De acuerdo con Claudio Castañón, especialista en meteorología aplicada, monitoreo del clima, el tiempo y los recursos hídricos, la época lluviosa de este año está todavía por debajo de los niveles históricos que se vivieron en el 2010, 2008 y 1988.
“Con las condiciones estimadas de humedad en el suelo, seguirán presentándose inundaciones y deslizamientos, mayormente en el oriente, la Franja Transversal del Norte, la bocacosta y el suroccidente del país”, comentó.
Según Castañón, es en esas regiones donde más ha llovido, sumado a la ciudad de Guatemala y la parte central del país.
“Lejos de disminuir, la lluvia persistirá fuerte esta semana, por arriba del promedio histórico en la mayor parte de Centroamérica, lluvia asociada a un sistema de baja presión que está hoy frente a las costas de Guatemala”, explicó.
“Se prevé que la lluvia cese a partir de la primera quincena de octubre; sin embargo, todavía estamos en la temporada de fenómenos tropicales que podrían afectar en noviembre y diciembre”, relató.
El pronosticador del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), Cleofás Culajay, consideró que el fenómeno La Niña ha sido crucial para generar estas condiciones desde el 2020.
“La lluvia, si la situación se mantiene, podrían alcanzar a los meses de enero y febrero del 2023”, explicó.
Previsión es sombría
Cinco meses de lluvia en Guatemala han provocado daños que impactan a la población. En este período, más de 3.3 millones de guatemaltecos fueron afectados por incidentes como deslizamientos, derrumbes, inundaciones y hundimientos. Han fallecido 43 personas.
La cantidad de afectados será mayor, pues la temporada podría extenderse y las precipitaciones al momento han sido intensas, condición que se mantendría. Eso porque, según el Insivumeh, en el país persiste la influencia del fenómeno La Niña.
César George, pronosticador del Insivumeh, señaló que los suelos en la mayor parte del territorio nacional están saturados —los niveles oscilan entre 75 y 90 por ciento— y la cantidad de agua acumulada provoca derrumbes y deslizamientos, como los que se han reportado en los últimos días en varias rutas del país. Van 550 vías afectadas y 10 destruidas, y ha dejado a comunidades incomunicadas.
En esa condición están los departamentos de Chiquimula, Zacapa, parte de Jutiapa, Santa Rosa, Escuintla, Suchitepéquez, Retalhuleu, Quetzaltenango, la costa de San Marcos, Chimaltenango, Sololá y Huehuetenango, Sacatepéquez y Guatemala.
“La lluvia continuará en lo que resta de septiembre y octubre, pero hay que tomar en cuenta que bajo los efectos de La Niña pueden prolongarse hasta la primera quincena de noviembre”, advirtió George.
Aún se prevé una temporada de ciclones tropicales más activa de lo normal en el Atlántico norte, mayor al promedio histórico. Se pronostica que ocurrirán 20 tormentas tropicales, de las cuales 10 podrían convertirse en huracanes y la mitad podría llegar a categoría mayor, según explicó el pronosticador Culajay.
En el Pacífico oriental se prevé la formación de 14 a 19 tormentas tropicales, de las cuales de seis a nueve podrían ser huracanes y de dos a cuatro tener una categoría mayor, sostiene el Insivumeh.
Para conocer la magnitud de la situación, las condiciones que prevalecen este año son similares a las del 2020, cuando se presentaron las tormentas Eta e Iota, que causaron serios estragos en el país.
“Hemos notado que la lluvia en realidad no ha variado, el problema es que tiene una mala distribución, pues llueve mucho en poco tiempo”, explicó George.
Como ejemplo de esto, en La Unión, Zacapa, agregó el científico, ya llovió el 60 por ciento de lo que debería presentarse en septiembre.
“Lo alarmante es que faltan ocho semanas de lluvia, y de continuar con ese comportamiento copioso, la capacidad de absorción de los suelos será limitada”, aseveró.
