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Viceministro de hospitales: “Hay que poner medidas de restricción”

El viceministro de Hospitales, Francisco Coma, insiste en que de no intervenir con medidas más drásticas que regulen la movilidad, el sistema de salud pública no será capaz de hacerle frente a la pandemia de covid-19.

El viceministro Francisco Coma durante una entrevista con Prensa Libre. (Foto Prensa Libre: Maria José Bonilla)

El viceministro Francisco Coma durante una entrevista con Prensa Libre. (Foto Prensa Libre: Maria José Bonilla)

Van 536 días en pandemia. De estos 14 meses han sido bajo la dirección de Amelia Flores como ministra de Salud y un equipo de trabajo donde el médico y cirujano Francisco Coma Martín resalta como el responsable de la red hospitalaria pública.

Francisco Coma no llegó por casualidad a ocupar el puesto. Al menos su experiencia profesional justifica ocupar el cargo.

Con sus tres décadas como director de centros hospitalarios privados, se podría deducir que conocía a su competencia: una red pública de salud con agujeros presupuestarios y carencias graves.

En estas circunstancias, Coma accedió a una entrevista con Prensa Libre y, desde su perspectiva, evalúa el trabajo del Ministerio de Salud.

—Usted llegó como parte de un equipo dirigido por la doctora Amelia Flores a rescatar un Ministerio que ya se había rebasado en el manejo de la pandemia. ¿Cómo tomó la decisión de asumir el viceministerio de uno de los sistemas hospitalarios más débiles de América Latina?

—Hablar de la palabra rescate es un poco complicado, se me plantearon retos, creo que en aquel momento las personas que se acercaron a hablar conmigo con la idea de que me incorporara al equipo de trabajo de la doctora -Amalia-Flores, visualizaron la oportunidad que yo tenía, por mi experiencia en el manejo de la administración hospitalaria, que ha sido toda mi vida profesional.

Entendiendo claramente que venía a un sector que no necesariamente es el mío, pero en general los procesos administrativos, independientemente de lo público, suelen ser siempre los mismos, pero, sobre todo, el proceso de organización y el interés de poner a trabajar en equipo a los distintos hospitales.

Nuestro sistema de salud creo que tenía, aparte de las debilidades historias, dos o tres problemas importantes. Uno el abordaje de la pandemia: desde un inicio se abordó mucho en la parte hospitalaria cuando realmente la parte más importante de la pandemia debía estar en la atención primaria.

Desde la perspectiva de prevención, también empezar a trabajar mucho en relación con todas las partes que Coprecovid había estado estableciendo, que eran el aplicar los semáforos, el darle seguimiento y continuidad a todas estas normas que se habían dictado.

Como tercero la parte hospitalaria, que tenía una serie de debilidades, históricas la mayoría de ellas, pero que en su momento no se había entendido por la dimensión de los casos que era un problema que podía ser creciente.

Recordemos que el tema aquí no son camas, y es lo que siempre digo, voy a disponer de 5 mil camas en este momento, pero la problemática principal es quién a tienda a los pacientes. En el tema de la pandemia creo que en un inicio estos problemas administrativos para contratar personal fueron determinantes para que la gente no quisiera vincularse a la atención de los pacientes covid, pero posteriormente, al tomar conciencia del riesgo personal que se tenía, también incluía a mucha gente para incorporarse a las áreas covid.

—¿Dónde están los fallos del sistema público que hace que no veamos todo el buen funcionamiento?

—Yo creo que todo trabajo es susceptible de ser mejorado, uno de los graves problemas que hemos enfrentado es la falta de información, yo creo que el no saber comunicar es una de las grandes fallas, se invierte poco en comunicación, se hace el esfuerzo para comunicar en redes o a través de las herramientas de Facebook o Internet, pero en ese sentido siempre cabe remarcar como se están invirtiendo los recursos y en ese sentido el ministerio no ha sido lo suficientemente agresivo en comunicarle a la población.

