“Era una bolsa de harina la que llevaban. Pudo haber estado en la ropa interior de las damas, y no pudimos detectarlo; pero los procedimientos que hicimos estuvieron bien”, comentó Zepeda.
Una de las dos jóvenes detenidas refirió que cuando les preguntaron al ingreso, ellas respondieron que eran talcos, y las dejaron pasar.
Según Zepeda, los agentes tenían detectores de armas, escáneres y manuales, pero según el protocolo del Congreso, dos personas pueden acompañar a cada funcionario.
“No se tiene que limitar a control de metales. La SAAS debe revisar sus protocolos”, dijo Carlos Vega, consultor en seguridad de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales.
Pérez Molina descartó ayer, en El Progreso, algún cambio en la SAAS. “No vamos a buscar responsables. Aquí está claro que es gente a la que le pagaron”, expresó.
Se lava las manos
El subjefe de Seguridad del Congreso, William Gutiérrez, reconoció que al teatro fueron acreditados 30 guardias parlamentarios, pero, aclaró: “La seguridad del recinto fue coordinada por la SAAS. Incluso nuestra gente no estuvo armada”.
Según Gutiérrez, el personal del Ejecutivo y del Legislativo y los invitados, fueron revisados por la SAAS. “La guardia parlamentaria se dedicó a atender a los diputados”, manifestó.
Agregó que al salir Pérez Molina y Baldetti hubo movimiento de sus escoltas a distancia prudencial.
El jefe de Protocolo del Legislativo, Yari Albúrez, indicó que se extendieron dos mil 54 invitaciones identificadas. “Escuché en los medios de comunicación que la detenida dijo que ingresó con la invitación número 12. Esa pertenece a un alto funcionario de la Corte Suprema de Justicia que sí estuvo presente en el acto”, detalló.
Albúrez admitió que el incidente ocurrió en el pasillo destinado a altos funcionarios, pero “habrá que ver si estaba sentada allí o llegó después”.
Según el presidente del Congreso, Arístides Crespo, hubo fallas, y pidió que todo se aclare con las investigaciones.