Hasta hace unos meses, al bajar del avión, personal del Instituto Nacional de Migración los recibía con una refacción, música de marimba y un mensaje motivacional (no se sabe si hoy en día el protocolo continúa así porque las autoridades no permiten el ingreso de la prensa), pero luego de ser registrados se les abre la puerta y los migrantes quedan a su suerte.
En el exterior de la Fuerza Aérea a algunos los esperan sus familiares que han pasado a veces horas bajo el intenso sol, sin siquiera una banca para sentarse. Al salir, taxistas y cambistas, —que les ofrecen hasta Q5 por US$1 dólar—, les ofrecen sus servicios.
Muchos les entregan los pocos dólares que traen. Otros arriban sin ni siquiera para el pasaje del bus. Y aquellos que traen algo de recursos muchas veces son víctimas de la delincuencia que les quita lo poco que tienen.
El sacerdote Mauro Verzeletti, director de la Casa del Migrante, opina que el Gobierno debería impulsar un programa de atención integral para los retornados puesto que estos, a veces, ni siquiera cuentan con la información de a qué instituciones pedir ayuda.
Y la afirmación de Verzeletti se confirma con una visita a las instalaciones de la Fuerza Aérea, ahí no es raro que algún guatemalteco recién deportado se acerque a uno a pedirle una llamada telefónica para contactar con los familiares o algo de dinero para retornar a su hogar.
Todo esto, subraya el sacerdote, es por falta de voluntad política, puesto que hay instituciones como el Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala (Conamigua) que cuentan con presupuesto suficiente para atender esas necesidades.
Verzeletti también criticó que los deportados no reciben ninguna orientación sobre posibilidades de empleo, y fuera de algunas iniciativas privadas, no hay un programa de cohesión que explore las habilidades que muchos de estos guatemaltecos han adquirido en EE. UU.
Programa
El secretario ejecutivo de Conamigua, Carlos Nárez, habló recientemente sobre un programa para facilitar el transporte de migrantes hasta las cabeceras departamentales de sus lugares de origen, no obstante, indicó que es un proyecto que aún no lo ha presentado al Consejo por lo cual prefirió no dar más detalles.
Tampoco respondió a la consulta de cuánto presupuesto había destinado para ese fin.
La historia de David
Implementar proyectos de esa naturaleza sería muy beneficioso para guatemaltecos como David que el día que fue deportado tuvo que prestar a otro retornado que también era de San Marcos para pagar su pasaje.
Ese día su rostro reflejó más preocupación cuando le informamos que eran aproximadamente cinco horas de camino hasta San Marcos y otras tres horas más hasta su natal Ixchiguán.
David contó que el día que decidió migrar tenía 16 años y que partió desde San Marcos, luego a México y finalmente EE. UU., por lo cual nunca había visitado la capital guatemalteca.
Mejoran instalaciones
En lo que parece ser una luz al final del túnel para los guatemaltecos que son retornados, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está a cargo de un proyecto de remodelación que se lleva a cabo en la Fuerza Aérea, en el área donde arriban los deportados.
El nuevo espacio contará con áreas adaptadas a las necesidades de niñas, niños y adolescentes migrantes no acompañados y unidades familiares retornadas, una sala para la lactancia materna, clínicas médicas, áreas para llamadas telefónicas, sala para la entrevista psicosocial, garita de seguridad e incluso una zona de espera para quienes lleguen a recibir a sus familiares.
El proyecto tiene un costo de US$1.2 millones es financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Se concluirá en junio próximo.
Contenido relacionado
> Familia guatemalteca peligra en su país y en Tijuana; su única opción es EE. UU.
> Atropellan a familia guatemalteca en Tijuana, México
> ¿Por qué enfocar enfocarse en seguridad no reducirá la migración ilegal?