Según datos de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. (CBP, en inglés), del 2016 al 2020 se llevaron a cabo 561 mil 404 procesos de detención de guatemaltecos que llegaron a ese país y que fueron sorprendidos al cruzar sin autorización la frontera sur, o bien sea se entregaron en las garitas de control de las autoridades estadounidenses.
El número es el más elevado de los países del Triángulo Norte de Centroamérica, puesto que de hondureños se cuentan en ese mismo periodo, 470 mil 611 procedimientos, mientras que, de salvadoreños, 304 mil 43.
Las cifras de ese quinquenio revelan que, en el caso de guatemaltecos, la CBP detuvo a 88 mil 585 menores de edad no acompañados y 178 mil 556 adultos solos. También aprehendió a 294 mil 263 núcleos familiares, es decir, familias o personas con al menos un niño o niña bajo su cargo.
Estas detenciones se han incrementado año con año desde el 2010 y alcanzaron su máximo punto en 2019 cuando ocurrió la crisis migratoria de la frontera sur, la separación de familias y la muerte de al menos seis menores de edad mientras ya estaban en custodia de las autoridades de EE. UU. Ese año, solo de guatemaltecos se registraron 264 mil 168 procedimientos de detención.
Las cifras de enero y febrero del año pasado apuntaban a que se rompería el récord, pero con la llegada de la pandemia la migración irregular se redujo.
Si bien es cierto, no se puede determinar con certeza el número de guatemaltecos que año con año migran a EE. UU. las cifras pueden pintar algún panorama.
Otro indicador que ha ido en aumento es el de deportaciones.
En ese sentido, el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) contabiliza que EE. UU. y México han devuelto al país 814 mil 31 personas en los últimos 10 años.
Movilizaciones masivas
Debido a la naturaleza de las caravanas, pareciera ser que Honduras el país donde mayor migración hay, puesto que no se han escuchado que ocurran estas movilizaciones desde Guatemala; sin embargo, esto tiene sus explicaciones, a decir de analistas.
Entre estas, el que la migración desde Honduras relativamente es más reciente que la guatemalteca y los migrantes de aquel país no tienen las redes de familiares o conocidos en EE. UU. que les financien el viaje a través de las redes de coyotaje que, además, están más enraizadas en Guatemala.
Otro factor es el que los hondureños, al carecer de recursos para pagar a una red de tráfico de personas, optaban por atravesar México encima de los trenes de carga en México, pero estos ahora son más controlados e incluso los ferrocarriles viajan a mayor velocidad, por lo cual ha dejado de ser una opción.
A eso se le suma la posibilidad, no descartada por ciertas voces relacionadas al tema migrante, de que cientos de guatemaltecos aprovechan las caravanas de hondureños para adherirse y viajar en grupo ante la imposibilidad de pagar por el viaje irregular.
Es contradictorio
El hecho de que haya sido Guatemala quien impidió por la fuerza el tránsito de migrantes en caravana es calificado como “contradictorio” por Juan José Hurtado, director de la Asociación Pop Noj, que a su vez es parte del Grupo Articulador de la Sociedad Civil en Materia Migratoria.
Hurtado critica que el propio presidente Alejandro Giammattei ha destacado el aporte que hacen a la economía los migrantes guatemaltecos que viven en EE. UU., pero “no se da cuenta que esos migrantes tuvieron que salir del país de manera irregular porque no hay posibilidades de hacerlo de forma regular”.
En ese sentido señaló que para un guatemalteco de escaso recursos prácticamente es imposible obtener una visa para trabajar en EE. UU. “Si tienen plata y demuestran solvencia económica, bienvenidos sean, pero si es un pobre que va a lavar baños o a cocinar a ese no”, aseveró Hurtado, quien también llamó “inaudito, inaceptable y violatorio de la Constitución” la forma cómo fue tratada la caravana de hondureños por las autoridades guatemaltecas.
Para otros, la razón de la razón de la migración irregular de guatemaltecos está ligada a que el Estado ha sido una herramienta que han utilizado grupos minoritarios que conservan el poder, y que no ha permitido que el país tenga esquemas de producción modernos, instituciones fuertes y sea transparente.
“Quienes están bien no necesitan hacer nada para mejorar las condiciones de vida de la población y quienes necesitan mejorar sus condiciones de vida no cuentan con las herramientas para intervenir e influenciar en la toma de decisiones”, expuso la diputada Ligia Hernández, parte de la Comisión del Migrante del Congreso.
“Si —los migrantes— salen de sus territorios es porque están atravesando condiciones de vida deplorables ya que prefieren arriesgar su vida y atravesar el peligro en búsqueda de mejorar su entorno”, enfatizó la legisladora.
Lamentó que los gobiernos de turno se han organizado para beneficiar solo a los grupos que representan o que los financian, lo que ha ido de la mano con el hecho de que el sistema de partidos políticos durante mucho tiempo no fiscalizó el origen de los fondos de campaña con lo cual se comprometen las acciones de quien llega al poder.
Condiciones
Guatemala es uno de los países con mayores índices de pobreza en América Latina.
El más reciente Informe de Desarrollo Humano 2019 situaba a Guatemala en el puesto 17 de 20 en el ranquin, solo por arriba de Nicaragua, Honduras y Haití. Además, continúa como uno de los países con mayor índice de pobreza y pobreza extrema, con 59.3% y 8.8%, respectivamente.
Por si eso no fuera poco, sigue con una alta tasa de homicidios, 21.5 por cada cien mil habitantes en el 2019. En 2020 bajó a 15.4 por cada cien mil habitantes, aunque con seis meses de confinamiento. Aún así se mantuvo un promedio de 263 homicidios por mes.
En educación, aunque Guatemala tiene una cobertura del 87 por ciento en educación primaria, es de los peores cuando se trata de secundaria con una inscripción escolar del 44%. Este indicador caen hasta un 22% si se habla del nivel diversificado.
También, el país sigue en el último puesto en cuanto a desnutrición crónica con 46.7% de los menores de 5 años en esa condición, que se eleva hasta el 80% en zonas rurales indígenas. Por último, según los datos más recientes, Guatemala contaba apenas con tres personas especializadas en cirugía y 0.4 camas por cada cien mil habitantes, también de los peores números en América Latina.