Uno de los 160 testigos que se esperan, de quien por razones de seguridad se omite el nombre, fue contactado por un supuesto comprador cuando manifestó su deseo de vender un terreno y una casa valorada en Q1 millón.
Sergio Aníbal Rosas Vargas, el supuesto comprador, lo llevó a una casa en donde conoció al abogado Antulio Ávila Avelar. “Está lista la escritura”, le informaron, pero el nombre que aparecía en la documentación era el de otra compradora, Leslie Denise Rosas López, quien apareció como propietaria de otros inmuebles en el curso de la investigación.
La víctima no firmó, pues se negaron a pagarle al momento de hacer la transacción y a cambio, le ofrecieron terrenos. Después de este encuentro los integrantes de la banda comenzaron a acosarlo hasta que bajo amenazas lo obligaron a firmar.
“No denuncié porque tenía miedo”, admitió ante el tribunal el testigo.
En una ocasión recibió una llamada amenazante de otro de los integrantes, quien le informó: “Estoy en la casa de sus papás, es lamentable el estado en el que están”.
Después de varios años el testigo recobró el inmueble. “Recuperamos su propiedad. Vaya al registro, inmovilícela”, le recomendaron los integrantes de la banda. En efecto, el testigo comprobó en el Registro General de la Propiedad que el inmueble había vuelto a estar a su nombre.
Unos meses después, el hermano del testigo le informó: “Vino el dueño de la casa y quiere que la pinte”. “¡Pero si el dueño soy yo!”, le increpó su familiar.
De acuerdo con las investigaciones hechas por los fiscales del Ministerio Público (MP), los integrantes de Los Topacio contaban con la ayuda de 17 notarios y prestamistas que compraban las propiedades, las cuales eran vendidas una y otra vez, o las hipotecaban.
“¡No he vendido!”
Otro de los testigos relató que por medio de una llamada telefónica le informaron de la venta de su propiedad, una casa ubicada en un residencial.
“No he vendido ningún lote”, dijo a su interlocutor. “Es que aquí —en el Registro de la Propiedad— aparece que usted lo vendió”, le insistió.
El testigo relató que se dirigió al Registro y al recibir la certificación se percató de que la propiedad estaba a nombre de Ángel Tepaz, según una escritura pública extendida el 22 de octubre del 2009 y “operada” por la abogada Alicia Valenzuela Alvarado.
“Fui una y otra vez a hacer pruebas para demostrar cuál era mi firma”, indicó el testigo.
La red criminal falsificaba las firmas de los legítimos propietarios en las escrituras públicas de compra venta autorizadas por los notarios que trabajaban para esta.
El terreno tenía un valor original de Q5 mil, y después de siete años para tratar de recuperar la propiedad el costo ascendió a Q200 mil, indicó el afectado al tribunal.
Así fueron los primeros relatos de algunos de los 160 testigos que rendirán declaración para probar el robo de 29 propiedades.
El debate comenzó el pasado 11 de julio, luego de casi dos años de que Los Topacio fueron enviados a juicio. El retraso se debió a la agenda saturada del tribunal.
Según el MP, la banda operaba desde el 2000.
En voz de las víctimas
A continuación, una breve recopilación de frases vertidas durante la primera jornada de relatos.
- “Hermano, vino el dueño de la casa y quiere que pinte”. -“¡Pero si el dueño soy yo! le dije”. Testigo 1, al narrar el despojo de su propiedad.
- “No he vendido ningún lote, le respondí”. -“Es que aquí —en el Registro de la Propiedad— aparece que usted lo vendió, me respondió”. Testigo 2, cuando cuenta del robo de su terreno.
- “No denuncié porque tenía mucho miedo, conocían a mi familia y sabían quién era”. Testigo 3, cuando explica cómo le robaron un inmueble.