Callejas opina: “Creo muy conveniente evaluar las infraestructuras críticas, más que todo en las carreteras principales, y esta (CA9 Sur). Es una cosa que se puede hacer muy fácil, pero es urgente”, asegura el experto.
Añade que también se hace necesario evaluar comunidades, casas, propiedades cercanas, que podrían estar en riesgo por este mismo efecto.
“Deberían de pensar en el usuario al hacer un carril de desvío temporal para cuando hagan la solución final. Eso iría a ser parte integral de la solución que propongan, primero Dios, adecuados para no interrumpir la ruta”, explica.
Callejas considera que por el tamaño de las bóvedas es mejor y recomendable hacer un puente más largo y “debería ser lo más fácil de hacer”.
Por ahora la unidad ejecutora de Conservación Vial (Covial) del Ministerio de Comunicaciones (CIV) plantea colocar un puente modular, mientras se ejecuta la obra final. El Ejército trasladó el material para colocarlo en los próximos días, según la información oficial.
“Se debería esperar a que pase el invierno con esta solución temporal y después hacer un proyecto de actualización de infraestructura que se ajuste a las circunstancias del área”, opina.
El especialista cree que este hundimiento no será el último que ocurra en la ruta CA9 Sur y por eso las autoridades pertinentes deben hacer un trabajo de análisis y evaluación más profundo.
“Como esto podría pasar en otros puntos, valdría la pena que el Ministerio de Comunicaciones tuviera una evaluación formal de toda la infraestructura de los ríos, principalmente”, resalta.
Añade que “como la huella urbana va creciendo mucho todos los ríos cercanos van a empezar a recibir más agua. Hay que analizar que esas infraestructuras en algún momento pueden quedar insuficientes y van a ir necesitando ser ampliadas con el tiempo”.
Sobre los casos que se han reportado en la ruta CA-9 Sur desde 2021 Callejas analiza que tienen orígenes parecidos y básicamente “lo que pasa es que los drenajes están recibiendo más agua para lo que fueron diseñadas”.
“Eso es lo que ha pasado en todos los casos. El drenaje nunca debe trabajar a presión, no es como una tubería de agua potable, que siempre va a presión”, explica.
Sobre por qué Villa Nueva ha enfrentado una decena de hundimientos, Callejas asegura que no es un caso particular, sino que esto ocurre en otros lugares y cada vez va a ir pasando más.
Asegura que los casos de hundimientos y socavones no iniciaron en Villa Nueva, sino en la zona 6 y 2 de la Ciudad de Guatemala, “que son exactamente el mismo caso, porque ahí los colectores, que iban mucho más profundos de lo que son estos (kilómetro 17.5), tuvieron el mismo efecto”.
De acuerdo con Callejas “llevamos viendo este tipo de situaciones por más de 15 años y se hemos tomado pocas acciones al respecto”.
Admite que la autoridad oficial, sea municipal o gubernamental, en lo que menos invierte es en los drenajes. “Lo que pasa es que el drenaje no es una obra que sea muy vistosa políticamente porque queda enterrado y cuesta mucho dinero”.
Callejas refiere que “nadie siente que el drenaje sea importante hasta que hay un problema. Además, los políticos no le ponen atención porque los drenajes no generan votos. Es más conveniente hacer una calle o un parque”.
Los casos van a seguir ocurriendo, reafirma Callejas y es necesario que el Ministerio de Comunicaciones haga una evaluación rápida, o quizás ya la hizo, del área.
“Esto es muy fácil de verlo porque no se produce de la noche a la mañana, sino que van a empezar a aparecer marcas de que el nivel está llegando a un punto en el cual es peligroso”, expone.
“Normalmente cuando el agua pasa dejando una marca, pasa dejando basura hasta un cierto punto, pasa lavando material, ya es muy fácil de evaluar”, revela.
“Si ya lo hiciéramos de manera más profesional, podríamos poner un sensor, que es similar a lo que tiene el cheque de una bomba en el que prende una alerta, siente el agua, lo toca”, sugiere.
El especialista considera que ese tipo de cosas son soluciones muy económicas, muy sencillas que pueden ayudar a la infraestructura y es muy probable que haya más puntos vulnerables en esta ruta.
¿Qué pasó?
“He visto fotos y vídeos del sitio y lo que ocurrió, o probablemente ocurrió, es que el río llevó más material del que podía pasar a través de las bóvedas y estas empezaron a trabajar a presión”, explica.
“También puede ser posible que llevó más caudal porque cada vez hay más área impermeabilizada. Aumenta el agua que llega al río, o sea, entre más se construye (casas u otras infraestructuras) más agua llega al río y probablemente esas estructuras ya llegaron a su límite”, dice.
“Probablemente las estructuras estas (las bóvedas) fueron construidas en los años 1990 y por cómo ha aumentado la cantidad de agua que le llega al río porque se construye más y esto provoca que se deje de infiltrar agua en el suelo y empieza a irse al río”, añade.
“Entonces crece la cantidad de agua y también hace que el río sea capaz de arrastrar más cosas. Pienso que ahí lo que pasó es que el agua llegó y los tubos cuando son de drenaje, nunca deben trabajar a sección completa, o sea, que el tubo de drenaje nunca se debe de haber llenado”, indica.
“Cuando uno mira las fotos, el agua sobrepasó la bóvedas y empezó a erosionar sobre la misma. Entonces no quiere decir que se alcanzó más de la capacidad que se diseñó porque probablemente estuvo está diseñado para trabajar a un máximo de 75 por ciento.
Y ahí se trabajó a un 120 por ciento. Eso fue lo que ocasionó la erosión sobre las bóvedas.
Entró el agua, rompió la junta entre el concreto y la protección de la entrada y empezó a socavar arriba de la bóveda. Fue lavando el material y probablemente cuando fue bajando el agua porque dejó de llover aguas arriba, probablemente desde Villanueva y Amatitlán, y se paró el proceso.