Más allá de la polémica por la forma en que se compraron, los radares cumplen una función de la que se sabe poco.
La Policía Nacional Civil (PNC) informaba de la inspección de una avioneta abandonada en el área de El Manchón, Retalhuleu, pero esta había sido monitoreada desde la mitad del Mar Caribe hasta que aterrizó, sin que sus tripulantes se dieran cuenta.
El Sistema Cooperativo de Integración de Información Situacional (CSII, en inglés) es una plataforma utilizada por el Comando Sur de los Estados Unidos que utiliza la última tecnología para combatir el narcotráfico en aire, mar y tierra, y varios países se han incorporado a ese intercambio de información.
El CSII hizo la primera detección de la traza —aeronave en el lenguaje técnico militar— desconocida.
En territorio nacional
El sistema de radares de la Fuerza Aérea Guatemalteca (FAG) —cuyos protagonistas fueron los tres radares primarios de compra cuestionada— quedó en alerta.
Los aparatos están ubicados en Puerto Barrios, Izabal; Santa Elena, Petén, y Puerto San José, Escuintla, detectaron y monitorearon a la aeronave desconocida, en coordinación con el radar primario de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), y se dio aviso a México, explicó el comandante de la FAG, Jorge Ruiz Zerovic.
“Una plataforma –aeronave- de la FAG siguió a la traza hasta el sur del país y se detectó que había aterrizado en Retalhuleu”, indicó Ruiz. En el lugar se encontró una pista clandestina que era, inclusive, más grande que la pista de la DGAC que estaba cerca. “Esto es una muestra de que los radares primarios y el sistema de defensa sí funciona”, destacó.
Se cree que la avioneta transportaba dinero para comprar droga; no hubo capturas.
La compra de los radares sigue en investigación, después de una denuncia de la Contraloría General de Cuentas, que objeta que el contrato se negociara bajo la legislación de España.
Siete detenidos
Los radares también identificaron, el 11 de marzo último, una avioneta que era conducida por dos mexicanos. Cuando la aeronave aterrizó en una pista no autorizada en Buena Vista, El Paredón, Escuintla, cinco guatemaltecos llegaron, en un vehículo negro, a recibir la carga de supuesta droga. Los siete fueron detenidos.
En la avioneta se localizaron seis sacos con una sustancia blanca, mientras que a los ocupantes del automotor les encontraron cuatro recipientes con combustible.
Cada mes, el equipo que monitorea los tres radares primarios y los secundarios de la DGAC observa entre 800 y mil trazas, aunque podrían ser más, de las cuales 20 son sospechosas u hostiles. Una aeronave se considera sospechosa cuando no posee un transponder, que es un aparato que transmite una señal de radio la cual permite identificar la altura a la que viaja y otros datos, o cuando este equipo se desactiva en pleno vuelo, por lo que los radares secundarios no pueden detectarlas, pero sí los primarios.