En los últimos cinco años, 467 mil 193 migrantes de El Salvador y Honduras pidieron asilo en EE.UU., según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y si Guatemala se convierte en tercer país seguro tendría que atender esa demanda.
Solo el año pasado los migrantes salvadoreños y hondureños generaron 161 mil 417 peticiones de asilo.
El Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) atendió en 2018 apenas 262 peticiones de refugio de migrantes, un promedio de 22 solicitudes al mes.
La atención para tramitar y analizar las peticiones de asilo debería de aumentar en cien por cien, número que Marcel Arévalo, experto en migraciones de la Facultad Latinoamericana en Ciencias Sociales (Flacso), señala como “imposible de cumplir” ya que el país “no está en capacidad” de ser un tercer destino seguro para migrantes.
“Atender más de 93 mil solicitudes de asilo es una tarea enorme y eso que solo hablamos de trámites y decisiones migratorias, pero el problema no es solo administrativo porque al refugiado hay que brindarle y garantizarle vivienda, trabajo, derechos humanos, empleo y desarrollo humano digno”, expuso Arévalo.
Este año las autoridades de Migración han recibido 219 solicitudes de asilo, hasta el 11 de julio pasado, y se proyecta que a final de año se sobrepase la cantidad de peticiones del 2018.
Pese al desafío inminente, el presidente Jimmy Morales insiste en convertir a Guatemala en tercer país seguro, mientras el ministro de Gobernación Enrique Degenhart mantiene negociaciones en EE. UU.; no obstante, ambos funcionarios lo niegan.
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Además, las advertencias del presidente de EE.UU. Donald Trump de imponer aranceles a remesas y productos han causado preocupación en el país, en ese contexto Arévalo expone que ante cualquier “presión” siempre debe analizarse la capacidad de Guatemala para atender a miles de migrantes.
El director de la Casa del Migrante, Mauro Verzeletti, señaló que “la capacidad de Guatemala no solo se ve limitada en tramitar asilos sino en el cumplimiento del Estatuto de los Refugiados de 1951 de Acnur”, porque se deben garantizar derechos humanos y condiciones dignas de vida a los asilados.
“Es irresponsable someter a Guatemala a dar refugio cuando no puede garantizar la vida digna de los suyos -guatemaltecos migrantes-, los gobernantes deben pensar en el bien común y con esta posibilidad no lo hacen, por el contrario, expusieron a la población ante amenazas que por el momento medita Donald Trump”, criticó Verzeletti.
Según Acnur, el año pasado Guatemala fue el tercer país del mundo cuyos ciudadanos solicitaron asilo en EE. UU., 84 mil 848, detrás de México y El Salvador.
“Pone en que pensar la lógica de las políticas migratorias del gobierno porque por un lado quieren atender a 93 mil migrantes de El Salvador y Honduras, pero por otro lado dejan que 84 mil guatemaltecos huyan a EE. UU. por falta de oportunidades para tener vida digna. Los datos de Acnur son solo una advertencia de lo que se viene para Guatemala”, enfatizó Verzeletti.
País sin atractivos
Los migrantes salvadoreños y hondureños que solicitaron asilo en EE. UU. pasaron por Guatemala, pero no pidieron ayuda, lo que refleja que el país no es atractivo o una alternativa para quedarse a vivir.
El IGM registró el año pasado a 262 migrantes que solicitaron refugio en Guatemala y de acuerdo con Arévalo estos “escasos casos” son de personas que huyen de la violencia.
Javier Colindres, migrante hondureño, salió de Tegucigalpa el martes pasado y optó por albergarse en la Casa del Migrante, en la zona 1 capitalina. Colindres explicó que su finalidad es migrar a EE. UU. y que tomó un descanso en Guatemala para encontrarse con el coyote que lo llevará a México.
“Mi sueño es como el de miles, prosperar a mi familia con lo que pueda ganar en Estados Unidos, a mí nunca me ha pasado en la cabeza quedarme en Guatemala porque creo que eso no me ayudará, las cosas acá se ven igual que en Honduras”, relató Colindres.
En la Casa del Migrante hay salvadoreños y hondureños que huyen de sus países, han empezado su trámite en Migración para refugiarse en el país y aseguraron que lo hacen solo “por necesidad”, porque fueron víctimas de violencia en sus países de origen.
Otro migrante hondureño relató que comenzó a tramitar su estatus de refugiado en Guatemala debido a que en Honduras fue víctimas de violencia por pandilleros.
Trabajó como comerciante en un barrio popular de Tegucigalpa, pero vivió con el acecho de pandilleros en la última década.
“Mi negocio estaba bajo de ventas y los pandilleros me siguieron pidiendo la extorsión y un día me cansé, decidí no darles más dinero, pero eso me costó mucho dolor que sigo aguantando, mataron a mi esposa e hijo frente a mí”, relató el migrante, quien por seguridad no quiso identificarse.
El migrante expuso que se refugia en Guatemala porque está cerca de los familiares que le quedan en Honduras.
“En Guatemala siento más seguridad para continuar mi vida, los pandilleros me destruyeron, pero necesito estar cerca de lo que me queda de familiares y ellos -padres y hermanos- podrían venir a verme, es una ventaja de quedarme acá”, expuso.
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