La falta de respuesta estatal es generalizada, y por ello los linchamientos no son exclusivos de poblaciones indígenas. Pese a que Prensa Libre de nuevo intentó conocer la estrategia del Ministerio de Gobernación para evitar linchamientos, no se obtuvo respuesta.
Sergio Morales: Se defienden con lo que tienen
La impunidad y la falta de políticas para combatir el crimen se suman al incumplimiento de los acuerdos de paz y propician que las comunidades más afectadas por la guerra entiendan que la única salida para defenderse son los linchamientos, aseguró Sergio Morales, coordinador del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San Carlos (Idhusac) y exprocurador de los Derechos Humanos.
2,612 personas murieron linchadas entre el 2005 y el 2017. Mil 866 casos se han registrado en ese tiempo.
Según Morales, mientras la impunidad esté en los niveles actuales, arriba del 97 por ciento, poco servirá pedirle a una comunidad que no tome la justicia por propia mano.
“No hay una verdadera política contra el crimen, y lejos de bajar, aumenta”, dijo Morales. “Esto propicia que la población ejerza la fuerza”, añadió.
Para Morales, es fácil entender que el incumplimiento de los acuerdos de paz tiene que ver también con el fenómeno de los linchamientos: “Las sociedades que fueron sometidas a violencia nunca recibieron un tratamiento adecuado, son sociedades donde la violencia no es extraña”.
“La única solución, en una sociedad lastimada por la violencia, es resolver los conflictos con violencia”.
El exprocurador explicó que durante el conflicto armado interno “se destruyó todo el tejido social, los liderazgos fueron trastocados y se colocó gente violenta al frente, como líder de las comunidades. Las costumbres y resoluciones de conflictos que antes eran la regla desaparecieron y ahora los impulsos violentos predominan”.
Morales también lamentó que solo una vez se haya hecho, por parte de una entidad del Estado, alguna acción encaminada a prevenir los linchamientos, cuando se capacitó, por iniciativa de la Corte Suprema de Justicia, a grupos de la sociedad civil.
“Pero esa fue una acción aislada, temporal y con pocas posibilidades de éxito”, manifestó Morales.
“Si no existen acciones de respuesta positiva del Estado, los linchamientos serán la solución”, agregó.
Para el exfuncionario, esa falta de respuesta tiene que ver también con la dificultad para que el Ministerio Público esté presente en todo el país.
“Cómo el Estado no les da nada para defenderse, lo hacen con lo único que tienen, y eso es tomar la justicia por su mano. Es para protegerse, es su justicia la que aplican, por miedo”, detalló.
Hay demandas insatisfechas
Mientras no se atiendan las necesidades básicas de la población, las respuestas violentas continuarán. Un problema que pareciera no tener una salida pronta, pues el Estado falla en ello, indicó el sociólogo Miguel Ángel Balcárcel, excoordinador del Diálogo Nacional.
El diálogo es la mejor salida para resolver las diferencias, pero este no cabe cuando se trata de linchamientos, según el experto.
“La clave no es el diálogo, es dar la respuesta concreta a la necesidad, algo que como Estado fallamos absolutamente”.
“Frente a una acción grupal y en cadena, no se puede establecer un diálogo”, aseguró Balcárcel. “Porque se está frente a un grupo que ha perdido toda racionalidad y tiene sed de coraje, de venganza, de sangre”, añadió.
Una comunidad llega al punto de linchar a un supuesto delincuente por una necesidad insatisfecha, así como patrones que de generación en generación se desarrollan y se convierten en la única solución para resolver las diferencias.
Para el excoordinador del Diálogo Nacional, la respuesta violenta no es la primera salida de una población. “Cuando hay necesidades insatisfechas se tienen problemas, cuando los problemas no se resuelven se llega a la tensión, al bloqueo mental, ese es el camino que nos lleva al conflicto”, dijo Balcárcel.
El sociólogo resaltó que el Estado guatemalteco falla en la capacidad de responder a esas necesidades.
“Un Estado, para ser eficiente y eficaz, necesita tener capacidad de respuesta; eso evitará las situaciones de conflicto, porque en la medida en que se atiendan necesidades, la gente estará dispuesta a escuchar”, comentó Balcárcel. “La respuesta no debe ser reactiva, sino preventiva. Allí es donde el aparato estatal es débil”, manifestó.
Balcárcel agregó que los linchamientos ocurren como una tendencia, pues, en resumen, “son el resurgir de manifestaciones de violencia que vivieron las poblaciones” —las que fueron más afectadas durante el conflicto armado interno— y en cuyos líderes hay “conductas patológicas”.
“No se puede estar dialogando todo el tiempo. La población quiere una respuesta que sea medible”, expresó Balcárcel. “La debilidad, y es en eso que fallamos como sociedad, es allí: no hay respuestas”, explicó.