -unos 4 kilos-, mientras que un costarricense, 44. “En muchos casos la producción de carne se ha convertido en una actividad de subsistencia”, agrega, por lo que idea de la comercialización productos cárnicos de dudosa procedencia afecta a los productores.

Se desata la alarma

El pasado 13 de marzo, en Cobán, Alta Verapaz, fue capturado Édgar Estuardo Miguel López, 23 años, quien dentro de dos bolsas plásticas llevaba 35 libras de carne de perro para venderla. Esta semana se reportó en Santa Catarina Mita, Jutiapa, la aparición del cadáver de un perro sin piel y sin cabeza en un terreno baldío, se presume que era para comercializarlo.

El Maga ha señalado que las únicas especies de productos cárnicos para el consumo humano que están reguladas por la cartera son la bovina, la porcina y la aviar. La venta de carne de animales de compañía como perros y gatos para su ingesta está prohibida por la Ley de Protección y Bienestar Animal, lo cual califica esta práctica como una “falta gravísima”.

La sanción administrativa para quien incumpla con lo establecido en el artículo 62 de la normativa es de hasta 12 salarios mínimos -Q2 mil 992- lo que equivale a unos Q35 mil 900.

Según Rony Espino, de la Unidad de Bienestar Animal (UBA), este es un tema de crueldad animal e interesa “identificar a los responsables” del maltrato para frenarlo.

En el caso de Cobán, donde sí hubo una captura, la persona fue sancionada por un juez a 50 días de cárcel a razón de Q50 diarios, mientras que la UBA le impuso la multa máxima de los 12 salarios mínimos.

Culturalmente inaceptable

En Guatemala, culturalmente comer carne de perro no es aceptado; sin embargo, en países de Asía, como Corea del Sur y Vietnam hay una pequeña población que la conserva como parte de su gastronomía. En Canadá puede comercializarse siempre que el animal haya sido sacrificado bajo la supervisión de un agente federal.

De acuerdo con el médico veterinario Jaime Méndez de Salud Pública de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de San Carlos, el riesgo de comer carne de perro está asociado principalmente con las condiciones insalubres en que se sacrifica al animal más que el hecho de que si es apta o no para el consumo humano.

La carne no es dañina, pero si el animal es destazado y se manipula en condiciones poco higiénicas e insalubres -en el suelo o en un rastro clandestino, como se está haciendo en Guatemala­- esta puede contaminarse y resultar perjudicial para la salud de quien la ingiera, peligro que también puede darse con cualquier otro tipo de carne.

Se presume que los perros que han sido destazados para la venta de su carne son los que deambulan sin dueño por las calles. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Los perros -principalmente los callejeros, que se presume son los que están siendo destazados- pueden tener parásitos internos, como el echinococcus granulosus, una tenia que se encuentra en el intestino del animal.

Esto puede representar un peligro para los humanos, si al sacrificar al animal la carne llega a tener contacto con el contenido intestinal del can y luego esta es ingerida por las personas. “Se puede producir una enfermedad que se conoce como hidatidosis o quiste hidatídico”, refirió el veterinario. Estos quistes pueden formarse en órganos vitales como los pulmones y el hígado.

“Igual puede que el animal tenga otro tipo de parásitos y no digamos la gran cantidad de bacterias que están presentes en las heces fecales”, lo que también puede ser un riesgo para la salud, indica Méndez.

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También representa un peligro que el animal tenga tuberculosis, y al igual que sucede con los cerdos, la carne y las vísceras pueden estar contaminadas y tener granulomas. Para el consumidor es difícil percatarse de ello, especialmente cuando a las piezas de carne se le coloca algún adobo.

“Como es un acto que se hace fuera de ley y no se hace en un lugar adecuado, se presta fácilmente a contaminación”, agrega el veterinario.

En cuanto a si la rabia representa algún peligro para las personas, Méndez indica que el riesgo de contagio es más para quién destaza al animal, al ser mordido o tener una lesión en la piel y estar contacto con la saliva, pero que el virus esté activo en la carne, no es probable.

El médico Hugo Alvarado, coordinador de la emergencia de adultos del Hospital Roosevelt, señala que consumir carne de perro podría desarrollar afecciones intestinales en las personas. “La mayoría podría contaminarse al desconocerse el tipo de alimentación que tienen los perros que están siendo sacrificados para la venta, pero sí, el consumo de esta carne podría llevar a la infección intestinal”, indica.

Alvarado recomienda a las personas ser cuidadosa al momento de adquirir productos cárnicos.  “En el caso de la carne hay que tener mucha duda cuando los precios son muy bajos, porque probablemente sea carne que no se pueda ingerir”, agrega.

¿Cómo diferenciarla?

Por su contenido proteico, la carne de perro es similar a la de res o de cerdo, aunque puede ser un tanto magra -con menos grasa-, debido a que los perros callejeros se ejercitan más, y podría ser más dura.

Su color suele ser más rojo debido a un pigmento del músculo que se llama mioglobina, y eso ayudaría a diferenciarla; sin embargo, la carne de res en ocasiones puede lucir más roja. A simple vista la textura de ambas es muy similar. De esa cuenta, se hace difícil distinguirlas, según Méndez.

Méndez indica, que por el tamaño del animal, las piezas de carne son más pequeñas. “No se pueden sacar filetes”, agrega.

Crueldad animal

De acuerdo con el Maga, en Guatemala la población de perros se estima en 3.5 millones, muchos de ellos deambulan por las calles.

A asociaciones que velan por el bienestar animal preocupa la matanza, la crueldad y sufrimiento que se pueda provocar a los canes con el propósito de vender su carne.

Suzzane Rivera, directora de la Asociación de Amigos de los Animales (AMA), menciona que esta es una práctica que se da desde hace tiempo en el país y pocos son los casos que salen a la luz.

“Deberían investigar a la gente que reiteradamente se le ve llevándose perros de la calle y que no pertenezcan a asociaciones de rescate”, indica Rivera, y hace un llamado a la población a denunciar si escuchan “aullidos o gritos de animales que hagan sospechar de maltrato o muerte de animales”.

“Lo que puede minimizar esos actos de crueldad es el control de la población de animales en la calle a través de jornadas de castración, para que no se reproduzcan. También que los dueños sean más responsables y no permitan que sus animales deambulen libremente por la calle”, agregó la defensora.

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