“Se lo simplifico en una ecuación: el valor de un candidato a una plaza es igual a conocimientos más habilidades, multiplicado por actitud”, explica Dayrín Soto, quien se describe como “una persona adaptable a los cambios, con experiencia en seguridad y prevención de riesgos; proactiva, agente de cambio con enfoque estratégico, de servicio y de cumplimiento de metas a corto y largo plazos”.
Según su experiencia, ¿toda la gente es valiosa?
Lamentablemente debo decir que no. La mayoría, sí, pero sí hay una minoría que le gustan los atajos. Quieren las cosas fácil, quieren llegar a ser ricos de la noche a la mañana, pasando por encima de los demás o tomando lo que no les corresponde.
Ustedes corroboran antecedentes laborales, legales y familiares de las personas. ¿Es esto éticamente válido?
Es muy sencillo de justificar: una persona pasa la mayor parte de su día en el trabajo. Una balanza justa es que la empresa conozca bien al colaborador que va a llegar. Le pongo un caso que fue impactante. Una joven de 19 años fue contratada de recepcionista, recién graduada, preciosa. En eso a la empresa la comienzan a extorsionar y también a miembros del personal. Al investigar, ella era novia de un pandillero.
¿Qué herramientas usan?
Se ha incrementado el uso del polígrafo —detector de mentiras—. Se empezó usando en lo bancario, luego las empresas grandes, y ahora casi todos lo solicitan para saber qué tan confiable puede ser alguien para puestos gerenciales, pero no solo eso. Se hacen unas 300 preguntas, en cuatro áreas: vicios y adicciones, veracidad de su información personal y referencias, antecedentes de robo o fraude, y sus relaciones sociales.
Se puede decir que en las empresas hay una aversión a cualquier persona que parezca sospechosa.
Diría que hay un temor a ser víctimas de infiltración. Lamentablemente la situación se ha complicado y no es fácil, por ejemplo, para alguien que estuvo en prisión, ser admitido. Tendría que haber programas gubernamentales o privados específicos. Sería bueno, pero en general sí hay aversión.
Esta parece una pregunta obvia, pero ¿por qué la gente busca trabajo?
La mayoría, por subsistencia, porque así nos han enseñado, pues muy pocos traen antecedentes o espíritu emprendedor. En los institutos y colegios no nos enseñan a generar riqueza, y eso que el guatemalteco es chispudo, es hábil para cuestiones manuales e intelectuales, y sobre todo tiene una buena actitud. Las habilidades y conocimientos se aprenden, las empresas están dispuestas a enseñarlas, pero la iniciativa de emprendimiento cuesta encontrarla.
En general ¿qué buscan las empresas que requieren personal?
Las empresas manejan la fórmula de la doble R: resultados y relaciones. Alguien que rinda cuantitativamente, pero también que sepa cómo relacionarse con los demás, sea la posición en que se encuentre. Si es un jefe, debe generar un ambiente que propicie la innovación, que promueva un excelente servicio al cliente externo e interno. Que esté consciente de que está manejando a personas, no herramientas.
Que no trabajólicos…
Un trabajólico es malísimo. Para una empresa es tan dañino como alguien que se droga, porque huye de algo. No está bien.
¿Cómo encuentra a la mayoría de la gente que viene por un empleo?
Hay rangos: operativo o gerencial. En el primer caso han surgido muchas empresas de promociones que generan oportunidades para personas de baja escolaridad que así pueden salir adelante. Son impulsadoras, colocadoras.
Ahora, para gestión administrativa, sí se hace difícil. De cada 10 evaluados, dos pasan. Hay gente que estudió en la Universidad, pero no cerró la carrera y en el camino perdieron la visión, se desactualizaron. Algunos no pueden ni mandar un correo electrónico.
Otra debilidad es que no hablan un segundo idioma.
Hay personas de 40 años que ya no encuentran empleo.
