La publicación menciona que investigadores han estado estudiando la renuencia a las vacunas en Guatemala y han entrevistado a personas para comprender por qué se resisten a inmunizarse contra el covid-19 y encontrar soluciones.
Explica que, aunque este fenómeno no es exclusivo de Guatemala, pues muchas personas en el mundo rechazan la inmunización contra el coronavirus pese a que los datos muestran que las vacunas son seguras y efectivas, los investigadores esperan que “los fracasos” de Guatemala ofrezcan lecciones para otros países en preparación a futuras emergencias de salud pública.
El artículo señala que Guatemala tiene una de las tasas de vacunación contra el covid-19 más bajas de América Latina, pues solo alrededor del 35% de las personas han sido vacunadas por completo.
Menciona que el Ministerio de Salud ha registrado más de 900 mil contagios y más de 18 mil 500 muertes desde que comenzó la pandemia.
La publicación establece que esos datos son probablemente una subestimación, debido a la falta de pruebas, según lo mencionó en el artículo Óscar Chávez, cofundador del Laboratorio de Datos, con sede en Guatemala.
Chávez añade que ese número sin duda aumentará, pues la tasa de vacunación se está desacelerando.
EN ESTE MOMENTO
Solo 1 de 4 personas se ha vacunado en el área rural
La publicación revela que los investigadores y de salud pública y ciencias sociales están descubriendo que las razones para que la población rechace la vacunación son complicadas. Agregan que en algunas regiones rurales solamente una de cada cuatro personas han recibido una dosis.
“Los factores van desde que los funcionarios de salud no trabajen con los líderes de la comunidad para generar confianza hasta que el gobierno no brinde información clara sobre seguridad en los idiomas nativos de los residentes”, cita el texto.
La publicación hace referencia a que, en el 2018, más del 40% de los 14.9 millones de guatemaltecos se identificaron como indígenas, garífunas o xincas, y añade que Guatemala tiene un historial de abusos contra los derechos humanos de las comunidades indígenas por parte de militares.
“Eso siempre iba a hacer que la vacunación fuera un desafío”, cuenta a Nature Lesly Ramírez, asesora de participación ciudadana del Centro de Estudios para la Equidad y la Gobernanza en los Sistemas de Salud en la Ciudad de Guatemala.
Las profundas heridas del pasado
El artículo de Nature recuerda que en octubre de 2021 pobladores de Alta Verapaz, una de las regiones con la taza de vacunación más bajas, se enojaron cuando una unidad móvil con enfermeras llegó con vacunas contra el covid-19, pero los vecinos destruyeron las dosis, golpearon a las trabajadoras de salud y las amenazaron.
Afirma el artículo que los investigadores señalan que el incidente es un símbolo del fracaso del gobierno para considerar la diversidad étnica de Guatemala al implementar las vacunas.
El documento afirma que grupos indígenas del país sospechan profundamente de los médicos debido a un historial de violaciones éticas por parte de las autoridades médicas.
Y que hay una desconfianza aún más profunda hacia los militares debido a las violaciones de derechos humanos cometidas por los soldados durante el conflicto armado interno que terminó en 1996; “solo a principios de la década de 1980, el ejército respaldado por el gobierno mató a unos 200 mil indígenas y desplazó a otros 1.5 millones”, se lee en la publicación.
“En algunas áreas, como Petén en el norte, la gente ha visto al ejército asesinar a sus padres, dice Mónica Berger González, antropóloga de la Universidad del Valle de Guatemala en Ciudad de Guatemala. Entonces, cuando llega el ejército para entregar las vacunas, afirma, “por supuesto que [la gente] no se presentará para recibir las vacunas. Se van a esconder”.
Miedo a las vacunas
El artículo de Nature también dice que el miedo a las vacunas también ha influido en el rechazo de la población a las dosis contra el covid-19.
Revela que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) encargó a un equipo de investigadores que encuestara a los hogares guatemaltecos en 2021 sobre sus actitudes hacia el coronavirus y las vacunas. El esfuerzo fue apoyado por el Ministerio de Salud de Guatemala, se afirma.
