Mientras médicos y enfermeras atienden a los pacientes recibidos por la noche, comienzan a desarrollarse historias de sufrimiento, amistad, solidaridad, y a veces, de pérdida.
PACIENCIA
Con lágrimas de angustia
La madre de Katherine, angustiada, lloraba en la puerta de la emergencia de Maternidad del Hospital Roosevelt a la espera de información de su hija, quien recientemente había dado a luz a una niña, pero por complicaciones de salud tuvo que regresar al nosocomio, donde nació su pequeña.
La jornada dio inicio el lunes de esa semana, cuando Katherine llegó al nosocomio para que naciera su niña, por cesárea.
Fue enviada a su casa al día siguiente para que comenzara su recuperación, pero horas después presentó un cuadro de fiebre y dolor en el abdomen.
Su madre, Saide Eleonora, decidió llevarla de nuevo al hospital.
Luego de cinco horas a la intemperie y sin tener dónde sentarse, lloraba porque no tenía noticias de su hija.
La última información que tuvo fue que la habían llevado a practicarle un ultrasonido.
Mientras preguntaba al agente que vigilaba la entrada, también buscaba en la ventanilla de Atención al usuario, pero sin resultados, porque solo tenían datos de las personas que ya tenían una cama y habían sido internadas. Nadie le decía nada.
Pasadas las seis horas de espera, el agente, conmovido por el sufrimiento de la mujer, la dejó entrar y preguntar, pero al ingreso de la emergencia le dijeron que Katherine continuaba en ultrasonido y que volviera más tarde a consultar.
Saide Eleonora esperó afuera del hospital sin saber nada de su hija por más de nueve horas de pie, frente al portón del hospital.
Un par de horas antes del amanecer le indicaron que su hija quedaría ingresada.
PERSEVERANCIA
Doce horas de pie
El 7 de marzo la suegra de Nelson May empezó a sentirse mal y por eso fue llevada a un centro de salud de San Juan Sacatepéquez. Allí le informaron que debían trasladarla a un hospital nacional, porque su corazón no marchaba bien y el diagnóstico era incierto.
Se aventuraron a movilizarla al Hospital San Juan de Dios y al ingreso de la emergencia su familia le pidió que se quedara con un celular para poder comunicarse con ellos. Esa fue su única vía de comunicación.
Las noches del 7, 8 y 9 de marzo se podía ver a Nelson afuera del hospital, de pie, mientras esperaba que algún médico, enfermera o trabajadora social se le acercara para informar del estado de salud de su suegra, pero nadie le decía nada y solo le pedían que siguiera esperando.
May trabaja como agente de seguridad privada, en una jornada de 7 a 17 horas, por lo que el tiempo que destinaba para descansar fue empleado para permanecer en la entrada de la emergencia pidiendo información que no le era proporcionada.
Llegaba a las 18 horas al hospital para preguntar y le decían que esperara, que pronto alguien le diría algo, pero las noticias no llegaban.
Sabía que su suegra continuaba con vida porque se comunicaba con ella por mensajes en el celular. Sin embargo, del hospital no recibió ninguna información.
El 10 de marzo, después de tres noches de pasar en vela pasando frío y sin un lugar digno donde esperar, su suegra le mandó un mensaje para indicarle que en el hospital no le habían encontrado el origen de los dolores en el pecho y que podía regresar a casa.
ESPERA
Una madre sin información
Bernarda estaba en la fila con unas 30 personas delante de ella. Buscaba información de su hijo, quien se encontraba en el Hospital San Juan de Dios por una enfermedad renal y un cuadro de neumonía agudo.
A las 7:30 horas se presentó al nosocomio, pero tuvo que esperar alrededor de dos horas para que una de las trabajadoras sociales del hospital saliera a dar información.
A las 9:30 del 10 de marzo la trabajadora social estaba a cargo de dar las noticias.
Los familiares tenían que hacer la fila, bajo el sol y de pie, para conocer la situación de sus seres queridos.
