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Tamales y paches, el desayuno para recolectores de <em>la Coquera</em>

Este sábado, los recolectores de basura de un vertedero en La Terminal de la zona 4 capitalina, no tuvieron que buscar entre los desperdicios su desayuno; un grupo de buenos guatemaltecos les llevó paches y una bebida caliente para calmar el hambre. 

Recolectores de la coquera recogían desperdicios de tomate para la cena de Navidad. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

Recolectores de la coquera recogían desperdicios de tomate para la cena de Navidad. (Foto Prensa Libre: Érick Ávila)

“Me hace favor de regalarme otros mis dos panitos con frijoles, porque a mí me gustan”, fue la petición de Jesús Losott, un pequeño quien junto a su hermano mayor y su madre recolectan cartones y latas en el basurero del mercado La Terminal que todos conocen como la Coquera.
 
El viernes, Prensa Libre publicó la historia de los recolectores de la Vía  1 Ruta 5, de la zona 4, ellos contaron la necesidad que los obliga todos los días a buscar restos de comida, frutas y hasta pollos muertos para llevar  un plato de comida a su casa; ayer su afán fue buscar la comida para la cena de Navidad.
 
Eran cerca de las 7 horas como todos los días buscaban además, de latas y cartones, pedazos de coco, naranjas agrias y algunos restos de papaya cuando observaron estacionarse un camión de este descendieron integrantes de una iglesia evangélica.
 
“¡Trajeron tamales!”, “¡Paches!”, “Y cafecito caliente”,  detallaron los menesterosos.
 
“Nos dejaron comer doble”, certifica Olivia, la madre de Jesús y Marcos, quien trabaja para reunir dinero para los útiles escolares.

La realidad del vertedero de la zona 4, y de otros en la capital, donde decenas de personas buscan alimento, contrasta con  la compra anunciada de 52 pavos, jamones rellenos, codornices y otras viandas que la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia anunció en diciembre pasado y en el que el 73 por ciento de las familias en el 2016 no pudieron satisfacer del todo sus necesidades alimentarias, según el Índice de Desarrollo Humano.  
 
Ayer en ese basurero donde el olor nauseabundo parece adherirse a la piel, una docena de niños junto a sus padres tuvieron un momento diferente al recibir un plato caliente de comida. “Mañana Dios dirá si tenemos suerte de encontrar algo de comer”, dice uno de los beneficiados.  
 
Nisy, una pequeña que se cubría del frío bajo un sudadero celeste, luego de arreglarse su cabello ondulado, pregunta intrigada : “¿Cree que si sigo buscando pueda hallar una muñeca por aquí?”.

Por la tarde, manos amorosas prepararon una docena de bolsas con cenas que fueron entregadas en el vertedero, sin embargo, fueron insuficientes pues la necesidad es mucha y el hambre es mucha.

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