“Este fenómeno no es exclusivo de los católicos de Guatemala, sino se encuentra en toda América, producto de la evangelización y de la religiosidad tradicional española”, explica Aníbal Chacón, doctor en Sociología.
La Resurrección sí se celebra, pero está implícita en el ciclo de sufrimiento de Jesús, y porque los fieles saben, por doctrina, que el sacrificio de Cristo se actualiza en cada misa, “entonces se celebra todos los días, no solo un domingo al año”, señala.
“El pueblo de Guatemala como los de América Latina, ha sido marcado por el sufrimiento, el abandono y la pobreza, por lo cual es más fácil que se identifiquen con la cruz de Cristo”, dice el sacerdote Manuel Chilín, párroco de El Calvario, zona 1 de la capital.
Esa realidad fue expresada por los obispos en el documento de Puebla, resultado de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y el Caribe celebrado en México, en 1979.
“Así como Cristo sufrió, nosotros también sufrimos; como Él padeció, también padecemos”, agrega el religioso.
Chajón opina que las personas se entregan más al sufrimiento y la muerte porque conocen esa experiencia en su vida cotidiana y canalizan la agonía de la vida real entregándolas a Cristo en una procesión.
El historiador Juan Haroldo Rodas señala que “en Mesoamérica el sacrificio humano en favor de las deidades era algo inherente a las culturas originarias, particularmente entre los aztecas y los grupos étnicos que habitaron la actual Guatemala”. Esto une las mentalidades española e indígena, pues ambas han considerado que para vivir o perpetuarse es necesario el sacrificio y la muerte.
En la Antigua
Chajón indica que no ha encontrado documentos sobre procesiones de Resurrección en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala. Esta festividad consistía únicamente en una misa. “A los frailes les interesaba que los fieles asistieran a la eucaristía más que a una procesión”, agrega.
Rodas añade que hay escritos sobre que la Semana Santa culminaba con los paseos de Jesús Resucitado, posiblemente no con imágenes, sino con el cirio pascual y bendición del agua, que se celebran aún en pueblos del país.
Muy Reciente
Las procesiones de Jesús Resucitado en la capital son relativamente nuevas, comparadas con las de los nazarenos y sepultados. La del templo de El Calvario data de 1858, mientras que la de La Merced sale desde 1998 —una imagen esculpida por Francisco Caravantes—.