En mayor riesgo
Un total de 119 municipios del país están en un riesgo alto y muy alto de resultar afectados por la lluvia este año, según el Protocolo específico de lluvias de la República de Guatemala 2022, de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).
En esa lista, Suchitepéquez es el departamento que en su totalidad tiene una probabilidad elevada de que las precipitaciones se den por arriba del nivel normal y la vulnerabilidad a estragos es elevada; allí se han reportado inundaciones por el desbordamiento de ríos como el Sis. El 63 por ciento de los municipios en San Marcos están en la misma condición, donde ya ha habido deslizamientos de tierra.
En general, Guatemala se ubica en la décima posición de los países con mayor riesgo de desastres del mundo y el segundo en América Latina, de acuerdo con la actualización del World Risk Report 2020.
La intensidad de las lluvias, según Alejando Maldonado, ex secretario ejecutivo de la Conred, es producto de los efectos del cambio climático, y en cada temporada los problemas serán más notorios.
“Estamos comenzando a ver el incremento de estos eventos, y esto va a continuar; es una espiral que empeorará”, dijo, y mientras que la gestión de riesgo no sea una prioridad en el país, Guatemala continuará en los primeros lugares de esa lista.
“Lo estamos viendo a diario con lo que pasa, invertimos en infraestructura y al poco tiempo la perdemos, y tristemente viene a afectar también a la población, con lamentables pérdidas de vidas humanas y económicas”, agregó Maldonado.
La analista Claudia Castañón comparte esa opinión, y asegura que la época lluviosa solo demuestra la forma en que se han construido obras de infraestructura y que muchas veces la población y las autoridades causan los riesgos.
“Se hacen puentes, carreteras, casas o drenajes sin tomar en cuenta condiciones básicas de la gestión de riesgo”, aseguró Castañón.
Siete mil incidentes en 5 años
En el período del 2017 al 2021 ocurrieron cerca de siete mil incidentes causados por las lluvias, pero fue el 2020 el año más crítico, con el 65 por ciento de esos hechos.
El ingreso de depresiones tropicales —como Dos-E y Tres, y de tormentas como Amanda, Nana y, las más potentes Eta e Iota— impactaron en poblaciones que aún se recuperan de la pérdida de viviendas, cosechas y vidas humanas.
Tras un año de desastres, el 2021 también trajo consecuencias graves por la cantidad de lluvia que se registró. Hubo 912 casos, entre colapsos estructurales, derrumbes, deslizamientos, hundimientos, vientos e inundaciones.
Durante esos cinco años, Alta Verapaz es el departamento más afectado, tiempo en que los pobladores han enfrentado cerca de cuatro mil incidentes durante la temporada lluviosa. Cabe recordar que fue uno de los más impactados por las tormentas.
Por el paso de Eta, a principios de noviembre, hubo un alud que dejó sepultada la aldea Quejá, donde fallecieron seis personas. Mientras que 300 viviendas quedaron bajo el agua en la aldea Campur. A los pocos días hizo su aparición la tormenta Iota en el territorio nacional, y desoló aún más el departamento, lo que recrudeció la crisis alimentaria y aumentó las cifras de desnutrición, pues la lluvia arrasó con las cosechas y trajo mayor pobreza.
Alejando Maldonado, exdirector de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), mencionó que la topografía del terreno, por la cadena montañosa que atraviesa el departamento, así como el tipo de suelo, hace de Alta Verapaz sumamente vulnerable a eventos como deslizamientos provocados por las lluvias. Por otro lado, factores como la intervención del hombre en el terreno y deforestación trae como consecuencia las inundaciones.
En el pronóstico del Insivumeh, el 58 por ciento de los municipios del departamento tienen altas probabilidades de registrar fuertes precipitaciones en esta temporada de lluvia.
Lo que sucede en Alta Verapaz no es ajeno a otros territorios, como Suchitepéquez, donde ocurrieron 321 incidentes en los últimos cinco años, y Petén registró 220.
También el departamento de Guatemala se ha visto afectado, con 386 casos de emergencia.
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