Una de sus emblemáticas campanas dio 25 toques para recordar la fecha que marcó el fin del conflicto armado interno en el país el 29 de diciembre de 1996.
Los acuerdos, firmados entre el gobierno y la guerrilla, pusieron fin a 36 años de un conflicto armado que dejó más de 200 mil muertos y 45 mil desaparecidos.
Ese proceso tuvo su origen en la Declaración de Esquipulas, cuyo 35 aniversario se conmemora también este año, que marcó el camino para la concertación entre los países de la región centroamericana.
Este miércoles, los pobladores y visitantes al templo de Esquipulas, localidad nombrada Capital Centroamericana de la Fe, fueron testigos de las 25 campanadas en honor de la paz.
Y no era para menos. Las características campanadas de la Basílica, que fueron inmortalizadas en el tema Milagroso Señor de Esquipulas, del extinto compositor guatemalteco José Ernesto Monzón, tienen una singular historia.
De acuerdo con la historia, fue Mariano Rosell y Arellano, arzobispo metropolitano de Guatemala, quien mandó a fundir las emblemáticas campanas en 1946 para el famoso santuario.
La más grande de ellas, que fue la protagonista de las 25 campanadas de la paz de este miércoles, pesaba unas 5 mil 300 libras. Le seguía otra de mil libras y una llamada volteadora, de 300 libras.
Una joya emblemática
De acuerdo con datos proporcionados por la Basílica, para la hechura de la gigantesca campana se utilizaron 53 quintales de cobre, estaño y zinc.
Su peso aproximado completamente armada es de tres toneladas. Mide 0.81 metros en su cabeza, 1.5 metros de diámetro y 0.5 metros en la corona.
Tiene un espesor de unas 6.5 pulgadas y para su fabricación fueron utilizados restos de otras campanas de unos 200 años de historia.
Aunque fue fundida en 1946, se extrajo de su molde hasta septiembre de 1947 para aplicarle los más delicados acabados. Sonó por primera vez el 15 de enero, día del Señor de Esquipulas, de 1948.
De hecho, la campana tiene un detalle del Señor de Esquipulas esculpido en alto relieve por Julio Dubois.
En la parte exterior, la campana tiene una leyenda: “Glorifica al Señor, llena de espíritu de gozo testimonia la fe de nuestros pueblos, y enaltece la memoria del primer arzobispo de Guatemala que erigió este magnífico santuario”.
El historiador Juan Paz Solórzano narra la dificultad que tuvieron para subir y colocar la campana en el templo.
Cuenta que, después de haber subido las campanas más pequeñas, debieron hacer varios intentos fallidos para lograr colocar la campana más grande de Centroamérica.