Esto ha generado el sentimiento de, bueno ‘¿Y dónde está el dinero?’, para mi es importante recordar que el ministerio recibió Q1 mil 600 millones, cada renglón de gasto está debidamente justificado, se ha hecho una inversión en recurso humano, ahí es donde probablemente se ha invertido más, 7 mil personas más trabajando para la atención de pacientes covid, eso significa un esfuerzo importante de dinero, aparte que en cada unidad ejecutora se ha contratado recurso humano.

Estamos trabajando con un presupuesto del 2018, atendiendo una pandemia, pero se nos olvida que estamos viviendo en un país que enfrenta otra pandemia y la otra pandemia es la violencia y accidentes de tránsito. Haciendo un recuento aproximado, los fines de semana se reciben más pacientes de violencia y hechos de transito que pacientes viniendo de problemas covid.

Por ejemplo, el San Juan de Dios y el Roosevelt pueden tener fines de semana en donde en un solo día ingresan 100 pacientes en contra de 20 o 25 de covid gravemente enfermos.

—La Universidad de Washington en proyecciones propias señala que Guatemala necesita ahora 2 mil 728 camas parta atender la pandemia, 490 de intensivo. ¿Qué tan lejos está esta proyección de la realidad nacional?

—Tenemos un total de 600 camas dedicadas a la unidad de terapia intensiva -para pacientes críticos- y 1 mil 905 camas para pacientes moderados. Los modelos matemáticos que proyectan las universidades son válidos como una referencia, más no se ubican en el contexto real. En este momento tenemos 606 camas de terapia intensiva. El problema es que desde julio hemos visto día a día un incremento en el número de casos activos -más de 50 mil casos activos-, de estos casos entre el 5 y 10 por ciento requieran hospitalización, y de estos un 3 a 5 por ciento una cama de terapia intensiva. Este no es un tema de camas.

Todos los sistemas hospitalarios del mundo han llegado a colapsar en el número de camas disponibles para la atención de pacientes covid, lo estamos viendo en este momento en Estados Unidos, donde hay Estados que para hacerle frente al volumen de hospitalizaciones tienen que recurrir a otros Estados para trasladar a un paciente.

¿Por qué? Porque el problema final de esta pandemia se aborda desde dos perspectivas: Una es desde la prevención y la segunda desde la vacunación.

El caso de pacientes positivos con covid-19 ha desbordado los hospitales, entre ellos el Temporal del Parque de la Industria. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

—El 14 de julio usted decía en una entrevista: “Estamos claros que los números vienen creciendo; son proyecciones que dan temor ¿Qué acciones se han implementado desde entonces para detener esa laza de contagios que hoy golpea al país?

—Desde el ámbito de lo técnico nos hemos preparado, pero recordemos que este no es un abordaje solo de Salud Pública, es un problema de país, donde las acciones tienen que ser … no solo los técnicos son los actores. Si implemento más camas, contrato más camas, pero no hago nada para frenar el nivel de contagios de nada me sirve.

El número de camas no puede llegar a ser infinito, no hay el recurso humano necesario para atender los casos en la progresión de contagios que estamos teniendo. Llegamos a casi 6 mil casos diarios, números atípicos, y ojalá que esto se sostenga, que este fin de semana veamos una disminución en el porcentaje de positividad, pero lo más importante es prevenir los contagios.

¿Qué significa eso? qué todos tengamos la conciencia de la importancia de las medidas de seguridad biológicas: el uso de mascarilla, la distancia social, evitar reunirnos.

Tenemos un semáforo que regula algunos aspectos relacionados con la pandemia, pero, desgraciadamente y a pesar de que hubo más de 130 mil supervisiones a lo largo de este año para hacer que el semáforo se cumpla, se rompió la disciplina que teníamos.

Siempre dije que Guatemala había logrado sus mejores resultados en el manejo de la pandemia porque como población mantuvimos una disciplina tomado consciencia en que más allá de la actividad económica, en el momento que tuviéramos que estar en resguardo lo hicimos y no necesitamos del estado de Calamidad.

En estado de Calamidad terminó en octubre, en enero, febrero, incluso después de la Navidad, teníamos un comportamiento en donde había plena conciencia como ciudadanos de la existencia de la pandemia.

