La familia completa salió muy temprano de Huehuetenango para recibir a aquel que se fue como un adolescente de 15 años y ahora regresa con una vida consolidada en Miami, pero que nunca sustituyó su amor y nostalgia por aquellos a quienes dejó.
Una numerosa familia y la falta de empleo hicieron que Gaspar Lorenzo emigrara a Estados Unidos en busca de un futuro mejor para él y los suyos en 1988.
Con muchos sueños, llegó y se estableció en Miami, donde formó su propia familia.
“Me siento emocionada, porque desde hace 27 años no lo veo. Ahora él viene a ver a nuestra mamá, que ya está grande y lo extraña. Hace años, él se fue por la necesidad de un trabajo, y hasta ahora podremos verlo”, dijo María Lorenzo, hermana de Gaspar.
Con 42 años, Gaspar llegó al país, y encontró una familia más numerosa.
“Estoy muy feliz de volver a mi tierra. Hace un mes les avisé que volvía porque los extraño. Allá —en EE. UU.— no es fácil, el trabajo es duro; pero me alegra poder ayudar a mi familia a salir adelante”, dijo Gaspar.
Vuelve con su esposa
Andrés Figueroa Cipriano, tiene 31 años y trabaja como ingeniero mecánico en Los Ángeles. “Todos los años vuelve a casa a celebrar las fiestas con la familia. Ayer —jueves—, también vine al aeropuerto, porque vino otro sobrino; pero él venía de Miami”, explicó Ester Figueroa, mientras sostenía un ramo de rosas.
Andrés viajó hace 10 años a Estados Unidos a estudiar Ingeniería Mecánica, se graduó y actualmente cursa un doctorado en Medicina Ortopédica, el cual culminará en febrero del 2016.
“Él se dedica a hacer prótesis de rodilla y codo para las personas que lo necesitan; para eso estudió”, comentó su tía.
Ruby Cipriano, madre de Andrés, añade al esperado encuentro con su hijo la emoción de conocer a su nuera.
“Viene acompañado de su esposa, una dominicana preciosa a quien conoció durante el doctorado. La verdad, para mí es un regalo muy grande que mi hijo vuelva a casa para estas fiestas”, agregó la madre, sin poder disimular una sonrisa.
“Desde que mis hijos viajaron a Estados Unidos a estudiar y a trabajar, es parte de nuestra rutina venir al aeropuerto a recogerlos durante esta temporada para pasar así las fiestas en familia”, puntualizó Ruby.
Con algunos minutos de retraso, el vuelo de Andrés llegó al aeropuerto, y con él la pareja, que se fundió en un abrazo con la familia.
Regresó casi de sorpresa
“Él trabaja en Florida. Se fue para ayudar a la familia y mandar dinero. Nosotros solo le hablamos por teléfono, y ahora nos da el mejor regalo de Navidad”, así resume Adriana Velásquez la alegría de recibir a Martín, su hermano mayor, que hace 12 años viajó indocumentado a Estados Unidos y ayer regresó.
La visita la había preparado Martín con antelación; sin embargo, quiso dar la sorpresa a sus familiares, y fue una escueta llamada telefónica el pasado domingo que alertó a pocos de su regreso.
“Hace cinco días nos avisó de que volvía a Guatemala; no lo esperábamos”, dijo Adriana, que aguardaba junto a su madre la llegada del vuelo que traería de vuelta a su hermano.
La familia Velásquez es oriunda de Quetzaltenango, y de allí partió Martín hace 12 años en busca de oportunidades.
“Mi hijo se fue hace muchos años; ahora la familia ha crecido y él no conoce a los más pequeños. Es una bendición y el regalo más grande que pudimos recibir esta Navidad”, expresó María, madre de Martín, y de las pocas personas que sabían que él venía.
Hace unos años, Martín logró legalizar su estadía en Estados Unidos; sin embargo, el trabajo lo había obligado a retrasar el esperado reencuentro.
“He trabajado mucho para ayudar a mi familia. He trabajado en construcción y plantaciones. Es difícil cuando no se tienen papeles”, explicó Martín.