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Se graduarán 156 mil jóvenes en 2024 y estos son los desafíos que enfrentarán después del diversificado
El registro del Ministerio de Educación indica que en 2024 se graduarán 156 mil 638 estudiantes de las 144 carreras autorizadas en los distinto sectores educativos.
Este años se graduarán más de 156 mil jóvenes del diversificado, en los distintos sectores educativos del país, según datos del Mineduc. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
El registro del Ministerio de Educación (Mineduc) indica que en el 2024 se graduarán 156 mil 638 estudiantes, que se espera se incorporen al mercado laboral o que opten por la educación superior para prepararse académicamente, en el mejor de los casos. Sin embargo, la poca oferta laboral y las limitadas oportunidades de ingresar a una universidad muestran otra realidad para los jóvenes en Guatemala, como la incorporación al trabajo informal, el emprendimiento y la migración.
Siete de cada 10 de estos estudiantes se graduarán del sector privado, la baja cobertura de la educación pública a este nivel es el reflejo de estos números, pues esta solo alcanza a cubrir dos de cada 10 jóvenes.
En el sistema educativo guatemalteco, conforme los estudiantes avanzan en la carrera escolar, la brecha en la cobertura educativa se hace mayor. Solo la mitad de los que termina la primaria continúan al siguiente nivel ―básicos―, y una cuarta parte llega al diversificado, y lo hacen con serias deficiencias en el aprendizaje, lo que limita sus oportunidades, según analistas.
Los resultados de las últimas pruebas de graduandos mostraron que, en el área de Lectura, el 69.18 por ciento de estudiantes estaban en el nivel de “no logro”. En el caso de Matemáticas, el 86 por ciento tuvo un bajo desempeño.
A este panorama se suma que buena parte de la formación de los jóvenes que están por graduarse ocurrió durante la pandemia, lo que, a criterio de David Casasola, investigador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), afectó la calidad educativa al suspender la presencialidad.
La realidad es que los jóvenes se enfrentan a un mercado laboral cada vez más competitivo, porque las plazas son muy demandadas, y para ser elegibles necesita llenar ciertos perfiles que los centros educativos no están formando.
De esa cuenta es que Luis Linares, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), afirma que “la educación está desconectada del mercado de trabajo”, ya que las competencias que desarrolla el sistema educativo en los estudiantes no están precisamente vinculadas al empleo.
Los analistas coinciden en que dicha realidad es compresible al tener un Currículo Nacional Base y carreras que no se adaptan a las demandas de las empresas, que cada vez requieren personal con habilidades y conocimientos relacionados con avances tecnológicos, como uso de Inteligencia Artificial, e idiomas.
Oportunidades limitadas
La cantidad de nuevos afiliados al Instituto Guatemala de Seguridad Social (Igss) en el 2023 daría un parámetro de cuántas plazas de trabajo se podrían abrir al año. El dato ronda los 80 mil, según Linares, pero advierte que esa cifra rompió la tendencia de años anteriores, pues antes de la pandemia oscilaban entre 25 mil y 35 mil.
Hay que considerar que detrás de esos puestos no solo estarán los recién graduados. Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos 2021, cuyos datos se publicaron al año siguiente, en el país cerca de 164.6 mil personas de la población económicamente activa (PEA) están en busca de trabajo.
La demanda por ocupar una de esas 80 mil plazas de trabajo es alta, y las posibilidades de obtener una se reducen cuando el 60.67 por ciento de las vacantes solicitan personas con una licenciatura. Además, el 65.76 por ciento de los puestos requieren conocimiento de idiomas, de acuerdo con el Estudio Brechas de Talento 2023-2024.
¿Qué carreras estudian?
Guatemala tiene la tasa de graduación de la secundaria más baja de América Latina. El 48 por ciento consiguen terminar sus estudios, cuando en la región es de 77 por ciento, según el informe Crecer más y para todos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Pese a que son pocos los jóvenes que logran salir del diversificado, Casasola indica que no es suficiente con que reciban un título, pues se necesita que desarrollen habilidades que les permitan ocuparse en el mercado laboral. No solo habilidades técnicas, sino blandas, como gestión del tiempo, aprendizaje activo, resolución de conflictos, relacionarse con otras personas y poder expresar lo que piensan.
El Estudio Brechas de Talento dice que los principales perfiles que demandan las empresas son representantes de servicio al cliente, representantes de ventas y operadores de líneas de producción de alimentos.
