Lleva 17 de sus 21 años viviendo en el estado de Virgina, pero en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre no podrá votar porque es un “sin papeles” desde que, a sus 4 años, llegó a Estados Unidos desde Guatemala, junto a sus padres.
Ante la cita con las urnas, Henry intenta movilizar a los compañeros de universidad que sí pueden votar para que apoyen a la aspirante del Partido Demócrata, Hillary Clinton. “Donald Trump no es un candidato responsable, lo que dice no forma parte de los valores de este país”, dice sobre el candidato republicano.
Henry es lo que se conoce como un dreamer (soñador), jóvenes indocumentados a quienes sus padres llevaron en su viaje a Estados Unidos en la búsqueda de un futuro mejor.
Cuando crecen se dan cuenta de que son ilegales en su casa. Son estadounidenses porque así se sienten, pero están fuera del sistema: no pueden trabajar legalmente ni acceder a becas para ir a la universidad.
El lunes recién pasado se cumplieron cuatro años del programa para los dreamers que aprobó la administración de Barack Obama y que desde el 2012 ha beneficiado a 700 mil, otorgándoles permisos temporales de trabajo y abriéndoles las puertas a becas para ir a la universidad, tales como las que a Henry le dan la oportunidad de estudiar Informática.
En EE. UU., un año de educación superior puede costar US$20 mil en una universidad pública.
Daca, el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia —siglas en inglés—, garantiza a los jóvenes que se acogen a él que no serán deportados, que es el mayor temor de estos.
En plena campaña electoral, Clinton aprovecha el aniversario del Daca para atraer a la comunidad de origen hispano, que no siempre hace el esfuerzo por registrarse para poder votar ni pedir la nacionalidad estadounidense cuando puede hacerlo.
En el cuarto aniversario del Daca la campaña de Clinton ha lanzado “Mi sueño, tu voto”, un programa de registro de votantes en el que los dreamers, con sus historias, tienen la misión de movilizar a sus comunidades.
“He oído a gente decir que no va a votar, pero si no votan, le están dando un punto más a Trump”, exhorta la boliviana Íngrid Vaca, madre de dos “soñadores” como Henry.