El asedio, según vecinos que prefirieron no identificarse, comenzó con amenazas en contra del propietario de un expendio de propano, a quien conocían como Eduardo y fue obligado a cerrar su negocio y a marcharse, para que no fuera competencia de los miembros del grupo delictivo que instaló un negocio similar.
“Le advirtieron, pero como no se fue dispararon contra la fachada de su casa. El señor se fue, pero como era diabético murió después”, refirió una pobladora del barrio.
Lo que para muchos comenzaba a ser un mal recuerdo nuevamente ha regresado a la rutina y causa que nadie se sienta seguro al caminar por las calles, debido a la presencia de individuos que se movilizan en motos, con fusiles en mano y pistolas al cinto. Muchos de ellos no pasan de los 18 años.
El nuevo grupo delictivo es liderado por un hombre a quien identifican como el Jimmy, hijo de Héctor Leonel Marroquín, alias el Coyote, uno de los primeros expendedores de droga en el sector en los años 1980 y ultimado en 1995, en la entrada a la aldea Chichimecas, kilómetro 16, carretera a Villa Canales.
Prohibido vender licor
El temor en El Gallito poco a poco se extiende, especialmente en las abarroterías, debido a que a varias se les prohibió la venta de licor, para que el consumo se concentre en un restaurante que abrió el Jimmy.
Los cobradores de las empresas de cable tampoco entran a ciertas calles del barrio, pues son los integrantes del grupo criminal quienes cobran a cambio de una comisión.
A pesar de que efectivos del Ejército patrullan el área, quienes se atreven a hablar aseguran que muchos puestos de venta de droga son allanados y cerrados por el Ministerio Público, pero horas después los narcos ingresan de nuevo.
En lo que va del año, al menos cuatro familias han sido desalojadas de sus viviendas, sobre todo las que se encuentran en puntos claves del barrio.
Los cobros del nuevo grupo que desterró al cartel de los Sosa también alcanzó a los pilotos de mototaxis, quienes deben pagar por circular.
Desalojan a hermanos
Uno de los casos más conocidos es el de dos hermanos que se disputaban las escrituras de la casa donde vivieron. La discordia llegó a oídos de la estructura, que exigió los documentos y ahora el inmueble es punto de distribución.
“Si ven que uno desocupa una casa y la deja sola ingresan por la noche y se adueñan de ella, y como aquí no entra la Policía, uno no puede hacer nada”, relató.
Investigadores de la Unidad Antidrogas de la PNC y de la Fiscalía indicaron que no tienen información, aunque reconocen que persiste la venta de drogas