Hace referencia a que aunque el informe no ha sido publicado, Nature ya lo vio y este revela que , alrededor del 54% de los hogares encuestados estaban preocupados por los efectos secundarios dañinos de la vacuna, según dice Berger González, quien es coautor de este.
Agrega que las personas en algunas comunidades pensaron erróneamente que sus amigos o familiares se estaban muriendo cuando desarrollaron fiebre después de la vacunación, un efecto secundario común.
No educar a los guatemaltecos sobre los efectos secundarios que son una reacción normal a las vacunas contra el covid-19 aumentó el escepticismo, dijo Ramírez en el artículo y agregó que “el mensaje de Guatemala fue demasiado simple: ‘La vacuna es buena, vayan a buscarla’”.
Alex Petzey Quiejú, un antropólogo independiente y miembro de la comunidad Tz’utujil concuerda con esa afirmación, pues está seguro que “Nunca nos dieron buena información”,
“La visión del estado sobre el tema está nublada por su propio privilegio. No nos entienden”, agregó a Nature.
En relación a esto, la publicación de Nature establece que un portavoz del Ministerio de Salud de Guatemala les dijo que factores culturales y religiosos contribuyeron al rechazo de la población guatemalteca ante las vacunas, y señala que grupos que incluyen a líderes comunitarios distribuyeron “información incorrecta o maliciosa”, lo que hizo que los residentes se mostraran reacios a recibir vacunas.
Barrera idiomática
Nature también hace referencia a que todo el material educativo, folletos y carteles, así como la publicidad sobre la vacuna y su importancia solamente se hicieron en español, cuando en el país se hablan 25 idiomas y fue hasta noviembre de 2021 que el Gobierno solicitó la traducción correspondiente.
La fuente de Salud dice en el artículo que esa situación no impidió que las autoridades locales hicieran sus traducciones del material antes de la petición.
La publicación afirma que la OPS encontró que de las 27 regiones encuestadas, solo 10 tenían materiales traducidas para noviembre de 2021.
Berger González dijo en el artículo que en los lugares en donde el gobierno guatemalteco tardó en informar a las comunidades rurales sobre las vacunas, la desinformación se apresuró a llenar el vacío y que los grupos religiosos desalentaron a las personas a vacunarse.
En el informe de la OPS, se afirma que el 12% de las personas encuestadas que declararon que no se vacunarían dijeron que era porque confiaban en que Dios los protegería.
“El lanzamiento irregular de la vacuna en Guatemala es el resultado de no haber logrado una estrategia integral que incluyera a los líderes y comunidades indígenas”, comenta Nancy Sandoval, presidenta de la Asociación Centroamericana y del Caribe de Enfermedades Infecciosas en la Ciudad de Guatemala, según la publicación.
Fallas en logística
El artículo también hace mención a que el país tuvo incidencia en la negativa de las personas a vacunarse.
El estudio de la OPS encontró que cuando los puestos de vacunación se quedaron sin dosis la noticia se propagó rápidamente y disuadió a otros de intentar buscar sus dosis.
Menciona que en las comunidades rurales, ir a los centros de vacunación significa pagar costosos boletos de bus y horas de camino. “Es la elección entre vacunarse o comprar un kilo de maíz”, dice Petzey Quiejú.
En contraparte, el Ministerio de Salud dijo actualmente existen 1 mil 188 puestos de vacunación en todo el país, entre sitios fijos, brigadas de vacunación y barridos casa por casa. “Se ha hecho todo lo posible para llevar [vacunas] a los sitios más remotos”, dice el portavoz.
Los investigadores en Guatemala esperan que las soluciones locales exitosas, como la creación de redes comunitarias para generar confianza, puedan usarse en todo el país y tal vez más lejos.
“Esta simple estrategia de hacer que los representantes de la comunidad se sienten y hablen con los forasteros ha funcionado en algunas comunidades indígenas”, dijo Petzey Quiejú. “Y si funciona en uno, funcionará en el resto. Solo hay que adaptarlo”, concluye el artículo.
*Nature, una revista internacional semanal que publica las mejores investigaciones revisadas por pares en todos los campos de la ciencia y la tecnología, sobre la base de su originalidad, importancia, interés interdisciplinario, actualidad, accesibilidad, elegancia y conclusiones sorprendentes.
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