Esta situación pone en aprietos al centro asistencial, que atiende a miles de menores afectados por la desnutrición provocada por el hambre.
Carlos Arriola, director del Bethania, señaló que según un estimado, fueron más de cinco mil las personas que atendieron en el lugar hasta noviembre pasado.
El problema
Se indicó que a todos los pacientes se les cobra una cuota simbólica tanto por la consulta externa como por el tratamiento para recuperarse de la desnutrición. Estos precios son módicos, pero sirven para mantener el dispensario.
Por ejemplo, la consulta externa cuesta Q5, mientras que el tratamiento, de Q100 a Q200 por un promedio de 30 días de estar ingresados en el lugar; un tratamiento similar en otro lugar costaría como mínimo Q6 mil.
Pero pese a lo bajo de los precios de la atención médica, la gente es tan pobre que no puede pagar, y eso ha puesto en aprietos al Bethania.
Arriola señaló que al sumar lo que no han pagado los pacientes, son más de Q200 mil, lo cual de mantenerse podría provocar el cierre del dispensario en Jocotán.
Soluciones
El director del centro asistencial señaló que una manera de conseguir fondos para el lugar sería por medio de la colaboración de todos los guatemaltecos, o si empresas quisieran tomar la iniciativa de realizar sorteos o actividades tendientes a reunir dinero para garantizar la atención.
De acuerdo con la cantidad de personas que atiende el dispensario, la cifra adecuada de fondos para un año sería de Q1 millón; con ello se evitaría cobrar el precio de los tratamientos para enfrentar la desnutrición y los padres de los niños que tengan esos padecimientos los llevarían sin tener que preocuparse por pagar.
A finales de agosto de 2001 ocurrió una hambruna que le costó la vida a 125 personas en Jocotán, Camotán y Olopa, Chiquimula; la mayoría de pacientes fueron atendidos en el Bethania. En esa época hubo muchos ofrecimientos de ayuda, pero pocos se cumplieron.