Muchas de estas muertes ocurrieron en la frontera México-EE. UU. en el desierto de Sonora-Arizona en donde en estos días el calor empieza a ser más intenso hasta alcanzar su punto más ardiente entre los meses de junio y agosto.
Los pronósticos para varias ciudades fronterizas este año dicen que los termómetros superarán los 40 grados centígrados durante en ese trimestre. Arizona —40 grados—, Desert Hill —43, Calexico —42—, Yuma —42— y Mexicali —42— son algunas.
No obstante, en ciertas zonas desérticas la temperatura puede llegar a los 54 grados centígrados, aseguran activistas humanitarios, que por estos días hacen constantes llamados a la población migrante a no arriesgarse a atravesar el desierto.
Si bien, en otoño e invierno el frío también se ha cobrado vidas, el riesgo no se compara con el que se sufre en épocas cálidas. Los migrantes suelen viajar con dos galones de agua (uno en cada mano) lo que, con el fuerte calor y extensas caminatas, tal vez les tarda para uno o dos días, cuando la travesía comprende mínimo, seis.
De ahí que muchos migrantes mueran por deshidratación e insolación ya que casi todo el desierto es de escasa vegetación y ni siquiera hay arbustos para protegerse del sol. Es así como al segundo o tercer día de la caminata empiezan a desfallecer. De muchos ya no se vuelven a tener noticias.
Del 2017 a la fecha, el Proyecto de Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registra la desaparición de dos mil 149 personas de todas las nacionalidades en la frontera sur de EE. UU.
Este año las detenciones llevadas a cabo por la Patrulla Fronteriza han ido en aumento. De octubre a la fecha han sido interceptado 1 millón 60 mil migrantes —todo un récord—, entre ellos 114 mil guatemaltecos, y las organizaciones humanitarias temen que la ola migratoria aumente justo cuando empiece la época más calurosa del año.
Esto debido a que el Gobierno de EE. UU. decidió poner fin a la regla del Título 42 que permite la expulsión exprés a las ciudades fronterizas mexicanas, a partir del próximo 23 de mayo (aunque su culminación aún está en litigio judicial), lo cual puede ser aprovechado por bandas delincuenciales para engañar a las poblaciones en Centroamérica con la falsa de noticia de que hay ingreso libre a aquel país.
Llamados
En un comunicado reciente el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) advirtió de los peligros que representa hacer la travesía que incluyen extensas caminatas bajo el sol que suelen terminar en hospitalizaciones de emergencia y en varios casos la muerte.
Una gama de organizaciones en EE. UU. trata de ayudar a localizar cuerpos de migrantes para avisar a las autoridades. Por horas se internan en terrenos inhóspitos del desierto y dan fe de que cruzarlo es una misión casi imposible.
La organización Águilas del Desierto estima que el 80 por ciento de aquellos que lo intentan mueren ya que la mayoría se aventura por la ruta sin conocerla, y en otros casos los guías o coyotes no esperan al grupo con lo cual muchos se quedan. El trimestre de junio a agosto es el peor, confirma, cuando ocurre la mayor cantidad de muertos en el año.
Lea también: Cómo EE. UU. se convirtió en el eterno destino de miles de guatemaltecos
La Red Migrante Guatemalteca es otro de los grupos que trata de llevar ayuda. Constantemente organiza giras con voluntarios para llevar al desierto de California y Nuevo México galones con agua, alimentos no perecederos, vitaminas y analgésicos para los migrantes en tránsito.
Los dejan entre las rocas, cuevas visibles o colgados de los pocos arbustos que hay. Sus integrantes dicen que hallar estos pequeños oasis puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
“Las temperaturas en el desierto son deshidratantes y los terrenos rocosos o arenosos y por lo tanto muy difíciles de caminar. Los agentes de Migración solo pueden movilizarse en cuatrimotos y vehículos todo terreno”, comenta Walter Batres, presidente de al Red.
Lea también | Migración: una historia de guerra, pobreza y desastres
Desesperación
Muchos de los migrantes que deciden arriesgar su vida lo hacen porque ya llevan meses, algunos hasta dos años, de esperar en México a que EE. UU. les resuelva su petición de asilo, incluso aquellos que tienen casos sólidos se encuentran en un limbo administrativo y la mayoría no tiene recursos para sobrevivir en la frontera.
Batres refirió que por la vigencia del Título 42 la gente se acumuló en las fronteras del norte de México, los pasos oficiales están cerrados a los peticionarios de asilo y “eso hace que la gente se desespere y busque ingresar a EE. UU. por las rutas más peligrosas”.
Dijo que en algunos pasos ciegos como en el poblado de Algodones, Baja California, la hostilidad del clima es tal que ni siquiera hay vigilancia policial. “Ahí solo saltan el muro o se cruzan el río Colorado y ahí van, pero son lugares tan remotos donde usted no mira nada”, precisó.
“Yo he hablado con familias guatemaltecas que los han deportado hasta dos veces a México”, dijo Batres. EE. UU. normalmente los regresa por fronteras distintas cada vez que son deportados para que no les sea tan fácil intentarlo de nuevo, indicó.
Hugo Castro preside la .organización SOS Migrante que tiene su sede en Tijuana y que se dedica a asistir a migrantes en los albergues fronterizos en ciudades mexicanas. Dan alimentos, apoyo y asesoría legal a quienes han sufrido abusos durante su trayecto por México.
Coincide en que la desesperación se ha apoderado de los miles de migrantes varados en la frontera norte de México y esto los ha obligado tomar la dura decisión de internarse por el desierto para ingresar a EE. UU. Dijo que algunos logran llegar, pero de otros ya no vuelven a saber nada y las familias constantemente los contactan con la esperanza de que aparezcan.
Las Águilas del Desierto tratan de ubicar cuerpos de migrantes fallecidos para avisar a las autoridades. (Foto: ADS)
Muchos migrantes que llegan desde Centroamérica, añadió Castro, jamás se han enfrentado a condiciones climáticas tan extremas, por lo que muchos no están preparados para superar una travesía tan complicada, y menos después de que han tenido que sobrevivir a múltiples problemas durante su periplo por México.
“¡Y saben los riesgos! Porque en los albergues se les habla con claridad”. Para empezar, solo por cruzar la frontera en algunas localidades tienen que pagar US$500 al crimen organizado por cada migrante, de lo contrario los retienen.
“Pero es tanto su deseo de huir de sus países, de sentirse seguros en EE. UU. que lo arriesgan todo”, expuso.