Indagados al respecto, funcionarios de ese país se negaron a revelar cuales eran las nacionalidades que serán mucho más indagadas y se limitaron a decir que “los casos de refugiados de esos países serán evaluados uno por uno”.
Ese secretismo responde, según una fuente anónima, a que EE. UU. no quiere entorpecer sus procesos de revisión y la aplicación de sus leyes; sin embargo, en septiembre último Trump prácticamente admitió que permitiría la entrada de 45 mil refugiados de varias regiones, incluso Guatemala.
Además de esos 45 cupos reservados por regiones, Trump y el Congreso también establecieron que Estados Unidos puede considerar refugiados adicionales a los nacionalidades de Cuba, Eurasia y los países Bálticos, Irak, Guatemala, El Salvador y Honduras, así como otras personas “en cualquier lugar” del mundo bajo “circunstancias excepcionales”.
El decreto de este martes reemplaza al que Trump emitió en marzo pasado, y que entró en vigor en junio, cuando se prohibió durante 120 días la entrada a Estados Unidos de refugiados de todo el mundo, un plazo que terminó sin que el presidente haya decidido extenderlo.