Ambos buscarán llegar al Congreso, aunque con un partido distinto al que participaron en el 2019. En las pasadas elecciones Morataya se convirtió en legisladora —Portillo lo intentó, pero su inscripción no fue admitida por el Registro de Ciudadanos del Tribunal Supremo Electoral (TSE)— por el partido Bienestar Nacional (Bien).
Así, cambiaron el azul profundo y amarillo de su anterior agrupación política por el celeste y blanco de Viva. Ambos partidos no solo tienen colores distintos, sino también difieren en su ideología, mientras Bien se considera una agrupación de centro, Viva dice ser de centro-derecha.
Vida marcada de cambios
No es la primera vez que Portillo cambia de partido de diferente ideología. Se inició en la política con e Partido Social Demócrata y luego con la Democracia Cristiana Guatemalteca, con este segundo logró ser diputado. Luego alcanzó la Presidencia en 1999 —después de dos intentos—, con el Frente Republicano Guatemalteco (FRG).
Ambas agrupaciones políticas ya no existen.
El Gobierno de Portillo se vio empeñado por la polémica desde antes de que asumiera, ya que reconoció que había dado muerte a dos hombres en México, durante una discusión en 1982.
Su gestión se recuerda por los actos vandálicos que ocurrieron en julio de 2003 a consecuencia de que simpatizantes del fallecido general José Efraín Ríos Montt reclamaban su inscripción como candidato presidencial, hechos tristemente recordados como “jueves negro”, ya que se cobraron la vida de un periodista.
En ese entonces abundaron las críticas por una aparente permisividad de las autoridades frente a los hechos vandálicos.
Su gestión presidencial se vio empañada por señalamientos de corrupción. Entre estos la sustracción de Q120 millones del Ministerio de la Defensa Nacional, caso en el cual el exmandatario fue perseguido por la justicia guatemalteca y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), aunque fue absuelto en 2011.
En 2008 fue extraditado a EE. UU. sindicado de lavado de dinero tras haber recibido US$2.5 millones de Taiwán a cambio del reconocimiento diplomático. Un año después de su extradición admitió los hechos de los que se le acusaban y fue declarado culpable por un tribunal de Nueva York, EE. UU., por asociación ilícita para el lavado de dinero. Fue condenado a casi seis años de prisión.
A inicios de 2015 Portillo fue liberado y regresó a Guatemala. En las elecciones de ese año intentó participar por una diputación con el partido Todos, pero el Registro de Ciudadanos no se lo permitió, al considerar que por su pasado penal no cumplía con el artículo 113 constitucional que pide de cualquier persona que quiera optar a un cargo, no solo que sea capaz, sino también honrado e idóneo.
Lo intentó de nuevo en 2019 por el partido Bien, pero tampoco fue admitido para participar.
Ahora, Portillo intentará otra vez ser inscrito, ya con magistrados del TSE y un registrador de Ciudadanos distintos, y con el antecedente que ya han avalado inscripciones dudosas de políticos señalados de narcotráfico y lavado de dinero, por ejemplo.
De primera dama a congresista de oposición
El pasado político de Evelyn Morataya no tiene la misma historia. Prácticamente se dio a conocer en el 2000 al ser esposa del presidente.
Cuando Portillo dejó el poder y tras las acusaciones de hechos de corrupción, Morataya se divorció, y no se volvió a escuchar más de ella, hasta el 2015 cuando se proclamó como candidata a diputada, por el partido Todos, pero al final de cuentas declinó participar.
En 2019 fue postulada por el partido Bien con la cual corrió en la primera casilla por Lista Nacional. Críticos han señalado que el expresidente intercambia la influencia política que aún pueda tener Portillo en favor del partido, por esas casillas privilegiadas para los cargos de diputados.