Sin embargo, las carreras de mayor demanda en el diversificado entre los jóvenes son los bachilleratos, que en dos años les permiten obtener un título a nivel medio. Acá está inscrito el 74 por ciento de los estudiantes, y el más buscado es el que permite un acercamiento a la programación y manejo de software ―con orientación en computación―. Hay otras opciones, como el enfocado en dibujo en construcción, mecánica y electrónica automotriz, ciencias de la comunicación, ciencias biológicas, diseño gráfico y educación, principalmente.
En la rama de los peritos, que son carreras de tres años, se encuentra el 21 por ciento de los graduandos. De nuevo, las carreras que tienen relación con computación aglutinan a la mayor cantidad de estudiantes. También está el tradicional perito contador y los orientados en comunicación, turismo y hotelería, administración, desarrollo comunitario, ingeniería y arquitectura.
Los que estudian algún secretariado representan el 3.5 por ciento de los graduandos. Además del comercial y oficinista, está el orientado en computación, el bilingüe y trilingüe.
Mientras que magisterio, y las cuatro opciones que ofrece para estudiar―educación infantil, educación inicial, preprimaria tradicional y bilingüe― congrega al 1.6 por ciento de la población que está por graduarse del diversificado.
Entonces, si el sistema educativo no está formando a los graduandos en las áreas que las empresas demandan, qué otras opciones tienen. Los analistas mencionan el continuar con los estudios universitarios para especializarse, ingresar al mercado informal, intentar un emprendimiento y en el peor de los escenarios, la migración.
Bienvenido al trabajo formal
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2023 refiere que de la población ocupada en Guatemala solo el 29.7 por ciento tiene un empleo formal ―seguro social y contrato formal―. Este mercado crece lento en el país. Según el analistas de Asíes, en 2023 se afiliaron al Igss unas 80 mil personas, con lo que, de mantenerse la tendencia, esa podría ser la cantidad de nuevos puestos de trabajo que se crearían.
Sin embargo, hay que considerar, como dice Linares, que la propuesta salarial puede estar en el rango del mínimo. De acuerdo con la Dirección de Estadísticas Laborales, del Ministerio de Trabajo, el 61.3 por ciento de los empleados del país devengó en 2023 un salario igual o mayor al mínimo, y hay poca expectativa de un incremento sostenido.
Además, ante la alta demanda ―aproximadamente 164.6 mil personas desempleadas― y la escasa oferta laboral, “las empresas se dan el lujo de prácticas desalentadoras” para hacer las contrataciones, como priorizar lugares de estudio o zonas de residencia, experiencia, edad, entre otros requisitos.
También se debe considerar que hay un porcentaje de personas económicamente activas que son subempleadas ―subempleo visible―, es decir, que trabajan menos de la jornada laboral y que tienen el deseo y la disponibilidad de trabajar más. La tasa es del 11.9 por ciento.
Recurrir al empleo informal
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2023 (Encovi) indica que de la población ocupada en el país siete de cada diez personas se encuentran en el sector informal, donde no tienen beneficios laborales como seguridad social, vacaciones, aguinaldo, entre otros.
A criterio de Casasola, Guatemala se ha caracterizado por generar muy pocas oportunidades de empleo formal, razón que lleva a la población a engrosar las filas de la informalidad.
La Encovi señala que la tasa de informalidad es mayor en el área rural, para los hombres se ubica en el 80.01 por ciento y para las mujeres en el 89.9 por ciento. Es contrario a lo que sucede en la metrópoli, donde las cifras están en 38.2 por ciento y 58.2 por ciento, respectivamente.
Añade que la población de 15 a 24 años que está en el sector informal el 45.6% se encuentra en el área metropolitana, el 71.3 por ciento en el resto urbano, y 82.7 por ciento en el área rural.
Las actividades donde predomina la informalidad, según la Encovi, es agricultura con una tasa del 86.2 por ciento, construcción (76.8%), comercio (72.5%), industrias manufactureras (63.2%), inmobiliarias (53.6%), mientras que otros servicios figura con 94.2 por ciento.
Los ingresos que pueden recibir las personas que están en este sector no siempre son los suficientes para cubrir las necesidades básicas, lo que agudiza las brechas de desigualdad en el país, según los analistas.
Convertirse en universitario
La educación superior no es para todos, pues solo una cuarta parta de los que ingresa al sistema educativo llega al diversificado, y los que logran ir a una universidad para continuar su preparación académica son menos.