Es curioso porque eso solo ocurre en Guatemala. En México, EE. UU. y otros países se valora la experiencia, la dedicación, que a esa edad son mucho más fuertes. Pero si las empresas nos requieren un perfil no mayor de 35, es lo que buscamos. Hacemos recomendaciones, pero usualmente toman a los más jóvenes.
¿Cómo ve en general a las empresas guatemaltecas?
Por primera vez en la historia conviven tres generaciones: Los X, que venimos desde antes del boom de las computadoras; los Y, que ya crecieron con tecnología, pero a menudo hay que decirles puntualmente qué hacer para que cumplan, y los Z, que están saliendo del bachillerato y todo lo quieren hacer en línea.
¿Cómo ha visto crecer a la mujer en el mundo laboral?
A pasos agigantados. En comparación con los hombres, ellas tienen mayor compromiso; quizá a menudo tengan rezago en conocimiento y habilidades, pero tienen actitud positiva, son disciplinadas, organizadas, asumen retos. Aquí hemos visto varios procesos de mujeres que entran como recepcionistas y llegan a gerente corporativa.
Ud. tuvo una historia así.
En efecto, yo comencé como recepcionista en Alarmas de Guatemala y con el tiempo, con los estudios necesarios y la perseverancia llegué a ser gerente. Manejé a más de dos mil 200 personas.
Vaya reto.
Fue un trabajo en equipo, una estructura en anillos, que va por niveles. La clave está en confiar en la persona encargada de cada sector y en que cada uno asuma su responsabilidad.
PUNTO DE VISTA
En el Estado no se elige por calidad
A diferencia de las exigencias que mantienen las empresas de hoy en cuanto a la calidad de su personal, Dayrín Soto cuestiona la falta de controles en la gente que va a trabajar al Estado.
“Ahí entra cualquiera, ya sea por pago de favores políticos, porque ayudaron en la campaña o porque es familiar de alguien. No hay ningún tipo de exigencia”.
A la vez lamenta que el proceso educativo, en familias y escuelas, todavía no se integre de lleno a la formación de personal capacitado.
“Los niños de hoy, de cara al mundo que se viene, deben tener conciencia ambiental, ser organizados, desarrollar inteligencia emocional desde pequeños y, sobre todo, aprender a ver las cosas buenas en los demás para poder trabajar en equipo”, señala la experta en selección de personal.
Por otra parte, en cuanto a los factores que dañan a las empresas, cuestiona mucho el chisme. “Es un efecto de la mala comunicación; es como un mal olor que se va quedando o como una gripe que termina por enfermar a todos. Divide a los grupos y destruye a la organización”.
¿Qué recomienda a un joven que hoy busca trabajo? Que persevere y encuentre, pero también que se prepare. “Recomiendo medirnos en ciclos de cinco años. Yo así lo hice. ¿Cómo quiero estar en cinco años y qué debo hacer? Si estoy en una empresa, debo ver si aprendo un segundo o tercer idioma, si agarro una maestría, si propongo un proyecto nuevo. La clave está en no quedarme estático. Eso se nota cuando alguien viene a llenar una solicitud”.
CENTRADA EN OBJETIVOS
Dayrín Sotoes administradora de empresas, egresada de la Universidad Mariano Gálvez.
Actualmente dirige la empresa Identity, que se dedica a la selección de personal y elaboración de perfiles laborales.
Creció en la zona 5 de la capital, estudió la primaria en la escuela República del Líbano y la secundaria en el colegio Sagrado Corazón.
Libros favoritos: El poder de las relaciones de John Maxwell; El estilo Walmart y La estrategia del océano azul.
Un lugar que le gusta:Cobán, por su naturaleza.
Un buen consejo recibido: Darle el tiempo necesario a la familia.
¿Qué cosa detesta? La pereza.
¿Cómo se define? Fiel a mis valores y practico el siguiente orden de vida: Dios, familia, trabajo y país.