En los mapas epidemiológicos después de Semana Santa en cada feriado se veía un enorme crecimiento de contagios y esto nos indica que se relajaron las medidas.

No me estoy asignado la tarea de responsabilizar a la población, esto es responsabilidad de todos. Siempre teníamos el apoyo de las autoridades locales que ponían restricciones, y teníamos más conciencia de la importancia que representaba cuidarnos, de repente la gente se cansó. No voy a decir que la gente haya dejado de creen en la pandemia, porque esta es visible, desgraciadamente a todos nos ha tocado de cerca la muerte de alguien querido o que haya enfermado.

Hace un mes y medio acudimos a presidencia de la República a manifestar esta preocupación, el presidente abordó el tema y puso un estado de Prevención, lo tuvimos por 15 días. Tuvo un impacto, nos ayudó para disminuir los accidentes derivados de la ingesta de bebidas alcohólicas, tuvimos una disminución de ingresos de otro tipo de pacientes, y dio un respiro para el personal que está en la atención de la pandemia. Eso nos hizo ver que este estado de Prevención podía tener un impacto positivo.

A  mediados de julio con el incremento de casos, donde ya superamos los 5 mil diarios, y se hace la genotipificación de las variantes que están afectando al país, encontramos la variante Delta. Es sumamente contagiosa, muy agresiva, requiere menos tiempo de permanencia con alguien positivo para adquirirla.

Con esto hacemos el planteamiento al ver el crecimiento de casos que llega a los hospitales, gente más joven, que se agrava rápidamente, y con síntomas que lo obligan a ir al hospital en condiciones bastante delicadas. Estamos viendo el ingreso de niños. El volumen de casos es fuerte, al punto de ver aquellas imágenes, que se hicieron virales, donde la gente tuvo que ser puesta en sillas. Son los momentos de crisis más severos que puede tener un país. En Guatemala se acompaña de un Sistema de Salud débil, pero sobre todo tenemos un país que no solo atiende covid, sino muchos hechos de violencia y de tránsito.

—La semana pasada usted mencionó que no es hombre político, sino técnico y que uno de los inconvenientes que ha enfrentado es el poder agilizar las compras para abastecer los hospitales ¿se siente apoyado por el Ministerio de Salud, por los demás viceministros, para hacer frente a la pandemia?

—Acá trabajamos como un equipo y las dificultades las tenemos todos. El nivel de consumo que tenemos por el alto volumen de pacientes tiene una característica: lo que antes teníamos reservado para seis meses, en este momento se consume en un mes. los eventos para hacer la reposición de esos inventarios puede tardar cuatro meses, entonces, es lógico que no concuerde la velocidad de reposición con la de consumo.

Somos respetuosos de los procesos, para buscar un mecanismo de compra, específicamente para los productos covid, es lo único que queríamos, los medicamentos que tienen que ver con covid. Antes de inicio del pico de julio teníamos un promedio entre 40 y 50 ingresos a la red, en este momento son 150 ingresos diarios, con características de pacientes moderados graves o críticos y el nivel de consumo de estos productos es fuerte.

Probablemente en una consideración especial debería de darse una visión diferente a lo que son los productos covid porque, además, no es que hoy compre un producto sedante que solo sirve para covid, sino que los productos que se usan para los pacientes ventilados son los mismos que se usan para pacientes heridos por arma de fuego, trauma de cráneo, el consumo es doble.

Si no tenemos un mecanismo de compra que nos permita ir más rápido en la adquisición se dificulta contar con los productos, eso pasó hace unos meses en el Parque de la Industria, el volumen fue tan alto que la capacidad para reponerlos no alcanzaba. En este momento lo que estamos haciendo son compras directas o de baja cuantía, pero nunca nos va a permitir alcanzar el ritmo de consumo. Desde el punto de vista del Ministerio de Salud tenemos claridad, como técnicos, de las necesidades que tenemos y creo que esto ya trasciende al ámbito de lo político.