Datos de Unesco refieren que en Guatemala únicamente 2.6 por ciento de la población entre los 18 y 26 años inician estudios universitarios, y el porcentaje es más reducido entre los que logran completar dos años o más.
De esa cuenta es que el analista del Cien señala que la educación superior en el país no es una “opción natural”, a menos de que se tenga una fuente de ingresos para que la persona pueda costear los estudios.
En el país funcionan 15 universidades, de las que solo la Universidad de San Carlos de Guatemala es estatal, las demás son privadas.
La universidad pública ofrece alrededor de 700 carreras de pregrado, grado y postgrado. La matrícula de primer ingreso en el 2023 fue de 21 mil 850 estudiantes, una cantidad baja al considerar el número de jóvenes que salen del diversificado, pero en parte se debe a que las evaluaciones para ingresar son un filtro que deja fuera a cientos de aspirantes.
En ese punto Casasola dice que la Usac se queda corta con los cupos que ofrece a la población estudiantil. Añade, que más que estudiar una carrera universitaria para muchos jóvenes la prioridad es conseguir un empleo, y si las condiciones lo permiten, entonces, optan por la educación superior.
Si no logran ingresar a la Usac, no hay otra alternativa que estudiar en una universidad privada, pero las mensualidades tampoco están al alcance de todos.
Volverse emprendedor
Otro de los caminos al que podrían optar los jóvenes al graduarse del diversificado es emprender un negocio ―como propietario o participar en la administración―. Sin embargo, para hacerlo necesitan capital, y a su edad la posibilidad de obtener un préstamo en cualquier banco es mínima.
Esta alternativa es más viable si se incorporan a un emprendimiento familiar.
Al no tener la posibilidad de un empleo formal, en Guatemala la cantidad de personas emprendedoras va en crecimiento, pues les permite obtener ingresos para satisfacer sus necesidades. Este fenómeno se observó durante la pandemia del covid-19.
Se calcula que cuatro millones 567 mil personas se dedican al emprendimiento, según el decimocuarto Reporte Nacional de Emprendimiento para Guatemala, que midió el período 2023-2024. La cifra representa el 45.6 por ciento de la población de 18 a 64 años en el país.
Pero, el tiempo que logre mantenerse a flote un negocio de estos es un tema que no debe obviarse.
“La tasa de sobrevivencia de los emprendimientos es baja, la mayoría desaparece a los tres años, porque hay mucha oferta. El emprendimiento no es una alternativa adecuada para los jóvenes, salvo que tengan un emprendimiento que sea innovador”, dice Linares.
Mientras que Casasola señala que a medida que aumenta el nivel educativo de la persona también aumenta la presencia de los emprendimientos para generar ingresos, tendencia que se ha observado en los últimos años.
“Pareciera ser que cuando se agotan las oportunidades del mercado laboral formal, las personas terminan tomando la decisión de poner un negocio”, agrega el analista del Cien.
No hay más opción que migrar
Ante las escasas posibilidades de conseguir un empleo formal, de emprender un negocio o estudiar en la universidad, la migración resulta ser una opción para muchos jóvenes, ya sea que se movilicen dentro del país o decidan salir de Guatemala.
Una encuesta realizada por Diálogos a jóvenes entre los 18 y 29 años, y cuyos resultados se presentaron en junio pasado, revela que el 27 por ciento había considerado el migrar a otro país, mientras que el 15 por ciento había decidido hacerlo. El destino para muchos era Estados Unidos, y el 76 por ciento dijo que tenía algún familiar allí.
Este último dato coincide con lo que dice Casasola, que la misma red de familiares que tienen los jóvenes en el extranjero los lleva a tomar esta decisión.
“Más que interesarse en estudiar o en conseguir un empleo, el interés es juntar los recursos y probar suerte en otro país”, dice el analista, y esas historias son las que se escuchan principalmente en las áreas rurales, en las que pese a tener un título de secundaria o incluso universitario, las personas deciden migrar por falta de oportunidades en el país.
Linares indica que la pérdida de capital humano y del bono demográfico en Guatemala es preocupante, por lo que se necesita un mayor crecimiento de la economía en el país, por lo menos al 5% o 6% anual, y es menester que el Gobierno se preocupe por la calidad del empleo.
Mientras que Casasola es del criterio de que tiene que haber una agenda enfocada en cómo la atracción de inversiones se materializa en empresas que generen oportunidades de empleo para los jóvenes.