Comunitario

Salud conocía desde hace cinco meses sobre desinformación del covid-19 en comunidades

La REDCSalud presentó en mayo pasado a las autoridades del Ministerio de Salud un informe en el que se evidenciaba la desinformación alrededor del covid-19 a nivel comunitario, que ahora se paga caro en el proceso de vacunación.

En Fraijanes, los grupos de vacunación recorren el caso urbano en busca de personas que quieran vacunarse, por la poca afluencia en los centros de vacunación. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

En Fraijanes, los grupos de vacunación recorren el caso urbano en busca de personas que quieran vacunarse, por la poca afluencia en los centros de vacunación. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

Ante la limitada existencia de vacunas contra el coronavirus en Guatemala, las imágenes de hieleras con dosis destruidas indignaron a muchos. La idea de que un grupo de pobladores del área rural agredieran a personal de salud que llegó a inmunizarlos contra el coronavirus desbordó de críticas las redes sociales hacia los comunitarios.

Sin embargo, hay un trasfondo que no debe obviarse: la desinformación. Hasta ahora los mensajes del Ministerio de Salud no han calado en lo profundo del territorio guatemalteco, no van más allá de una invitación a vacunarse, y dejan de lado el aclarar los beneficios que trae el recibir las dosis anticovid. Un anunció que no llega a las comunidades ni en el idioma materno ni a través de medios locales.

De acuerdo con Lesli Ramírez, de la Red de Defensores y Defensoras Comunitarios por el Derecho a la Salud (REDCSalud), las autoridades no han logrado comprender que la estrategia de vacunación no puede generalizarse, cada comunidad tiene sus particularidades, y el proceso debe adaptarse a esas características.

Cuando comenzó a escucharse de la vacuna contra el covid-19, los rumores de que causaba esterilidad, de que ponía en peligro la vida de los ancianos, o que era el “sello de la bestia” circularon en distintos espacios. Cuando el proceso de inmunización se inició, el ruido fue mayor en la comunicación y se agregó a ese miedo los posibles efectos secundarios, e incluso la idea errónea de que podía causar la muerte.

Es un efecto bola de nieve que el Ministerio de Salud no ha logrado frenar. No se tiene una campaña amplia, clara y con pertinencia cultural. Se carece de mensajes sobre qué es la vacuna, para qué sirve, los posibles efectos secundarios, y en este punto Ramírez señala que en las comunidades rurales el sistema de fármaco vigilancia y seguimiento de posibles reacciones adversas es débil.

Deja claro que no es suficiente invitar a inmunizarse -vallas, radio, televisión, incluso redes sociales- hay que informar sobre los beneficios de la vacuna y que está salva vidas. Pero este esfuerzo debe hacerse antes de enviar a los vacunadores, para allanarles el camino y evitar cualquier rechazo de la población.

Un informe elaborado por REDCSalud evidenció la alta desinformación que hay en las comunidades rurales sobre el tema del covid-19 y de la vacunación. El documento fue compartido con las autoridades del Ministerio de Salud en mayo. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

 

“Mandar a los trabajadores de Salud sin haber coadyuvado, generando una campaña de comunicación agresiva en los lugares donde se hacen las jornadas es una irresponsabilidad. Si van a llegar a un lugar, es importante que evalúen cómo está la situación de la población, y previamente armar toda una estrategia. Porque, quién conoce Guatemala sabe de esta situación confusa en las áreas rurales”, agrega.

Vilma Leticia Sales, subdelegada de REDCSalud en San Sebastián Huehuetenango, dice que el personal de salud ha llegado a la comunidad sin previo aviso a querer vacunar a la gente, sin darles una explicación de la importancia de inyección.

“Las enfermeras llegan y solo dicen: ‘tengo que vacunarlo’, y la gente no lo acepta”, indica. Hasta ahora en la comunidad alrededor del 5 por ciento de las personas ya se inocularon, Sales no duda que fueran más si hubiera charlas de sensibilización y en idioma materno. Allí se habla el man.