Cuando se habló del estado de Calamidad la discusión giró en torno al tema de las compras, cuando realmente nuestra propuesta eran aspectos relacionados con la limitación de la movilidad, lo que queríamos eran mecanismos para limitar la movilidad de la población, porque es la única forma efectiva de frenar el nivel de contagios.

Respeto todos los sectores, nuestra propuesta hablaba de permanecer con una economía funcional, que pusiéramos limitaciones en horarios de circulación, que pusiéramos limitaciones en fines de semana cuando ya la gente no tiene que trabajar, en eso nos debemos enfocar.

La pandemia no se controla ni con más hospitales, ni con más centros de salud, se controla impidiendo que se transmita el virus y vacunando a la gente. Si no frenamos la transmisibilidad del virus, podríamos tener hasta 20 mil casos al mes.

—Su criterio es el mismo que tienen los médicos. Incluso, colegas suyos que no trabajan en el sector público han hecho una serie de recomendaciones que caían en las restricciones. ¿es factible implementarlas y llevarlas a la práctica y ver que se cumplan?

—Salud puede ser un ente regulador y está el semáforo y están las multisectoriales donde interviene la Policía Nacional Civil y otros actores; pero lo que dicen los médicos, y lo que se tiene plena consciencia a nivel del Ejecutivo, es la necesidad de disminuir la movilidad, encontrando un equilibrio. Pero en este momento, con este nivel de contagios, hay que poner medidas de restricción.

—Mucha gente tiene la percepción de que el estado de Calamidad no servía porque restringía la movilidad en la noche y madrugada. ¿volverán a presentar restricciones que pasen por restringir la movilidad?

—Yo creo que sí. Yo pienso firmemente que es importantísimo, como Ministerio hemos estado trabajando con la comisión de expertos, la comisión está en un proceso de finalizar una serie de propuestas que permitan ser analizadas a nivel de Presidencia y presentadas al Congreso de la República. Y de nuevo, esto no tiene que ser un tema relacionado como política.

—Pero sí hay un criterio económico que no está en ninguna mesa de negociación, pero pesa. ¿Cómo debería manejarse?

—Si yo visualizo, por ejemplo, la economía formal, las grandes empresas tienen una estructura y cumplimiento de protocolos importantísimos. La mayoría de ellas se prepararon perfectamente pare tener bajo contención la no transmisibilidad del virus dentro de sus empresas.

Luego tenemos la economía informal. Nosotros no podemos dejar a la gente que vive de la economía informal sin salir a trabajar, pero sí tenemos aspectos que son fundamentales de mencionar, muy rápidos. ¿Dónde se contamina más la gente? Es muy fácil, en las fiestas, en los bares, en las reuniones y bailes sociales en el interior de la república las ferias.

Nuestra visión es: hay actividades que son esenciales, como la economía para vivir, y esa no tenemos por qué limitarlas, porque la gente usualmente tiene plena consciencia de que sí se protege va a tener la posibilidad de no contagiarse; ahora, ¿qué sentido tiene seguir permitiendo fiestas, seguir permitiendo reuniones sociales? Para mí ninguno.

—Si de sus criterios técnicos y su experiencia profesional dependiera poner restricciones ¿sería prudente elevar los horarios de restricciones?

—No creo que no. Es muy difícil, recordemos que los trabajos de la gente tienen un límite, pero se debería fomentar el teletrabajo, de nuevo el cumplimiento estricto de los aforos en unidades laborales, luego una hora de toque de queda adecuado es aquel que contempla que la gente salga de su trabajo y volver a su casa de una forma normal, sobre todo en el punto horario donde todo el mundo que sale de su trabajo toma la decisión de empezar a beber, a juntarse y cenar con los amigos y sé que esto impacta sobre algunos sectores, pero definitivamente cuando uno ve las proyecciones de crecimiento en el número de casos, se preocupa uno enormemente.

—Entre esas consideraciones de médicos se menciona la vacunación, en ese sentido, hay un tropiezo con la compra de vacunas y eso ha desgastado al Ministerio de Salud ¿se pudo hacer mejor la negociación y compra de vacunas?

