Aunque el cierre de los establecimientos educativos se hizo cuando el ciclo escolar estaba por cumplir dos meses de haber iniciado, muchos países de la región decidieron suspender sus clases presenciales hasta finales del 2020. Guatemala junto a Costa Rica, El Salvador, Paraguay y Perú es de los países que decidieron mantener cerradas sus escuelas, a excepción de Nicaragua que es el único territorio de Centroamérica y uno de los pocos en el mundo que decidió mantener las escuelas abiertas.
Han pasado más de siete meses desde el cierre de las escuelas y aún se está tratando de determinar cuáles serán los efectos para la población estudiantil la suspensión de clases. Aunque en muchos países acudieron a las clases virtuales o a distancia, esto deja mucho rezago en la población rural con escaso acceso a internet o a dispositivos electrónicos.
Esto lo detalle el Informe, Todos y todas sin excepción, producido por el equipo del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM), la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO) y el Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe- SUMMA, que califica a América Latina y el Caribe como la región más desigual del mundo.
El covid-19 precipitó una crisis educativa, que se alimentó por las profundas y múltiples desigualdades ya existentes pero que se exacerbaron a escala mundial por los bloqueos y cierres repentinos y de forma simultánea.
En Guatemala, por cada 100 estudiantes de 15 años de estrato socio económico alto que domina las habilidades matemáticas básicas, solo 10 de 100 estudiantes lo logra entre la población más vulnerable. “Los pueblos indígenas y las personas afrodescendientes tienen tasas de rendimiento y de alfabetización más bajas que el resto de la población”, mencionan.
Además, en 2017 solo el 52 por ciento de los hogares de la región tenía acceso a internet y el 45 por ciento a una computadora. Entre los estudiantes de 15 años del 25% más pobre de los hogares, menos de uno de cada cinco eran de hogares que tenían acceso a Internet y una computadora o al menos dos teléfonos móviles.
Aunque algunos países han dado prioridad al acceso asequible a Internet, han sido pocos los casos. Como en Uruguay, que el gobierno se asoció con una empresa de telecomunicaciones para brindar a todos los estudiantes acceso a contenido de aprendizaje sin cargo por el uso de datos.
Según detallan en el informe, esto tiene mucho que ver con los efectos más grandes que tendrá la pandemia en los sistemas educativos, entre los que se cuenta la recesión, la pérdida del aprendizaje y la interrupción en la educación de los niños y niñas.
A nivel mundial, el cierre de las instalaciones de cuidado infantil y educación temprana ha provocado que al menos 40 millones de niños no reciban educación en la primera infancia. En el caso de Guatemala, la deserción escolar a nivel preprimario alcanza el 40 por ciento según cálculos preliminares, aunque los datos oficiales se podrían tener al final del año al comparar cuántos niños siguieron estudiando con el número de infantes que se matricularon.
Todo esto agudiza la situación educativa en el país ya que muchos niños deben transitar carreteras no seguras y por largos tramos para poder ir a estudiar. Además que parte de la deserción en niñas se debe a que son víctimas de agresión y violencia sexual.