Un mal de meses

La desinformación en los territorios más alejados se ha mantenido a lo largo de la pandemia del covid-19. Un análisis realizado por REDCSalud y el Centro de Estudios para la Equidad y Gobernanza en los Sistemas de Salud (CEGSS) en municipios de Sololá, Huehuetenango, Totonicapán, Quiché y Alta Verapaz evidenció solo el 39 por ciento de la población había visto o escuchado mensajes oficiales sobre cómo prevenir y protegerse del coronavirus, mensajes que en su mayoría no llegaron en el idioma materno.

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La falta de “información oficial oportuna y culturalmente pertinente promueve la existencia de miedo, desinformación y estigma” hacia la enfermedad, dice el documento que se elaboró en enero. Eso también llevó a que la población dejara de lado las medidas de protección -uso de mascarilla, distanciamiento físico, aglomeraciones-.

El informe se presentó al Ministerio de Salud en mayo, y se han publicado otros que evidencian la débil estrategia de comunicación para combatir rumores y despejar dudas de la población sobre la enfermedad, y ahora hacia la vacunación. Ramírez menciona que pese a tener esta evidencia que emana de las propias comunidades, las autoridades no la atienden.

Salir con la explicación de que la gente no quiere vacunarse, es una salida fácil, indica, pero, “¿quién tiene la responsabilidad mayor? la gente y su desinformación o un Estado que ha sido incapaz de llegar de manera efectiva con el mensaje”, agrega.

Un punto de partida para cambiar esta situación es que las autoridades den vuelta a la estrategia y “reconstruyan la confianza” de la población, para lo que es fundamental auxiliarse en las organizaciones locales que acuerpen al personal de salud, que en sus limitaciones intenta sacar adelante la vacunación contra el covid-19, solo de esa manera se lograra cubrir a más personas.

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El ministro de Salud, Francisco Coma, señaló esta semana que se ha hecho el esfuerzo por comunicar sobre la importancia de la vacunación en idiomas locales, reconoció que los mensajes no han sido bien recibidos, por lo que se trabaja en replantear por completo el plan que han implementado.

Cabe recordar que el primer caso de covid-19 en el país se reportó el 13 de marzo del 2020, el Plan Nacional de Vacunación se presentó en los primeros días de febrero de este año, y que la primera vacuna anticovid se aplicó el 25 de ese mes. Han transcurrido cerca de ocho meses y las vacunas no se han administrado de manera equitativa, la cobertura se concentra en las zonas urbanas.

Otros frentes

Hay otros factores que llevan a que algunos comunitarios muestren resistencia a la vacunación.

Desde la REDCSalud se han percatado que la pandemia reactivó una falla histórica en los servicios de salud y es la desconfianza de la población hacia el personal que los atiende.

En Alta Verapaz, por ejemplo, usuarios de los servicios se han quejado de maltrato y de discriminación al ser atendidos. Si bien no es en todos los espacios, en el marco de esta crisis sanitaria ese recelo aumentó.

Por otro lado, la presión que tienen los trabajadores de salud por cumplir con las metas de vacunación los lleva a caer en prácticas que buscan presionar a la población a dejarse inyectar.

La organización ha tenido denuncias de que en ese departamento se han dado casos de servidores que condicionan la certificación de nacimiento de niños a cambio de que las madres reciban la dosis anticovid.

El Decreto 1-2021 establece que la vacunación es “gratuita, universal y voluntaria”, coadyuvar a las personas para que se inoculen crea desconfianza. Esta es una decisión personal, pero para que un individuo pueda decidir vacunarse o no, debe primero estar informado de los beneficios que le traerá, opinan las entrevistadas.

Otro elemento que ha causado recelo en la población hacia las jornadas de inmunización es la participación de personal del Ejército de Guatemala. “Hay aéreas donde funciona y no hay tanta animadversión hacia ellos, pero hay zonas del país donde hay una historia y una relación compleja entre la población y el Ejército, llevarlos a esos puntos es desconocer nuestra realidad”, afirma Ramírez.

Que los vacunadores se hagan acompañar por elementos del Ejército puede generar rechazo en algunas comunidades. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

 

 

 

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