—Yo no estoy involucrado directamente en los procesos de negociación. Sé que las personas que  participaron hicieron su mejor esfuerzo. Todavía y aún con el acuerdo que fue autorizado por el Congreso de la República hace casi dos meses, no se ha logrado terminar de cerrar las negociaciones o la compra con alguna empresa norteamericana.

En aquel momento estoy convencido que la señora ministra y el grupo de expertos que participaron en la toma de decisiones de la adquisición de la vacuna Sputnik la vio muy completa y una opción accesible, no solo de la perspectiva de la disponibilidad que los señores del gobierno nos ofrecían, sino también desde la perspectiva que tenía que ver con precio, con la facilidad de entrega, desgraciadamente se dio un incumplimiento en los tiempos y esto nos tocó vivirlo a nosotros, pero también a otros países del mundo vivir y esto fue muy duro, no puedo poner sobre la mesa ni juzgar en ningún momento, creo que se actuó bajo el mejor concepto al momento de negociar, sobre todo porque las condiciones que en algún momento algunas otras farmacéuticas ponían eran muy complicadas, que requerían unos cambios importantísimos a nivel de la ley.

Creemos que el proceso de vacunación sí, en base a las negociaciones que se están cerrando, nos permitirá completar todo el ciclo de vacunación a la población aproximadamente en el mes de diciembre o enero.

—Las pruebas aún son limitadas. ¿por qué ha costado mantener y ampliar el acceso a pruebas de covid?

—Es la misma razón que los medicamentos. En este momento estamos trabajando casi un promedio de 14 a 15 mil pruebas diarias, ahora, lo que sucede es que, al crecimiento en el número de casos, el requerimiento de personas queriendo hacerse una prueba es mucho mayor, entonces los consumos son muy rápidos y por lo tanto los procesos de reposición son más lentos.

Yo entiendo que eso está solucionado, se adquirieron pruebas recientemente, están siendo distribuidas esta semana y la idea es masificar las pruebas, masificar y masificar.

—Con más de cinco mil contagios al día, más positividad en pruebas y hospitales desbordados ¿Se ha planteado renunciar a la cartera, ante lo difícil de cambiar el sistema y con quejas permanentes?

—Uno se lo cuestiona, sobre todo en el momento donde hay decisiones que ya no dependen de lo técnico, sino dependen de otros ámbitos, que dependen de lo político. ahí es donde uno ya se lo cuestiona, porque uno dice ‘hemos hecho el mejor esfuerzo, sabemos que la pandemia es capaz de desbordar al mejor sistema de salud del mundo’, pero cuando las decisiones dependen no de mi o del equipo de trabajo del Ministerio, sino de una estructura superior, de un sistema, ahí es donde a uno le dan ganas de salir corriendo, pero que mal haría este capitán en abandonar el barco en este momento.

Hay dos aspectos fundamentales: no es un tema de orgullo, porque no soy un hombre que maneje orgullo, soy muy lógico en mis decisiones, sí en algún momento no encontramos esos apoyos políticos también es muy difícil asumir y dejar el nombre y un apellido de toda una vida sobre una mesa por temas que no me competen, entonces, sí se a puesto sobre la mesa la valoración. Esperemos que no se dé.

—La ministra ha sido muy cuestionada ¿en caso de que ella dejara el puesto, usted ha contemplado asumir como ministro?

—(Risas) No tengo una respuesta, le soy honesto. Desde hace aproximadamente dos meses tuve que haberme ido, no porque quisiera, sino porque así eran mis compromisos. Yo me comprometí con mi familia, para ellos que me involucrara en el Ministerio fue muy complicado, entonces yo le dije a mis hijos: mi papá era extranjero y siempre me dijo ‘Guatemala me dio tanto, que el día que a usted le toque servirle a Guatemala, acuda al llamado’ y eso es lo que hice.

Creí que era el mejor momento. Difícil, creo que la figura de ministro es una figura muy complicada, ni siquiera me lo he planteado, ni me ha pasado por la cabeza, es un tema difícil.

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