La trabajadora social le preguntaba al familiar el nombre del paciente y con un cuaderno en mano lo buscaba en el informe. Si por alguna razón no aparecía, debía ingresar otra vez a las instalaciones y buscar al paciente, diligencia que podía demorarse 15 minutos o más por cada uno.
Las personas en la fila comentaban que solo daban información de 9:30 a 11:00, y por eso Bernarda se preocupó de llegar temprano.
Entre personas en situación de calle, algunas de las cuales olían mal, decenas de familiares buscaban encontrar un espacio a la sombra para que la espera de noticias no fuera tan desgastante.
A eso de las 10:30 Bernarda preguntó por su hijo, de quien no sabía nada desde hacía de cinco días.
Al fin, la trabajadora social la dejó ingresar con la advertencia de que no podía permanecer demasiado tiempo allí.
Mientras tanto, más personas esperaban tener mejor suerte.
ATENCIÓN
Unos pocos privilegiados
En el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) la suerte que tienen los familiares y los propios pacientes es que la atención médica es más rápida y las personas tienen dónde esperar a sus familiares.
Alma de Loarca llegó alrededor del mediodía a la emergencia del IGSS 7-19 en Mixco para acompañar a su hijo, quien fue referido del IGSS de la zona 6 por un dolor de espalda que tenía desde tres días. Allí le entregaron una hoja para la movilización. Al no contar con los recursos, pidió ayuda a los bomberos para trasladarlo al centro asistencial.
“En el IGSS de la zona 6 no lo revisaron. Nosotros llegamos al hospital a las seis de la tarde, pero no lo atendieron ni lo vieron.
Estuvimos allí hasta las 10 de la noche, pero solo nos entregaron una hoja para que saliéramos. N nadie nos ayudó”, refirió Alma.
El panorama en el lugar era diferente al de los hospitales San Juan de Dios y Roosevelt, puesto que al menos la espera se ubicaba en un lugar limpio, bajo techo, y tenía donde sentarse mientras esperaba a su hijo.
Dos horas después pudo ver que su hijo salía caminando para encontrarla. Ya había sido atendido y podía salir del nosocomio.
Mientras tanto, las otras personas que esperaban a sus familiares escuchaban al agente de seguridad preguntar por la familia del paciente, el cual salía cada poco tiempo a actualizar el estado de salud.
En fecha reciente, el IGSS inauguró una sala de espera fuera de las instalaciones del 7-19 para que las personas que esperan a sus familiares tengan un lugar cómodo.
APOYO
Algunas noches los familiares que esperan a sus seres queridos son asistidos por personas sin ánimo de lucro, quienes les proveen un plato de comida caliente. En medio de la ansiedad sienten un alivio ante esa muestra de apoyo. Uno de los grupos que asisten los miércoles y sábados es conocido como Proverbios 19:17, liderado por Henry Díaz, quien se encarga de preparar 200 cenas diarias para entregar en los hospitales a médicos, familiares y pacientes. Cuando les queda comida la donan a personas en situación de calle de los alrededores. Esta labor se lleva a cabo cada semana.
Información
En el Hospital San Juan de Dios hay una trabajadora social que se encarga de dar información en el transcurso del día a los familiares de los pacientes que se encuentran en emergencia. Además, cuando el paciente es trasladado a un área designada, se puede llamar al 2321-9191 para solicitar sobre su ubicación y estado del paciente.
Ventanilla
En el Hospital Roosevelt se ha habilitado la ventanilla de atención al usuario, que maneja la lista de las personas a las que se les dio una cama para su tratamiento en las diferentes especialidades, pero no siempre tienen la información actualizada porque para ello el paciente debe tener en promedio 12 horas de ingresado. Después de las 24 horas de ingreso se puede llamar al 2321-7400 para solicitar información.
CIFRAS
Q12 mil 053 millones 413 mil es el presupuesto del Ministerio de Salud aprobado por el Organismo Legislativo para el ejercicio fiscal 2023.
De eso Q827 millones 021 mil 831 es el presupuesto del Hospital General San Juan de Dios para el presente año.
Y Q816 millones 224 mil 904 es el presupuesto del Hospital Roosevelt para el 2023.