El viaje lo emprendieron tres. Los hermanos Leonardo y Alonso Patriz de 25 y 35 años. Y Lázaro Antonio Zalama, de 34.
A Lázaro lo dieron por muerto el 21 de febrero de 2021 cuando puso su pie sobre uno de los vagones del también llamado ‘Tren de la muerte’. Y como si la máquina supiera que el joven quería pasar de un vagón a otro, se sacudió en un segundo mandándolo a los rieles.
“Fue un domingo. A eso de las 2 de la tarde. Recién abordábamos el tren en la estación Benjamín Hill en el estado de Sonora, México. Ya solo estábamos a un tren de la frontera”, relata Leonardo, desde Estados Unidos, a la Voz de América.
No se conoce un número oficial de muertes de migrantes en la ruta hacia el llamado ‘sueño americano’.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos estima 853 muertes en el año fiscal 2022. Un número al que no se había llegado en los últimos 20 años y que abarca muertes en el Río Grande, San Diego, El Paso y otros lugares.
Pero ¿qué hay de los migrantes que mueren en el desierto de México? ¿O que como Lázaro caen de ‘La Bestia’ antes de siquiera llegar a la frontera estadounidense?
En 2022, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) estimó 468 muertes de migrantes en su ruta hacia Estados Unidos. Los datos incluyen registros de inmigración de México e informes de médicos forenses.
Pero obtener una cifra definitiva sigue siendo “extremadamente difícil”, asegura.
Las rutas de la muerte
Lázaro hizo su último viaje sobre ‘La Bestia’. Tenía solo un mes y medio de haber salido de El Salvador donde quedaron sus dos hijos, uno de ellos con epilepsia.
Quería llegar a Nueva York, trabajar en el área de la construcción, donde, Leonardo recuerda, le dijo que pagaban bien. “Un par de años de trabajo”, pensó… Y las cicatrices que la pobreza le dejó podrían irse borrando. Pero la ruta gratuita terminó por dejarlo sin vida.
“Tomamos la decisión de abordar ‘La Bestia’ porque no teníamos dinero para pagar el viaje hasta la frontera de forma segura. La verdad nos arriesgamos… y lo sabíamos”, agregó Leonardo.
Además de la economía, para el director ejecutivo de Alianza Américas, Óscar Chacón, siempre ha habido una relación entre las políticas de control fronterizo y la muerte de personas que buscan llegar a Estados Unidos.
“Las personas buscan rutas menos vigiladas, rutas extremadamente inhóspitas, como es el caso del desierto de Sonora, del que nunca vamos a saber realmente el número de personas que han muerto ahí”, dijo Chacón a la VOA.
La caminata a lo largo de dicho desierto o el viaje en ‘La Bestia’ hacia Tamaulipas y Texas o hacia Sonora y Baja California han sido algunas opciones de los migrantes antes de llegar a la frontera de 3.145 kilómetros, donde deben desafiar otros peligros como pasar el muro fronterizo.
“La causa principal de muerte registrada en las rutas migratorias desde Centroamérica son los accidentes ocurridos mayormente en trenes de carga, que son usados como medio de transporte por los migrantes. La violencia en ruta – que va desde los homicidios a los abusos físicos y la violencia sexual – es la segunda causa más común de muerte en la zona”, señala la OIM.
Las desapariciones
Otra de las aristas es la desaparición de migrantes. Debido a la poca presencia de personas a lo largo de las rutas o la vastedad de los territorios no es posible hallar a quienes desaparecen en el camino. Y los restos no logran ser recuperados.
El año pasado, 615 migrantes desaparecieron en su ruta hacia Estados Unidos, según la OIM.
“La falta de campañas informativas por parte de instituciones vinculadas al tema migratorio para poder orientar sobre los peligros de la migración debería ser una responsabilidad de los funcionarios de los países de tránsito, pero lamentablemente es un tema abandonado”, concluyó el analista en temas migratorios Fernando Castro a la VOA.
Llevar el cadáver de Lázaro de regreso a El Salvador tomó tiempo. Después de que Leonardo y su hermano reportaron el hecho a la guardia de México, la repatriación tomó un mes. No todos logran volver.